De la mística a la ética
Institución: Espacio y… lugar cultural
Fecha de la disertación: 27 de abril de 2006
Cristina García Oliver:
Yo soy la “pomposamente” llamada directora, pero prefiero el título de coordinadora. La idea del espacio es tener un espacio de diálogo y también de disfrute. Eso es lo importante: de reflexión y de disfrute.
Este ciclo sobre lo sagrado comenzó con Esteban Ierardo. La idea es tomar lo sagrado como algo no necesariamente relacionado con la religión, y hablé con Pablo sobre esto y su propuesta, pensando que sería algo distinto a lo que estamos habituados, me pareció interesante.
Pablo Hupert:
El pensamiento de la subjetivación, que es el problema que me ocupa, es el pensamiento de una ética contemporánea, de una ética terrena, el pensamiento de cómo ser libres. “Subjetivación”, en una época, se decía “liberación”, pero hoy sabemos que la liberación no es la única manera de subjetivarse, sino que puede haber muchas: algunas de ellas trato de pensarlas hoy en esta charla.
¿Qué es lo sagrado? Hagamos una breve digresión sobre eso. En la charla pasada, el licenciado Esteban Ierardo , que es filósofo del arte, definía lo sagrado como algo que media entre lo divino y lo natural, o entre lo sobrenatural y lo natural. Lo sagrado sería eso que nos permitiría alcanzar lo sobrenatural, o acercarnos o sentirlo. A veces, lo sagrado es lo sobrenatural mismo. Mi intento, hoy, es hablar de lo sagrado sin hablar de Dios ni de lo sobrenatural. (Disculpen si venían a otra cosa.) Hay una idea de lo sagrado que es lo sagrado como intocable; “sacralizar” es hacer intocable algo, convertirlo casi en un tabú. No es ese sagrado el que nos ocupará en este momento, sino esos pequeños sagrados que tocamos y nos tocan en la vida. Cristina me contaba que una de sus ideas al armar este ciclo era hablar de lo que decimos cuando decimos cosas como que “mis hijos son sagrados”. Aquí pretendo poner herramientas que nos permitan pensar lo sagrado tangible: la política, el amor, el pensamiento.
Yo definiría lo sagrado como una conexión ya no con lo sobrenatural sino con lo infinito, pero una infinitud no sobrenatural ni cósmica, no trascendente, sino inmanente. Ya no es una infinitud trascendente, sino una infinitud que está dentro de cada elemento material (que puede incluso ser un elemento cultural). No sé si oyeron hablar de los números irracionales o reales, de los cuales el más célebre sea tal vez pi ( p ), que es un número de infinitas cifras decimales no periódicas. Números como pi, hay infinitos entre el 0 y el 1. Eso es un infinito inmanente, un infinito que, digámoslo así, está entre nosotros.
Les voy a leer una frase de un filósofo, Oscar Cuervo , que dice:
Somos finitos porque vislumbramos lo infinito. Porque sabemos, en el sentido más de sabor que de saber, lo infinito. Porque sospechamos que hay otro lado que está dándosenos en este mismo instante [1]
Lo infinito no es un nivel de otra naturaleza que la nuestra sino el lado otro de nuestra naturaleza: mientras nos distraemos con lo mismo, a veces sentimos lo otro, lo sabemos, lo saboreamos. Alain Badiou —un filósofo francés que tiene mucha influencia del psicoanálisis, el marxismo, la poesía de Mallarmé y la matemática— dice que el hombre contemporáneo ha inventado cuatro procedimientos de contacto con lo radicalmente otro, y de fidelidad a ese contacto (más adelante voy a desarrollar la idea de fidelidad). Estos cuatro procedimientos son: el arte, la ciencia, la política y el amor. En este sentido, podemos pensar este contacto sagrado, este contacto con lo radicalmente otro, como una relación entre lo cotidiano y lo excepcional . Ya no sería como era para el hombre arcaico, según contaba el licenciado Ierardo, una conexión entre lo natural y lo sobrenatural, sino que sería una conexión entre lo cotidiano y lo excepcional. (El mismo Ierardo decía que para nosotros un terremoto ya no es algo sobrenatural, nuestro contacto con la naturaleza es distinto al del hombre arcaico.) También podríamos decir que la idea es pensar la conexión entre nosotros y lo otro, lo radicalmente otro, eso “otro” que a veces se escribe “Otro”.
La idea que voy a tratar de desarrollar hoy, un poco en sintonía con la filosofía de Kierkegaard, un poco con la de Badiou , un poco con la historia de la Revolución de Mayo, se condensa en esta cita de Calvino que les voy a leer:
El infierno de los vivos no es algo que será. Hay un infierno: es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es riesgosa, y exige atención y aprendizajes continuos: buscar y saber reconocer, qué y quién en medio del infierno no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio. [2]
Esta es la cuestión, diría, del pensamiento ético hoy: hacer durar algo no infernal (¿podemos decir “algo celestial” tal vez?, ¿algo potente?) y darle espacio. Un algo no infernal que está entre nosotros, no que será, porque el infierno no “será”: está acá entre nosotros, ahora. Yo sé que es un poco sacrílego hablar de Mariano Moreno como un actor de la fe y de la Revolución de Mayo como un contacto con lo radicalmente otro, pero ésa es la apuesta, ésa es la estrategia que me mueve y mueve esta disertación. Y pensar qué podemos hacer los humanos con eso que no es infernal, con eso que es potente, con eso que promete mucha productividad.
