Lo dicho: el kirchnerismo no es un movimiento de liberación sino un apuntalamiento de la dominación –esa dominación fuertemente dificultada hacia 2001. Léase ese jefe de gabinete todo-terreno llamado Aníbal Fernández:
“Néstor Kirchner hizo un cambio copernicano. En la Asamblea Legislativa, al asumir la Presidencia, dijo que no dejaría sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno. Tenía una posición muy clara y contundente sobre la forma de hacer política y, además de reivindicarla, la puso en la cabeza de la sociedad. Porque fue él quien empezó a convocar a la sociedad para que se meta en política.” (Esteban Talpone, Entrevista a Aníbal Fernández, “Si Pedraza es inocente que le pidan perdón, pero si no lo tendrá que pagar”, Tiempo Argentino, 27/2/11, subrayado mío).
Esto es: convocó a la sociedad para que participara de la política y dejara de lado lo político, o, respectivamente, la convocó para que acudiera a la tramitación institucional de la vida común y dejara el pensamiento colectivo de la vida en común, a lo que tanto –demasiado- se venía dedicando. Para la sociedad argentina, el Estado había devenido irrelevante como lugar de pensamiento o siquiera gestión del vivir juntos. Néstor es el estadista posnacional porque es el que logra “poner en la cabeza de la sociedad” la política estatal, luego de que se hiciera inviable la versión nacional de la política estatal. O, en palabras de AF, “en 2001 se pusieron en riesgo 150 años de conducción política. No pueden volver a suceder ese tipo de cosas. La única que le garantiza a la Argentina de a pie que sus garbanzos están bien cuidados es Cristina” (ibíd., subrayado mío). Un siglo y medio: aproximadamente el tiempo de vida del Estado Argentino (En un reportaje con fines persuasivos es más efectivo decir “150” que, digamos, “138 años”).
“Convocar a la política” significa ‘invitar’ a entrar en el campo de lo gobernable. El kirchnerato es la tarea de hacer gobernable una sociedad que le estaba tomando el gustito a no ser gobernable (no diría a “autogobernarse”, pues no es eso lo que venía haciendo), a practicar la autonomía. Existe un programa estatal que se llama Plan Nacional ‘Ahí, en el lugar’ (¡que no haya un lugar no gobernado!); inclusión social es inclusión política. El 30% de no voto, siempre en el primer puesto desde octubre de 2001 hasta junio de 2009 (no sabemos qué pasará en octubre de 2011) es indicio (pasivo pero sugestivo) de una persistente inclinación social a rechazar toda convocatoria a la política, a salirse de lo gobernable.
Si el kirchnerato se ha puesto a ‘gobernar’ también sobre la economía (subsidios, manipulación del indec, planes sociales, congelamiento de tarifas, restricciones a la exportación y/o importación, infraestructura, acuerdos de precios, aumentos a las jubilaciones, influencia sobre el tipo de cambio, redireccionamiento del consumo energético, etc., etc.) es en gran parte (y en algunos rubros, exclusivamente) porque 2001 ha mostrado que no se obtiene la gobernabilidad social y política de vastos sectores si no se les asegura ciertos aspectos económicos básicos (que varían según cada sector). En lo que ha podido, el kirchnerato ha dejado la economía desregulada, ‘desgobernada’ (petróleo, propiedad de la tierra, entidades y flujos financieros, minería, agricultura transgénica, comercialización exterior, crédito, etc.).
Hay otros rubros económicos que el kirchnerato ha logrado o intenta gobernar (como las reservas del Banco Central, los Aportes del Tesoro Nacional, la coparticipación federal, el balance comercial y la balanza de pagos, la actividad mediática privada, el desarrollo de infraestructura, etc.) que no tienen el fin directo de mantener a los sectores populares dentro del campo de gobernabilidad sino el de preservar al Estado, al aparato del Estado, de la voracidad de los capitales globales y de los organismos internacionales de crédito que piden Estados más baratos y con menos ingerencia. En este sentido, esas intervenciones también contribuyen a la gobernabilidad, pero ya no tanto por ‘el lado de abajo’ sino por ‘el de arriba’: nutren al Estado de capacidad de gobierno. ‘Asegurar la caja’ no solo le asegura su puchero a la clase política sino también su poder de ejecución al poder ejecutivo.