Repentización necesaria, o la ausencia de políticas de estado

Pensemos un poquito la queja de que en Argentina no hay políticas de estado o de largo plazo. Tesis: no es defecto de los políticos actuales sino condición de la gobernabilidad posnacional.

La dinámica de la repentización se puede escenificar como la dinámica del ambulanciero. Cuando el tránsito es siempre cambiante, los conductores de automóviles deben repentizar todo el tiempo. Esto es, cual chofer de ambulancia, cambiar el camino según lo que las congestiones de tránsito y lo que los flujos de tránsito vayan indicando, recomendando como más conveniente y fluido. Esto es, si hay un embotellamiento en la Avenida Rivadavia, tomar por Avenida Independencia. A su vez, si en Avenida Independencia están cambiando unos caños subterráneos y produciendo un nuevo embotellamiento, tal vez haya que agarrar la calle Moreno, y así sucesivamente e infinitamente. El chofer, al decidir un recorrido, noestablece una ruta, no fija un recorrido. Tal vez la expresión que se usa es “me mando por acá, me mando por allá”. Prueba, tantea, el recorrido. Las repentizaciones del chofer de ambulancia incluyen a veces meterse de contramano, doblar a la izquierda donde no se puede, hasta podrían incluir ‘licencias’ como subirse a una vereda, cruzar una plaza o meterse de contramano (siempre y cuando hacer estos ‘permitidos’ no produzcan más entorpecimiento que no hacerlos). Hemos visto hacer este tipo de cosas a muchos taxistas, conductores particulares y especialmente colectiveros. ¿Quién no ha dicho ‘si estoy en Camino Negro a las 3 de la mañana, obvio que paso los semáforos en rojo’? De hecho fue viendo manejar a un colectivero que quería esquivar un embotellamiento provocado por las obras macristas de bacheo de las calles y esas cosas que me di cuenta de esto: todos manejamos ambulancias en la ciudad de hoy. Y tal vez es en el chofer de colectivos donde está más claro el contraste entre el recorrido fijado por la línea de colectivos y el recorrido repentizado por el, digámoslo así, mariscal de campo. Suficiente espacio para la imagen del chofer de ambulancias.

Pensemos un poquito el reclamo, la queja de que en Argentina no hay políticas de estado o de largo plazo (significando un plazo más largo que un periodo de gobierno). Es una queja que se escucha por doquier.[1]

En breve, uno y otro profesional decían que los problemas se resuelven si las decisiones se sostienen a lo largo del tiempo. Algo así como fijar un norte que trascienda los cambios de gobierno, los cambios de funcionarios, etcétera. Y que a cada gobierno o funcionario le toque elegir si prefiere, digamos, ir en bicicleta o en monopatín, pero no que pueda elegir el rumbo. Además, según Albino, aparte rumbo que el funcionario debe seguir, habría una articulación que el funcionario debe respetar (por ejemplo la articulación entre planes alimentarios y planes sanitarios). Lo que se ve es que en este reclamo por políticas de estado, lo que se reprocha es la libertad que tiene el funcionario de turno que bien podríamos imaginar chofer de ambulancia que zigzaguea a su antojo (o, más bien, que repentiza según consideraciones y nortes aleatorios).

Pero debemos ver el otro lado de la moneda y es que una política de largo plazo encorseta a los funcionarios, da demasiada rigidez a los chóferes. Debemos ver que en un mundo fluido, un mundo de circunstancias siempre y velozmente cambiantes, en un mundo volátil con un régimen político de muy débil institucionalización, la repentización es una necesidad. La inestabilidad es un dato fatal y el zigzagueo y la contramarcha es una atribución a la que no se puede renunciar.[2] La operación repentina que me hizo avivar de esto fue la de Kirchner de adelantar la fecha de las elecciones de 2009 para no darles tiempo a los adversarios a hacer sus rosqueos. Comentó esa vez (o ante alguna otra jugada repentina de Cristina que ahora no recuerdo) Tenembaum que la oposición decía «el gobierno nos madrugó, y la verdad que la hicieron bien» y él señalaba que eso le hacía mal a la democracia, que requiere reglas de juego claras y permanentes. Hay algo así como una sinergia entre duración en el cargo, estabilidad de los funcionarios, posibilidad de repentización, ausencia de políticas de estado y volatilidad social general. Sinergia o, si algún quejoso quiere llamarlo así, circulo vicioso.