Una vez oí a alguien decir que la guerra es una experiencia de lo absoluto, una experiencia de lo infinito, podríamos decir, de lo radicalmente otro. Así como la guerra, tenemos otras experiencias de lo radicalmente otro, en el amor, en la política, en la ciencia y en el arte. ¿Qué podemos hacer con esa experiencia de lo absoluto, de lo radicalmente otro, de lo infinito inmanente, de lo infinito que está entre nosotros, de lo infinito terrenal? Para pensar esto voy a tratar de pensar lo que han hecho los humanos con este problema, para pensar qué podemos hacer nosotros con él. Ya que lo sagrado está entre nosotros, ya que no es intocable, y de hecho se toca y se “deteriora”, se transforma, entonces pensemos cómo tocarlo. Ya que no podemos evitar tocarlo, preguntémonos “¿cómo lo tocamos?”. Dado que estoy hablando de abstracciones, vamos a dar un ejemplo de relación entre lo cotidiano y lo excepcional, que puede ser una relación amorosa. Alain Badiou habla del amor como un procedimiento de producción de verdad. (Adelanto esto: para Badiou lo sagrado es la verdad; Aunque él nunca utiliza la palabra “sagrado”, sí plantea que lo radicalmente otro es lo verdadero.) Entonces una relación amorosa se puede pensar como algo con un comienzo más o menos flamante , fulminante , que se continúa como un intento de ser fiel a esa llama que se encendió ese día y que puede apagarse. El problema es cómo ser fiel a eso. Cómo ser fiel sin ser obedientes (adelanto que “fidelidad” y “obediencia” no son sinónimos; “fidelidad” sería más bien un “antónimo” de obediencia). En la política, lo que sin duda está intentando pensar Badiou al pensar la experiencia de fidelidad, son acontecimientos como la Revolución Rusa o el Mayo Francés. Da ejemplos sobre la ciencia y el arte, pero no tengo la capacidad de reproducirlos doctamente, así que nada más los menciono.
Hasta aquí, el planteo general. La idea aquí es pasar de la mística a la ética, de la relación mística con lo sagrado a una relación ética con lo infinito. Vamos a hacer un esquema para ubicar qué es la ética.
Con lo sagrado, con esa experiencia de lo radicalmente otro, podemos hacer dos cosas. Una es estetizar la experiencia o mistificarla, vale decir, decir que es incomunicable , íntima . Otra es hacer una ética de eso, y tratar de comunicarla , de compartirla , de, en palabras de Calvino, hacerla durar y darle espacio. En este sentido, ética se opone a moral. Comencemos por la moral, que es más fácil que la ética. Leo un pasaje de Kierkegaard, del libro donde trata de pensar el acto de Abraham:
La moral es como tal lo general, y bajo este título, lo que es aplicable a todos; lo cual puede expresarse todavía desde otro punto de vista diciendo que es aplicable a cada instante… Desde el momento en que el individuo reivindica su individualidad frente a lo general, peca; y sólo puede reconciliarse con lo general reconociéndolo. [3]
Esta claro: lo particular no puede reivindicarse como autónomo frente a lo general. En ese caso, lo particular estaría pecando. Para Kierkegaard, hay algo que no es la moral, que es la fe (de la cual se desprendería la ética; ya lo desarrollaremos):
La fe es esa paradoja según la cual el individuo está por encima de lo general, y siempre de tal manera que el movimiento se repite, y como consecuencia el Individuo, luego de haber estado en lo general, se aísla en lo sucesivo como Individuo por encima de lo general. [4]
Es un trabalenguas, ¿no? Vamos a expandirlo con otra frase de Kierkegaard:
La fe es esa paradoja según la cual el Individuo se encuentra como tal por encima de lo general, reglado frente a éste, pero no como subordinado sino como superior…
Si no entienden, tienen razón: el individuo está reglado frente a lo general, pero es superior a lo general (cuando comete un acto de fe, no en cualquier momento, porque en cualquier momento el individuo está subordinado a lo general). Está frente a lo general reglado pero superior,
… y siempre de tal manera que —tómese nota— es el Individuo quien, luego de haber estado como tal subordinado a lo general, alcanza a ser ahora, gracias a lo general, el Individuo, y como tal superior a éste. De suerte que el individuo como tal se halla en una relación absoluta con lo absoluto.
Acá está la cosa, en la relación con lo absoluto, en la relación infinita con lo infinito, también podríamos decir. Podríamos esquematizar la moral de la siguiente manera: La moral tiene dos polos, de un lado lo particular y del otro lo general. Esto es lo que en todo momento regla a cada individuo sobre qué hacer, ¿no es cierto?, de tal manera que lo particular tiene que ser una parte de lo general, no puede estar fuera o encima de lo general, salvo que uno sea Abraham. Ahora bien, en este esquema, ¿ustedes dónde ubicarían a Dios? (Kierkegaard cree en Dios, todo su pensamiento es religioso.) Dios no estaría ni en lo general ni en lo particular: Dios es lo que crea este eje moral, es lo que establece la relación misma entre lo particular y lo general. Dios es lo absoluto: lo general es relativo a una sociedad y a un momento histórico, pero Dios es absoluto. Volviendo a la esfera moral, lo particular está dentro de lo general. Particular y general son polos complementarios y contradictorios. Qué está primero, lo individual o la sociedad, cómo obedecer mejor… todos esos dilemas son parte de la moral. La moral dispone cómo se relacionan los individuos entre sí, cómo se relacionan con lo general o con la sociedad… Ahora bien; a la moral se le presentan situaciones paradójicas en las que fracasa, en las que fracasa su capacidad reguladora de las conductas. Por ejemplo, la máxima “no matarás”. En una situación de matar o morir, ¿qué hacemos? ¿Matamos? Si matamos no cumplimos con la máxima “no matarás”; si nos dejamos matar, tampoco cumplimos con la máxima. En cualquiera de los dos casos vamos a violar el mandamiento.
