En esta breve historia de la infrapolítica asimilo y confundo la noción de infrapolítica propuesta por Diego Sztulwark y la de nueva política blandida por Raúl Cerdeiras. Las confundí porque ambas piensan una política independiente de la representación. Sin embargo, tal vez no estén pensando lo mismo, la misma politización.
Creo que Cerdeiras piensa algo más relacionado con la presentación y Sztulwark algo más relacionado con la ‘clandestinidad’ como si dijésemos. Pues, al parecer, la infrapolítica no necesita presentarse.
Esto es una pregunta que dejo abierta, no tengo idea bien cómo sería la cosa: si la infrapolítica necesita o no irrumpir en una escena. Por otra parte, si pensamos en cualquiera de los movimientos infrapolíticos irrumpir en la escena fue clave para la infrapolítica: madres, piquetes, 2001, como lo era para la nueva política, pero me parece que si la nueva política piensa una politización más allá de la representación, la infrapolítica piensa una politización más acá de la representación y más allá de la imaginalización. Tarea pendiente aquí pues.
La realización de esta tarea incluye tanto una investigación fáctica, en el campo, como un estudio, una larga digresión teórico ontológica. Propongo sin embargo, el recurso metodológico de la ‘confusión operativa’, familiar de lo que Ignacio Lewkowicz llamaba “licencia del argumento” y Kant, “argumentación trascendental”. La idea es que no hay que anteponer lo que –desde el punto de vista de la metodología de la investigación– es lógica o empíricamente anterior a lo situacionalmente estratégico (sea que se trate de una estrategia política, bélica, amorosa, didáctica o futbolística). Creo que en nuestra coyuntura y en nuestra reunión hoy y aquí lo que arma situación y hace ver lo que la situación requiere como estratégico es hacer esta breve historia de la infrapolítica, este raconto de cómo 2001 modifica su pasado y su futuro. Su curso antecedente y el curso de los hechos siguientes o el relato de lo político pos ’83 así como de lo político pos 2001.