Un procedimiento mediático automático: criticar para vender

Es notorio cómo la tele, esa gran guardiana de los derechos democráticos y humanos (y del consumidor), exige que la policía no respete la ley.

El otro día ví La liga, el programa de tv. Era sobre la red de trata de blancas en Argentina (incluyendo secuestro y prostitución forzada de menores).

Los padres de las chicas desaparecidas contaban que no pueden confiar «ni en la policía». Por ley, la cana solo puede entrar a una propiedad con orden de allanamiento dada por un juez. Cuando la cana llega, el prostíbulo está vacío. ¿Por qué? Porque algún cana pasó el dato. Dicen entonces los periodistas:

‘Las madres del dolor están entre la espada y la pared. De un lado, la red de trata; del otro, una policía cómplice.’

La capacidad de retrato social de los periodistas es admirable, realmente. Pero no es porque los medios sean un dispositivo de pensamiento, sino porque la dinámica mediática forja la realidad al retratarla. No sé en qué habrá quedado ese viejo debate de los estetas (el de ‘¿el arte imita a la naturaleza o la naturaleza imita al arte?’), pero en nuestros tiempos diríamos que la naturaleza imita al arte, o, mejor, que la realidad social imita a la mediática. Los medios no se limitan a retratar la realidad: lo que hacen es informarla.

La forma en que La liga planteó la cosa no es exclusiva de ese programa sino general de los medios. La tele plantea que las madres del dolor viven en la desprotección y entre fuegos cruzados. El periodista, que es muuuy crítico,  remata: ‘… y el Estado no hace nada.’ O, también: ‘la justicia no hace nada.’

Por supuesto, eso no es lo mismo que decir que nadie hace nada, pero es casi lo mismo. La liga no se detuvo en los casos en que se pudo rescatar a chicas secuestradas y clausurar boliches gracias la investigación y acción de los vecinos o las mismas Madres del dolor. Parecía que nadie hace nada. ¿Nadie? ¡No! ¡No estamos solos!

¡Los medios sí hacen algo! Uno o dos bloques del programa estuvieron dedicados a mostrar un escrache que los vecinos de Flores hicieron a un prostíbulo del barrio. ¿O estuvieron dedicados a mostrar la participación de la tele en el escrache?: difícil decirlo. Como sea, las cámaras muestran el momento en que llega la cana. El comisario se presenta en el lugar y explica que, como no tiene orden del juez, no puede allanar el lugar. La periodista, que es réquete-combativa, lo increpa:

– ¡Ahí prostituyen a menores de edad! ¡Lo tenemos filmado! ¡¿No piensa hacer nada?!

El comisario vuelve a explicarle las generales de la ley, se sube al patrullero y se va. La periodista (o la voz en off, no recuerdo, pero poco importa aquí) remata: ‘la policía se fue sin hacer nada; en vez de proteger a las víctimas, encubren a los victimarios’.

Es notorio cómo la tele, esa gran guardiana de los derechos democráticos y humanos (y del consumidor), exige a veces que la policía no respete la ley. Según convenga al relato y al rating, la tele acusa a alguien de criminal de lesa humanidad o de burócrata leguleyo; a veces, la ley es democracia y a veces es burocracia. Lo mismo pasa cuando la noticia reporta un crimen cometido por un recluso al que un juez otorgó una morigeración de la pena (la famosa ‘pulsera’, por ejemplo). En este caso, el juez es reportado como burócrata. En cambio, cuando la noticia reporta la situación carcelaria y el hecho de que dos tercios de los presos no tienen condena, el sistema judicial es reportado como injusto. La operación de venta de noticias no requiere coherencia sino crítica, es decir, que se muestre que algún ‘valor ético y moral’ está siendo avasallado. La operación de venta de noticias no requiere coherencia sino que las noticias sean malas (o morbosas).

Abreviando. Lo que hizo La liga no es defecto de ese programa, sino un funcionamiento propio de los medios, y de la tele en particular. Pasémoslo en limpio, de modo de poder detectarlo en cualquier programa.

  1. Titular de mala noticia
  2. ‘Investigación’ que muestra que a) hay malos, y b) ‘nadie’ hace nada al respecto
  3. Los medios hacen algo al respecto: muestran la maldad de los malos y la inoperancia de las instituciones.
    1. Detectan a los malos en sus guaridas (informante anónimo o cámara oculta mediante).
    2. Denuncian cómo las instituciones traban la resolución de los problemas, ya respetando, ya violando las normas.
    3. Muestran la eficacia de los medios: lo único eficaz es lo que no respeta las generales de la ley y solo se orienta por asegurar la velocidad de la circulación de noticias y opiniones, que funge como velocidad de representación de injusticias y juicios.

Como antes hacía el Estado-Nación, ahora los medios actúan eficazmente para que no actuemos nosotros.

pablohupert@yahoo.com.ar


Por supuesto, los malos no necesariamente son tratantes; puede ser también un funcionario corrupto o un juez que la pifió.

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