Participante: ¿Por qué cuando morimos violamos el mandamiento?
Pablo Hupert: Porque dejamos matar, nos hacemos matar. Y hacerse matar es matar, ¿no es cierto?
Participante: Dejar matar sí pero dejarme matar , no. Es un tema complicado.
Pablo Hupert: ¿No les parece que sea una paradoja? Entonces convengamos que es una paradoja. Porque a partir de ahí se abre la ética, de la paradoja. Después vamos a ver la paradoja que se le presentó a Abraham. En la paradoja es donde surge lo singular. Lo singular no es ni particular ni general (lo cual nos da una pista de por qué Kierkegaard hablaba de la fe como una paradoja irresoluble.) Lo singular puede universalizarse, entonces. Lo singular puede universalizarse, y la ética consiste en hacer universal algo, lo singular . Así, en el esquema nos quedan dos ejes: el eje moral, cuyos polos son lo particular y lo general, y, perpendicularmente a aquél, atravesándolo, el eje ético, cuyos polos son lo singular y lo universal.
Vamos a ver cosas singulares. “Singular” se puede decir, en términos menos lógicos, “acto”. “Singular” no es alguien, una persona, un individuo único: es un acto único, un acto que no está dentro de lo general ni de lo particular. Lo que importa es esta cualidad, no si el acto es individual o colectivo.
Ustedes conocen la historia de Abraham probablemente mejor que yo. Abraham, por su alianza con Dios, recibe la bendición de tener un hijo a los cien años, cuando Sara, su mujer, tiene unos noventa años. Después de un tiempo que la Biblia no especifica, Dios le pide a Abraham que le ofrezca a su hijo Isaac en holocausto: en vez de un cordero, que sacrifique a Isaac. Kierkegaard trata de salir de esta prédica de los pastores, la conocida por nosotros, que dice que Abraham fue premiado porque obedeció a Dios. La historia sigue con que Abraham lo lleva a Isaac, sin decir casi nada, al monte de Morija, donde tenía quehacer el sacrificio. Ya en el Monte, cuando Abraham levanta el cuchillo, aparece un cabrito, porque un ángel le agarra el brazo y le pone un cordero para que sacrifique en lugar de Isaac.
¿El tema cuál es? Que Abraham, cuando Dios se lo ordena, calla obedientemente, pero cuando, camino al monte de Morija, Isaac le pregunta qué van a sacrificar, Abraham le responde “Dios proveerá”. Kierkegaard dice que Abraham de esta manera tienta a Dios. (Vale una aclaración: en las traducciones más modernas de la Biblia, la primera frase de este pasaje es “Dios quiso probar a Abraham”. En traducciones más antiguas, la frase es “Dios quiso tentar a Abraham”. “Tentar” y “probar” son parecidas, incluso eran sinónimos en el castellano más antiguo, pero la verdad “tentar” tiene otra connotación.) Entonces, retomando, cuando Abraham dice “Dios proveerá”, según Kierkegaard, Abraham está tentando a Dios, se está poniendo por encima de la moral, y en lugar de tentarse con obedecer, en lugar de tentarse con lo moral, ofrece a lo absoluto tentarse con otra idea, la de proveer. Kierkegaard plantea: Si Abraham hacía bien al obedecer a Dios, Abraham es un asesino. Si no tenemos en cuenta esto de que Abraham tentó a Dios, Abraham es un asesino porque iba a convertirse en filicida. Si Abraham hacía bien, entonces matar está bien. Y si matar era incorrecto, entonces amar a Dios estaba mal. Amar a Dios y matar al hijo aparecen de la mano en la historia de Abraham. Esto es lo que Kierkegaard advierte, para decir que la fe es una paradoja.
En la paradoja está la fe, la fe en Dios, pero la fe en que Dios proveerá, no la fe de que Dios exista, no es lo mismo: no es simplemente que existe sino que provee . Y provee acá , cuando me pone en un callejón sin salida, en el callejón sin salida en que me pone. Kierkegaard dice “la fe no es un impulso de orden estético, no es el inmediato instinto del corazón, sino la paradoja misma de la vida”. O sea, Abraham está ante la encrucijada de desconocer a Dios (lo general) o desconocer a su hijo (lo particular). Ahí es donde hace falta un acto de fe que se salga de esta oposición complementaria particular-general, y que ponga algo diferente, algún elemento para que el juego siga. Ese elemento es un elemento que no es ni particular ni general: es un tercero excluido, es singular y es una paradoja. Es el enunciado que dice “Dios provee”, un enunciado que, según entiende Kierkegaard, apuesta a obtener lo general y lo particular a un tiempo.
Vamos a dilucidar esto sirviéndonos de la matemática de conjuntos. ¿Se acuerdan de la matemática de conjuntos? Con un rectángulo se dibujaba el conjunto universal. Adentro se dibuja con un círculo un conjunto particular. Podemos decir que el conjunto A es el conjunto de las tarariras, y el conjunto U (por universal) es el conjunto de los peces. Si el conjunto U es la moral, podemos decir que el conjunto A es el Bien, y que todo lo que no es el conjunto A es el Mal. Lo siguiente pasa mucho en la historia: que aparece algo que no es ni bien ni mal, no es ni A ni no-A, es el tercero excluido. No sé si oyeron hablar del tercero excluido, que en la lógica clásica está prohibido, pero en la historia se da. Clásicamente, no hay lógica para el tercero. En la vida, por ejemplo, una relación amorosa puede comenzar por un tercero excluido.
