Las formas de la mentira
Noviembre de 2007
publicado originalmente en www.nacionapache.com.ar
Apuntemos algo sobre la particular forma de mentira del gobierno, ahora que está terminando el primer mandato kirchnerista. Durante mucho tiempo pudo truchar sin mayores cuestionamientos los índices oficiales de inflación; durante mucho tiempo pudo decir que no hay problemas de energía. Sigue diciendo que se terminó el neoliberalismo. No nos detendremos acá a denunciar el carácter de mentira de esas mentiras, a demostrar la falsedad de esas declaraciones, cosa que constituye el hábito habitual del periodismo. Nos interesa otra cosa: por un lado, el mecanismo que hace viable la mentira; por otro, aquello que la mentira hace viable a su vez.
Para Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, una mentira repetida mil veces era una verdad. Diríamos que para Corach, en cambio, una mentira repetida mil veces era una buen chiste; era alevoso cómo Corach sonreía cada vez que mentía, porque sabía que el otro sabía que él mentía. Para Kirchner y los Fernández, en cambio, una mentira repetida mil veces es buena publicidad. Dicen los publicistas que nadie contrata Fullzero porque crea que Pampita vaya a venir montada a caballo a su encuentro; pero la publicidad con Pampita montada seduce : Se genera entre la empresa que publicita y el consumidor un pacto de seducción. Todos sabemos que es mentira que va a venir Pampita junto a Fullzero, pero es tan agradable la mentira que sería una pena desmitificarla. Así también, una señora que comienza a salir con un señor sabe que ese señor no se afeitará los domingos por más que la primera cita haya sido un domingo y él haya estado afeitado. Es un pacto de seducción [1] –y toda relación en la globalización requiere uno.
Nunca creímos que la inflación fuera tan baja como decía el INDEC; en el supermercado comprobábamos una inflación muy distinta. Sin embargo, hasta principios de este año, esos índices nos tranquilizaban, nos quitaban la ansiedad. Nunca vimos, por otra parte, una pujante empresa estatal petrolera, nunca vimos que el gobierno declarara la moratoria de la deuda externa, pero sus compadradas ante el FMI nos caían bien y nos daban la sensación de que no nos volvería a ocurrir la debacle del neoliberalismo que nos asoló en 2001-2002, que tan comúnmente fue adjudicada a haber agachado la cabeza ante los poderes internacionales.
Dos miedos sociales (al menos) padece el argentino de hoy: el temor post-Alfonsín al retorno de la hiperinflación y el temor post-De La Rúa al retorno de la sequía neoliberal. El gobierno post-2001, deseábamos, debía evitar ambas debacles; la dificultad estribaba en que la única etapa de inflación prácticamente nula en la Argentina de las últimas décadas había sido la del “uno a uno”. El gobierno post-crisis debía resolver la dicotomía entre prosperidad (contra la recesión menemista) e inflación (contra la híper alfonsinista). La ficción de que no había inflación y la ficción de que habíamos salido del neoliberalismo nos prometían que aún sin 1 a 1 evitaríamos la hiperinflación. La dicotomía fue resuelta vía simulación. En estos días, la posibilidad de mentir vía INDEC (vía prestigioso organismo estatal) parece haber encontrado su tope. (Pero también parecía que la capacidad de mentir también en cuanto a la capacidad de producción de energía de la Argentina estaba llegando a su tope, y el clima se puso más benigno, y queremos sentir que lo peor ya ha pasado.) Nos seduce que no haya neoliberalismo y no quisiéramos romper el encanto. Nos seduce, nos tranquiliza que haya energía, y no queremos romper el encanto. Será un simulacro, pero nos gusta.
Este gobierno es decididamente informacional, un abanderado entusiasta de la era de la información que aprendió que lo más importante en los tiempos que corren es la imagen, y que, al menos en principio, no hay nada más que la imagen. Si no hay simulación –pareció entender este régimen luego del ingobernable diciembre de 2001–, no hay gobernabilidad. Lo crucial es la imagen, y, al menos en principio, no hay nada más que la imagen. Superada la dificultad para gobernar, los obstáculos aparecen para el gobierno cuando nos encontramos con que hay algo más que imagen.
Lo propio de la era de la información es que solo hay virtualidad. Incluso cuando hay realidad, esta queda virtualizada, sea vía Internet, sea vía TV, sea vía Gran Hermano . Gran Hermano es un reality , y sin embargo, todo el tiempo sus protagonistas están diciendo “es un juego”. Allí donde en realidad sufren, donde en realidad prepotean, manijean y sicopatean, buscan autoconvencerse de que “no es más que un juego, no es más que estrategia, no es más que táctica”. El reality show Gran Hermano no muestra la realidad sino que juega a la realidad, es decir, la virtualiza, la convierte en virtual –es más show que reality. La simulación se impone a la realidad y la hace soportable.
Pero debe haber algo fuera de la imagen, suponemos. Habrá que ver cómo ese algo-más-que-imagen irrumpe en la imaginería del país, y cómo queda la relación entre lo virtual y lo real entre nosotros. Por el momento, no ha producido grandes estallidos.
La forma de esta mentira no es entonces la del engaño, ni siquiera la del autoengaño, ni siquiera la de la tergiversación, ni siquiera la del tomárselo en solfa. La forma de esta mentira es la del pacto de seducción. Cuando hay una realidad independiente de la imagen, puede ser tergiversada o falseada, pero, cuando la realidad es una variable dependiente de la imagen, la realidad puede ser simulada. La forma de esta mentira casi no es una mentira, casi es pura realidad virtual: una virtualidad-bálsamo, una “pantalla amigable”, [2] un estilo seductor. Si Menem y Corach jugaban a la mentira porque total las palabras se las llevaba el viento, en cambio Kirchner y Fernández pueden jugar a la mentira porque las palabras desplazan a la realidad (a las preguntas, y también a los números). A la realidad, diríamos, se la lleva la imagen.
P.D.: Cristina K es la presidenta elegida. Nos gusta la idea de que fue democráticamente elegida. También nos gusta mandarnos mails con el link al video que muestra fraude. Practicamos paralelamente, pues, dos pactos de seducción: por un lado, que hay libertad y democracia, y por otro, que el periodismo y nosotros no nos dejamos engañar.
[1] Agradezco a Guillermo Brea haberme transmitido este concepto a propósito de la publicidad.
[2] La expresión informática en inglés adecuada sería “user-friendly interface” (en nuestra circunstancia, la interfase es la superficie donde interactuamos nosotros y la realidad).