Una pregunta que me surge es cómo hacen los Estados que en el fluido mundo de hoy sí pueden definir políticas de largo plazo, llámense Brasil, Estados Unidos, China, o algún Estado europeo. Sospecho que tiene que ver con la fuerza relativa entre Estado y fuerzas sociales de cada país, así como con la fuerza relativa de cada Estado en el contexto mundial, su capacidad de estar al comando de los flujos que fluidifican al mundo (y, si no al comando, montados al menos en la cresta de sus olas).

No debemos creer que Estados como esos vivan en un mundo sólido, sino que debemos preguntarnos qué es lo que les permite transitar, habitar la fluidez fijando rumbos más que dando golpes de timón, estableciendo hojas de ruta más que repentizando; qué es lo que les permite tirar anclas más que capear el temporal, poner boyas, poner señalizaciones más que seguir sus indicaciones; o qué es lo que les permite encauzar los flujos más que dejarse arrastrar por ellos; o tal vez, siendo menos crédulos aún, qué es lo que les permite barrenar bien por las olas en vez de dejarse arrollar por ellas con la única opción de limitarse a saltarlas o pasarlas por debajo.

Se me viene a la cabeza la expresión “hacer la plancha”, actitud de la que se la acusaba al kirchnerismo durante buena parte del gobierno de Néstor. Merece una digresión intercurrente: “hacer la plancha” es lo que se hace cuando el temporal amaina, cuando las corrientes se calman. Por supuesto, uno debe preguntarse por qué cuando las corrientes se calman, unos hacen la plancha y otros sientan las bases de políticas futuras, o, dicho metafóricamente, hacen obras de encauzamiento. Por lo pronto, se me ocurrió una respuesta metafórica y habría que pensar una respuesta de verdad. Hace la plancha el que se ha agotado repentizando; encauza el que ha tomado fuerzas con la última marejada. Es como si para el que encauza, el momento de tranquilidad, el momento de bajamar fuera el momento de invertir, mientras que para el que repentiza, el momento de calma fuera el momento de tomar ganancias, de recoger beneficios.

Anticipo, pues, una sospecha. El Estado nación tiene dos vías de desguace según sean su historia previa, la parte del mundo a la que pertenezca, etcétera. Un Estado nación fuertemente institucionalizado y que está en el centro de la economía y la política mundiales vira hacia el Estado técnico-administrativo. Un Estado nación que tiene una historia de debilidad institucional y que se haya en la periferia de la economía y de la política mundiales vira hacia el Estado técnico-mafioso o mafioso-administrativo (según como se prefiera o tal vez según el caso). El Estado nación central luego de pasar por la picadora neo-liberal se convierte en un Estado técnico-administrativo; el Estado nación periférico, en un Estado de rapiña. Así, la pregunta que emerge es la pregunta por las condiciones que hacen que un Estado sea capeador de temporales o encauzador de flujos que hacen que devenga técnico administrativo o mafioso administrativo. Y emerge otra: ¿cómo encauza los flujos un Estado posnacional?


[1] Recojo dos que escuché hace un tiempito.

Por un lado, el dr. Albino, especialista en desnutrición infantil, decía en el programa de Chiche Gelblung del miércoles 8 de julio que la desnutrición necesita políticas sostenidas y no proyectos puntuales. Necesita programas que se extiendan a lo largo del tiempo y que no cambien según los gobiernos o los administradores de las carteras correspondientes. Y que en Argentina “no hay políticas de estado”.

El domingo 12 de julio, Anguita entrevistó en Miradas al Sur a un antiguo funcionario del INDEC (desvinculado hace bastante) que es un académico de prestigio internacional también que dice que el INDEC se fue desvirtuando por falta de políticas de estado sostenidas.

[2] Es interesante notar la extensión del significado de “repentizar” en el pasaje de la 22da a la 23ra edición del Diccionario de la RAE: de definirlo como improvisar un concierto pasa a definirlo como improvisar con rapidez (en general, sin especificar el objeto) (rae.es/repentizar; consultado el 18/11/10).

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3 comentarios sobre “Repentización necesaria, o la ausencia de políticas de estado

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