¿Qué es un conjunto universal? La conjunción de pares complementarios, la conjunción de opuestos que forman un todo, bien o mal, peronistas o radicales, River o Boca, A y no-A, no importa qué. Un conjunto universal es tal que da la sensación de que incluye todo . ¿Todo? Veamos. ¿Qué pasa si algo aparece acá, en el límite entre el bien y el mal? Esto no funciona en dos dimensiones, pero asumamos las condiciones que el pizarrón nos pone y digamos que ahí aparece un tercero excluido afuera del conjunto U. Esta singularidad es el acto de fe, es Abraham, es San Pablo o es la Revolución de Mayo. Cuando emerge semejante cosa, el conjunto U ya no sirve para vivir en el mundo, ya no ordena nada, porque esta singularidad destituye el orden que U había establecido. Y entonces el conjunto U tiene que censurar la singularidad o simplemente ignorarla. Pero está la posibilidad de no dejar que U se reformule, y hacer que la potencia de esa singularidad, su llamita, se extienda en toda la situación que antes reglaba U.
Esto es lo que hace San Pablo. No sé si conocen más o menos la historia de Pablo, el relato de Damasco. Pablo era un judío que iba persiguiendo judíos cristianos. A los herejes que tomaban a Cristo como el Mesías, los perseguía y excomulgaba, cuando menos. En el camino a Damasco, en una de sus persecuciones, se le aparece una luz. Queda ciego por tres días, sin comer ni beber, y después dice “Ah, esa luz era Cristo. Cristo resucitó”. Ésa es una singularidad. Y luego dice “Si cristo resucitó, todos resucitamos, porque si Cristo resucitó no existe más la muerte”. Pablo se postula como descendiente de Abraham, y es él Pablo el que dice que Abraham es padre de la fe. Dice “Abraham es padre de la fe y nosotros somos sus hijos”. Habían pasado tres mil años, pero “nosotros” somos sus hijos.
No tiene nada que ver con lo que nos cuenta la Iglesia, por cierto: la Iglesia cuenta que Jesús resucitó, mientras que Pablo dice “Todos resucitamos; la muerte ya no existe”. La prédica de Pablo consiste en hacer saber a todos que la muerte ha terminado, y dejar de vivir bajo la ley de la muerte. Para Pablo , la ley de la muerte es la ley judía, es el saber griego, y la ley romana (recordemos que Pablo vivía en el Imperio romano). Así, lo que hace Pablo es tomar un punto singular, un punto de verdad, y universalizarlo. Trata de que la situación se reorganice bajo lo que enseña esta singularidad.
Esta singularidad es, también, lo más parecido a lo radicalmente otro que podemos experimentar. Filósofos como Kant, Heidegger y Badiou parten de la siguiente premisa: “El ser en sí está perdido”. Podemos tener alguna noticia de eso a través de diferentes medios: para Heidegger a través de la poesía, para Kant a través de la ética, y para Badiou a través del acontecimiento, de lo radicalmente nuevo, o la verdad . Esta singularidad no es el ser en sí, pero es lo más cercano al ser que tenemos. Y es, según Badiou, la verdad de una situación. Es raro que se llame “verdad” a lo excluido, pero ¿por qué Badiou le dice verdad? Porque eso excluido es la condición de funcionamiento de toda situación. ¿Recuerdan ese rompecabezas que tiene dieciséis lugares pero quince piezas cuadraditas que se van moviendo? Ese rompecabezas no funciona si tiene las dieciséis piezas: la pieza excluida es la condición de que funcione el rompecabezas. La singularidad, digamos, es esa pieza metiéndose en el rompecabezas, impidiendo que ese rompecabezas funcione como hasta entonces, y obligando a una revaluación o reformulación de la situación. Se puede reformular desde U, para que vuelva a haber orden, o se puede reformular desde el exceso, desde la singularidad, para decirles a todos cuál es la verdad de la situación en que vivimos. En la línea de Badiou y también en la de San Pablo , la ética consiste en propagar los efectos de la singularidad que se presentó. [5] Pablo, en vez de replegarse en una mística por haber visto esa luz enceguecedora, que era Cristo resucitado, lo difunde.
Participante: Él organiza lo universal .
Pablo Hupert: El universaliza algo singular y reorganiza la situación en ese momento. Después el Imperio romano va a declarar la religión cristiana como religión oficial, pero eso ya no tiene que ver con Pablo.
Participante: A ver si entendí bien: él sale de la ley romana, del saber griego, y también de la ley judía.
Pablo Hupert: Sí, él era un judío que perseguía a los judíos cristianos. En este sentido tiene una marcada diferencia con Pedro, el otro gran apóstol, al que llaman el primer Papa, porque Pedro consideraba que la verdad de Cristo era sólo para los judíos, que había que hablarles de Cristo sólo a los judíos, porque Cristo era judío. Para Pablo, Cristo ya no es el mesías de los judíos sino que es la verdad de que no hay muerte —y mortales somos todos, no solamente los judíos.
Participante: Está bueno eso; ésa es su singularidad.
