Llegó Esto no es una representación: Índice y portada

Este libro ensaya dos tesis simultáneas: las imágenes contemporáneas no son representaciones, y tienen una dinámica de dominación. Hupert propone pensar “signos imaginales” como datos y “metadata” producidos por el afán de existir… es decir, existir para los demás. No sólo la existencia, también la producción de subjetividad y objetividad se realiza con signos, y esos signos hoy –tiempos fluidos– son imágenes (publicitarias o mediáticas o de redes sociales que hacen ser a algo o a alguien). Este libro busca hacer pensable la cesura que divide una semiosis sólida o representacional de una semiosis fluida o pos-representacional, que no opera por representación, sino por conexión. ¿Qué es un signo si no es una representación? Hay que pensarlo como elemento de una dinámica “imaginal” y no como espectáculo o mera apariencia. Los signos así producidos contribuyen a reproducir una existencia fluida, precaria. De ahí que una de las apuestas de Hupert pasa por tornar pensable una práctica semiótica autónoma que llama expresión. Si lo imaginal es lo que permite y a la vez promueve en cada quién tener una emisión constante sobre sí mismo y una devolución constante sobre la propia emisión, ¿cómo estar presentes en los encuentros y las relaciones? La expresión es una forma de continuar las vibraciones de un encuentro. Las afectaciones mutuas impulsan a expresarlas; a su vez, las expresiones afectan a y son afectadas por quienes las reciben…

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Lo imaginal y la expresión: entre la conexión y el encuentro

El pasaje de la modernidad sólida a la “modernidad líquida” (Bauman, 1999) o del pensamiento con Estado-nación al pensamiento “sin Estado” (Lewkowicz, 2004) tiene profusos efectos que obligan a la teoría social a repensarse. Algunos de esos efectos son semióticos y subjetivos. Proponemos pensar lo imaginal como un dispositivo de conexión y recombinación celulares e introducción en la red del “semiocapital” (Berardi, 2007) más que de imágenes en sentido icónico o visual. Lo imaginal no puede pensarse como solía pensarse lo ideológico o lo imaginario: como una instancia separada y más o menos ilusoria del relacionamiento social efectivo, sino en sus “intersticios” (Dipaola, 2011).

La pregunta que queremos compartir es por la producción de sentido y subjetividad líquidos, distinguiendo entre una producción líquida prevaleciente, que podría llamarse mainstream, y unas subjetivaciones en mayor tensión con la época. Abordaremos la pregunta atendiendo las prácticas de las pintoras Celina Capello y Lula Mari (“veo-luego-existo” y “recital de pintura”) y el fotógrafo García-Alix (“el autorretrato no es una selfie”). Las leeremos, de nuevo, como dispositivos prácticos de producción de sentido y subjetividad, pero ya no por conexión líquida ni por acople sólido sino por encuentro o pensamiento.

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Notas sobre la obviedad (pensando la égida de la imagen)

La obviedad es irrefutable pues en ella coinciden lo que es y lo que se cree. A diferencia de la ideología, no cierra saldando las discusiones sino abortándolas.
La obviedad no da un sentido a nuestras vidas sino “obliga nuestras vidas hacia ningún lugar”. La obviedad no es solo un reflejo sino también una fuerza que compele a la movilización global (es decir, capitalista) de nuestras vidas. Brinda orientaciones simples. Nos mueve a trayectorias de valorización en el espacio-tiempo global.
A la verdad como adecuación propia de la obviedad, LP opone la verdad como desplazamiento propia del pensamiento. Esta verdad tiene forma de idea; esta idea proviene de una producción social y colectiva, mientras que la idea obvia es una “idea codificada que funciona para el capital”.

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La dominación imaginal (luego de la ideología y del desamparo)

En el ‘relato’ lewkowicziano de la fluidez, lo social quedaba a la intemperie, huérfano de toda contención simbólica: el horizonte era lo asocial, la desubjetivación. La única respuesta hacia 2001/2 parecía ser la actividad configurante del nosotros.
Pero en la última década se nos hizo visible la égida de la imagen, esto es, una práctica social que podríamos llamar ‘la actividad figurante del capital’, esto es, ese flujo de imágenes que entra a componer el flujo de obviedad contemporáneo.

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