Pablo Hupert: Está buenísimo. Insisto con una idea: un camino posible, cuando se presenta algo sagrado, algo radicalmente otro, que tiene algo que ver con el ser en sí, es el repliegue místico/estético en la incomunicabilidad de ese algo que se presenta. Borges define qué es la experiencia estética: la experiencia estética es la “inminencia de una revelación que nunca se produce”. [6] Ése sería el camino estético: quedarnos ahí, a ver si se produce, y quedarnos en el goce sublime de que se está por producir, quedarnos alelados en esa inminencia. No sé si alguna vez lo sintieron, es algo que nos pasa ante una obra de arte, una película, etc. Es una sensación realmente muy linda, pero es algo que no se produce, que se queda ahí donde está. El camino místico sería el camino en que la revelación ya no sólo es inminente, sino que se produjo. Pero no la comunico porque no hay forma de comunicar sin que se deteriore al comunicarla. Esto les habrá pasado, vivir algo muy fuerte, muy tenso, que no pueden comunicarlo, porque, al comunicarlo, se pierde. Como un chiste que no se puede contar porque no causa gracia en otra situación más que en la que se produjo.
Vemos que los humanos podemos tomar diferentes caminos frente a lo radicalmente otro: el estético, el místico, y el ético. El ético es el de universalizar, el de buscar modos de vivir según el hecho de que existe algo distinto a este infierno cotidiano, darle espacio para que se expanda y persista: darle espacio y hacerlo durar, como dice Calvino.
Antes de pasar a la Revolución de Mayo, diré que historias como la de Abraham y la de Jesús sirven para pensar nuestra vida: La utilidad de estas historias y de estas reflexiones no depende creer que estas historias son verídicas.
Quería tratar de pensar con estos elementos la historia de la Revolución de Mayo. La Revolución de Mayo se puede entender como un acto de fe. Belgrano dice en su autobiografía: “Me había persuadido de que los americanos, al sólo oír ‘libertad’, aspirarían a conseguirla”. [7]O sea, al sólo oír la palabra “libertad”, se revelarían. Esto pasó concretamente: el 25 de mayo de 1811, al cumplirse un año de la Revolución de Mayo, Castelli, en calidad de comisionado político del Ejército del Norte, hace una ceremonia muy solemne en las ruinas de Tiahuanaco frente a los indígenas que había por ahí, y los declara iguales a todos los hombres, según los ideales de la Revolución Francesa : da por abolida la mita (la mita era un servicio semi-esclavo que debían prestar los indígenas a algunos blancos.). Castelli es derrotado en Huaqui un mes después, y uno o dos meses más tarde lo destituyen del cargo, es juzgado y muere de un cáncer de lengua, en 1812. Pero subrayo qué acto de fe más cándido que declarar la abolición de la mita en las ruinas de Tiahuanaco. Tiahuanaco ya era ruinas (Castelli tampoco estaba en el Cerro de Potosí). Como se vio luego de su declaración, tampoco tenía las herramientas concretas para abolir efectivamente la mita.
Participante: Esto es un acto de ética.
Pablo Hupert: Es un acto de fe. Estoy con el acto de fe, después voy a hablar de la prolongación de esto como acto de ética revolucionaria.
Encontramos la kierkegaardiana paradoja de la fe en un escrito de Moreno: “Yo titubeé en medio de las mayores dificultades, temiendo el empezar y ansiando el acabar, excitado por mi adhesión a la patria, contenido por los escrúpulos y agitado entre la esperanza del éxito y el temor del malogro”. [8] Me parece lo más parecido que podemos encontrar en un relato no bíblico a Temor y temblor , ese momento de levantar el cuchillo frente al hijo, “contenido por los escrúpulos y agitado por la esperanza del éxito”. Bien; volviendo a Mayo, Moreno escribe, también en 1810:
“Los vínculos que unen el pueblo al rey son distintos de los que unen a los hombres entre sí mismos. Un pueblo es pueblo antes de darse a un rey, y de aquí es que, aunque las relaciones sociales entre los pueblos y el rey quedasen disueltas por el cautiverio de nuestro monarca [recordarán que el rey Fernando VII estaba encarcelado por Napoleón], los vínculos que unen un hombre a otro en sociedad quedarán subsistentes, porque no dependen de los vínculos con el rey.” [9]
Decir esto, no sé si es ponerse, como el Abraham de Kierkegaard, en una relación absoluta con lo absoluto, pero sí es ponerse en un nivel regio con lo regio en tiempos de absolutismo monárquico . Porque, mientras la teoría absolutista establecía que el rey es la fuente de toda legitimidad, Moreno afirma que el pueblo es la fuente de toda legitimidad, y que el rey es una derivación del pueblo, y no al revés. Acto de fe, acto paradójico: por esto es acto.
Y otra paradoja conocida: el 25 de mayo la Primera Junta de Gobierno jura fidelidad a Fernando VII. Es una paradoja muy difícil de entender, creo que incompresible —al menos hasta ahora los historiadores no pudimos entender por qué la Revolución se considera a sí misma revolucionaria, y por qué al mismo tiempo jura por rey Fernando VII. Por qué los realistas reaccionan frente a esa revolución, por ejemplo en Córdoba o en el Alto Perú, a pesar de que la Junta se había constituido jurando fidelidad al monarca. Hasta qué punto iba en serio lo de la fidelidad al monarca, que la independencia no se declara hasta 1816, que cuando Belgrano crea una bandera nacional el Triunvirato la desconoce (no sé si sabían eso). En breve: 25 de mayo, acto paradójico.
Ahora bien, ¿qué fue la Revolución de Mayo? Un a vez echados a andar, ¿qué tengo que hacer para que la llama de la revolución no se apague? ¿para que la potencia productiva de la revolución, o la potencia transformadora se despliegue y no aborte? Miren lo que Andrés Rivera, en su La revolución es un sueño eterno , le hace decir a Castelli, ya convaleciente, en 1812:
¿Qué juramos el 25 de mayo de 1810 arrodillados en el piso de ladrillos del Cabildo? ¿Qué juramos en el piso de ladrillos de la sala capitular del Cabildo, las cabezas gachas, la mano de uno sobre el hombro de otro? ¿Qué juré yo, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la mano sobre el hombro de Saavedra, y la mano de Saavedra sobre los evangelios, y los evangelios sobre un sitial cubierto por un mantel blanco y espeso? ¿Qué juré yo, en ese día oscuro y ventoso, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la chaqueta abrochada y la cabeza gacha, y bajo la chaqueta abrochada dos pistolas cargadas? ¿Qué juré yo, de rodillas sobre los ladrillos de la sala capitular del Cabildo a la luz de velones y candiles, la mano sobre el hombro de Saavedra, la chaqueta abrochada, las pistolas cargadas bajo la chaqueta abrochada, la mano de Belgrano sobre mi hombro? ¿Qué juramos allí en el Cabildo ese día oscuro y otoñal de mayo? ¿Qué juró Saavedra, qué Belgrano mi primo?… ¿Y qué el doctor Moreno, que me dijo “Rezo a Dios para que a usted, Castelli, y a mí, la muerte nos sorprenda jóvenes”?
¿Juré yo morir joven? ¿Y a quién juré? ¿Y por qué? [10]
Es decir, el acto fue cometido, fue perpetrado, y se echó a andar. ¿Qué fue lo que hice ese día, en qué consistió ese acto, y cómo serle fiel a eso? Pablo tardó tres días en decir “lo que pasó fue la imagen de Cristo resucitado”. En estas tierras se va a tardar mucho tiempo en llegar a una visión compartida sobre qué se juró el 25 de mayo de 1810, hasta 1880, o 1853 como lo más temprano. En el interregno, qué fue lo que se juró (entendámonos: qué se actuó) ese día es la discusión entre facciones que todo el tiempo vamos a estar viendo, sobre todo en las décadas de 1810 y 1820.
Les cuento ahora algunas cosas de algunos revolucionarios distinguidos de Mayo, como para ver cómo responden a esta pregunta que se hace Castelli, cómo son fieles a esa Revolución de Mayo, a ese acto.
Uno es Monteagudo. Además de tener algunas calles por ahí, Monteagudo fue el escriba de la mayoría de los documentos de San Martín en Chile, de la constitución del Perú, de la constitución que se le propone a la Asamblea del año XIII, escribió buena parte del órgano oficial de la revolución que era La Gaceta , fue fundador de la Sociedad Patriótica a fines de 1811 y quien escribía sus textos. La Sociedad Patriótica es una sociedad que se funda para lograr que el gobierno revolucionario declare la independencia, y para ser fiel a Moreno (que había muerto a principios de 1811) —o, mejor dicho, para ser fiel al modo en que Moreno fue fiel a Mayo. Un acto de fidelidad de Monteagudo es entonces crear la Sociedad Patriótica. Monteagudo nace en 1789, pocos meses después de la Revolución Francesa , y muere en 1825, pocos meses después de la batalla Ayacucho , que es, además de una calle, la batalla en la que se borra la presencia militar realista en América. Así que Monteagudo tiene unas fechas de nacimiento y de muerte bastante significativas: Revolución Francesa y fin de la presencia española en América. En 1809, en fidelidad a la Revolución Francesa , Monteagudo participa en el levantamiento de Chuquisaca y La Paz, que fue un levantamiento similar al del 25 de Mayo de 1810, pero fallido.
A Monteagudo se lo puede seguir a través de distintos actos revolucionarios por la emancipación de América y la construcción de un organismo político, de unos países según los republicanos principios de la Revolución Francesa. En algún momento, sin embargo, se encuentra con que “no podemos tener división de poderes. Como estamos en guerra necesitamos un gobierno dictatorial, nada de Triunvirato, nada de Junta Grande: gobierno dictatorial unipersonal.” (la cita es una síntesis aproximada y no es literal). Les cuento esto para graficar lo que es la fidelidad. Cada acto de fidelidad no se deduce del anterior, sino que es un nuevo acto. Una cadena de fidelidad es una cadena de actos, y no una sucesión de pasos lógicos. Hay que pensar, hay que inventar de nuevo, cómo se es fiel al significado del primer acto. Si los actos fieles se dedujeran del acto inaugural, no estaríamos en un camino ético, sino que estaríamos obedeciendo y por lo tanto estaríamos en un camino moral. ¿Está claro esto?
Vayamos ahora tras los actos de San Martín. San Martín es un militar exitoso en España, condecorado, que vuelve de España con Carlos María de Alvear en 1812 a hacer triunfar la Revolución de Mayo que está militar y políticamente amenazada porque en ese momento el realismo toma fuerza nuevamente, dado que es liberado Fernando VII. San Martín es el prócer por antonomasia, el de conducta intachable, el de ninguna vacilación ni engolosinamientos con el poder, el de ningún uso de sus resortes militares para volcar la situación a su favor, y sobre todo el prócer absolutamente consecuente con sus principios y obediente de los designios de la Patria. Sin embargo, en un momento, junto con Alvear da un golpe de Estado. Derriba al primer Triunvirato e impone el segundo Triunvirato. En otro momento decide que no tiene que participar del gobierno, se va de Buenos Aires con sus granaderos a Cuyo, porque el Triunvirato lo manda a organizar el Ejército del Norte. En Cuyo se desliga de las órdenes que le da el Triunvirato (aunque él opinaba que tenía que haber un gobierno central fuerte, le parece que lo mejor es desentenderse de las órdenes cuando son contrarias a los objetivos de la campaña del Norte), y como gobernador de Cuyo organiza el ejército (esto de las mujeres cosiendo las banderas y demás epopéyicos esfuerzos). Esto no lo hace con los recursos del gobierno central sino con los recursos del gobierno de Cuyo, con el apoyo de particulares, etc. Hay más. En otro momento, San Martín ve que el choque frontal con los realistas del Alto Perú es imposible. Ahí el acto fiel es pensar que la liberación tiene que venir liberando a Chile y a Perú. Pone a Güemes a defender el Norte y se va para otro lado. ¿Qué quiero señalar con estos actos de fidelidad? Que no se puede decir que estos revolucionarios tuvieran una línea de conducta, aunque se habla de línea de conducta, porque no son lineales sus conductas: luego del acto del 25 de Mayo, realizan un acto que juzgan necesario, y luego de ese es necesario otro, que no sigue necesariamente en la misma línea que el anterior. Este tercer acto no se deduce del segundo, no es su continuación previsible, así como el segundo tampoco lo es del primero. Es una línea quebrada. La fidelidad es, justamente, esta cadena de actos inventivos, no deducibles de los actos precedentes.
Otro es Sarmiento. Voy a ser breve con Sarmiento: alguien que es fiel con la llamada Generación del ’37, que es un grupo de ilustrados, la mayoría de los cuales es echada por Rosas y emigra a Montevideo. En la década de 1840, los franceses bloquean el puerto de Buenos Aires. Después de muchas deliberaciones los exiliados en Montevideo deciden, por fidelidad a la Revolución de Mayo, apoyar el bloqueo francés a la Confederación rosista. Es una decisión temeraria y no es nada deducible de los actos previos de la Revolución de Mayo. Quería señalar, nuevamente, el carácter quebrado e imprevisible de toda cadena de fidelidad.
Para redondear, digo: frente a lo radicalmente otro, que se presenta a veces, hay tres caminos: un camino moral, que lo desconoce, un camino estético-místico, que no lo propaga, y un camino ético, que consiste en declarar que algo ocurrió y en declarárselo a todos los habitantes de la situación en que eso ocurrió. Cualquiera de los tres, requiere una organización determinada, una forma de organizarse en función de eso. Si vamos a centrarnos en el camino moral, es la organización social, o la organización institucional de, por ejemplo, la Iglesia, que convierte el acontecimiento “resurrección” en la pieza clave de un aparato moral.
Participante: La Iglesia hace moral lo que Pablo hizo ético.
Pablo Hupert: Sí. Ahí es cuando la cadena de fidelidad se agota.
Participante: Cuando se institucionaliza.
Pablo Hupert: Sí. Debo hacer una aclaración. Aunque yo hablé de individuos, el camino ético requiere una organización colectiva, no hay ética en soledad. Salvo por Abraham, pero Abraham es sobrenatural —no es nuestro caso. El cristianismo paulino hacía sus asambleas y tenía su organización colectiva (las Cartas que envía a las diferentes comunidades así lo muestran). Nosotros estamos acostumbrados a la organización de partidos políticos, las revoluciones que conocemos del siglo XX fueron llevadas a cabo por partidos políticos. No es el caso de la Revolución de Mayo, ni el de la Revolución Francesa , pero sí hubo organizaciones, facciones se llamaron a veces, ejércitos, Junta Grande, Primera Junta, Sociedad Patriótica, como fuera.
Bueno. Hoy la cadena se corta en este punto. Un próximo punto sería pensar cómo es esto hoy, si permite pensar la subjetivación en la época de la globalización, pero eso queda para otra vez.
[Aplausos]
Pablo Hupert: Me encantaría oír preguntas, pareceres, cuestionamientos.
Participante: Badiou plantea también el amor como otra forma de contacto con lo otro. Es una comunidad de dos, ¿o también queda envuelto dentro de lo social-general?
Pablo Hupert: Yo creería que es un colectivo de dos, y tal vez ni siquiera de dos: son dos cuerpos. Se habla de la pareja como un solo sujeto de amor. Pero en todo caso lo importante es que son más de uno. En el arte hay movimientos artísticos, en la ciencia hay comunidad científica…
Participante: Es delicado. Porque Si lo radicalmente otro es lo absoluto, a quello a lo que le damos carácter de verdadero, es lo otro, lo absoluto. Entonces está en lo que evaluemos como es verdadero. ¿Mis juicios son los verdaderos?
Pablo Hupert: Exactamente esa es la cuestión. Por eso no se puede hacer solo, porque si lo hacés solo sos un delirante, estás afuera de la moral, afuera del universo simbólico instituido.
Participante: Estás afuera del tiempo. Porque ha habido visionarios que se han adelantados a su tiempo. No hay ninguna vanguardia no hay ninguna vanguardia que se dé al compás del tiempo. Si es vanguardia está fuera del tiempo.
Pablo Hupert: Tal vez si no está situada en su tiempo, si la vanguardia es anacrónica, será vanguardia pero no está presente en la situación. Habría que pensarlo más. Quizá termina estando presente en otra situación. Sé me ocurre Nietzsche como un “loco lindo” de su época, que produce efectos después, en otra situación.
Pero es cierto, es delicado, muy delicado el tema de qué es lo verdadero y cuál es la verdad a la que le somos fieles, porque es una verdad sobre la cual no hay garantías: no hay forma de comprobar de antemano que una verdad es la verdad. Pero al menos podemos distinguir entre lo que nosotros llamamos verdad cotidianamente y lo llamaríamos verdad singular o verdad de la situación. Supongamos que decimos “una tararira es un pescado”; nosotros consideramos que ese enunciado es verdadero. Pero Badiou denomina verídico a ese enunciado, admisible como enunciado del conjunto U, para diferenciarlo de lo verdadero, que no es accesible desde el universo simbólico establecido. Y como no es accesible, no hay forma de comprobarlo: cualquier enunciado sobre lo verdadero es una apuesta.
Participante: Ser fiel a lo verdadero es gravísimo cuando esa verdad implica una serie de actos que parten de algo que no estamos seguros de que es verdad. La fidelidad de Castelli implicó por ejemplo fusilar a Liniers.
Pablo Hupert: Si estás en el Cabildo el 25 de Mayo de 1810, no se te ocurre pensar que eso es falso. La potencia de eso es palpable: te toma.
Participante: Ellos sabían muy bien lo que estaban haciendo.
Pablo Hupert: ¿Te parece? Monteagudo escribe “nosotros no vamos a saber cuál va a ser la organización definitiva de este país.” Ni siquiera sabía cuáles serían los límites geográficos que tendría el nuevo país.
Participante: No están nada seguros de lo que están haciendo, que es lo que nos pasa siempre.
Pablo Hupert: Esta cadena de fidelidad se llama también “proceso de verdad”. No es una verdad que es verdad de entrada sino una verdad que hay que universalizar. O sea, por medio de un proceso, de una cantidad de actos (hay una cadena infinita de actos) hay que universalizarla, convertirla en algo que nos pasa a todos. Para hacer eso, hay que suponer que el proceso de verdad está terminado, que ya es una verdad. Por eso Pablo dice “si Cristo resucitó, no hay más muerte; si Cristo no murió, no hay más muerte”. Obviamente, la gente se moría por esos días. Pero él asumía que el fin de la muerte era el resultado del proceso de verdad. Sólo faltaba universalizar esa verdad.
Por otro lado está este plante de Sarmiento. Sarmiento dice, en Facundo , ”el último tiro de la revolución no ha sonado aún”. Veinte páginas después dice “La revolución de la República Argentina ya está terminada”.[Risas.] Parece que Sarmiento era muy divertido, a pesar de esas fotos con cara seria, que era un personaje entrañable. Y agrega “Sólo la existencia del execrable tirano [Rosas] que ella engendró estorba que hoy mismo entre la Argentina en una carrera de progreso que pudieran envidiarle bien pronto los pueblos americanos”. [11] Es decir, el proceso de verdad está terminado, la revolución ya se realizó, ya trajo prosperidad, libertad, igualdad y Constitución al país (salvo por Rosas y que no tenemos Constitución). [Risas] ¿Eso qué quiere decir? Desbrocemos el camino de obstáculos y la verdad se va a realizar en nuestra situación, se va a universalizar.
Participante: ¿Un acto de fidelidad es un acto singular necesariamente? ¿Cada acto de fidelidad es necesariamente un acto singular respecto de la situación, o con que solamente no se deduzca de los actos anteriores alcanza para que sea acto de fidelidad?
Pablo Hupert: Pasarse al bando realista no se deduce de hacer la revolución o de declarar la libertad de los indios. No se deduce, pero no es fiel a la Revolución de Mayo. La fidelidad está orientada a evitar que se reabsorba la singularidad de ese excluido que se presentó.
Participante: ¿Sería posible que pudieras contextualizar saliendo de la Revolución de Mayo y de Pablo en una situación totalmente cotidiana?
Pablo Hupert: Vamos a intentar dos o tres. Una, el psicoanálisis: el psicoanálisis inventa este dispositivo tan raro, que hoy nos parece natural, pero hace cien años atrás era extrañísimo. Esta cosa tan rara de acostarse tres o cuatro veces por semana y hablar mirando al techo con un tipo que me está mirando, para que no se cierre eso que en algún momento se logró abrir a través del síntoma, a través de la asociación libre, etc. Cuando uno logra atravesar sus corazas y ver algo en uno, uno más o menos rápidamente trata de racionalizarlo, negarlo, lo que sea, para que deje de estorbar. El psicoanálisis trata de ser fiel, trata de mantener abierta esa brecha por la cual se coló esta singularidad, este excluido de la conciencia del paciente. De nuevo, no alcanza con uno, hace falta una organización con más de uno. Badiou dice “un proceso de verdad es un proceso serio. La militancia es algo serio”. [12] Algo comprometido, algo riguroso…
Participante: ¿Y en qué forma estarían dados esos diversos actos, siguiendo con el psicoanálisis? Esa cadena ¿estaría dada dentro del mismo proceso del análisis en los diferentes períodos o formas que van surgiendo sobre el análisis?
Pablo Hupert: Tendría que ser psicoanalista para poder contestarte eso. Yo te puedo hablar sobre estas generalidades nada más. Paso a otro proceso de verdad bien cercano a nosotros. Es un proceso que está interrumpido, en el que yo intenté participar junto a Ignacio Lewkowicz y Andrés Pezzola : en 1999 hubo una cantidad de tomas en las facultades de las universidades nacionales. En la Facultad de Filosofía y Letras la toma duró diez días, y a pesar de que la Facultad estaba tomada, la Facultad funcionó. Pero funcionó sin exámenes, sin alumnos, sin profesores. Se presentó una singularidad. Y cuando la toma se levantó, volvió a haber alumnos, profesores, exámenes, clases… Eso sería largo de contar en detalle, aunque sería muy lindo. Algunos de los que estuvieron en esa toma intentaron distintas formas de fidelidad, por ejemplo se presentaron a elecciones, hicieron ese camino, y resultó fallido, porque terminaron siendo una agrupación más. No pudieron mantener, ya sin toma , la productividad de esa toma, de esa facultad funcionando sin profesores ni alumnos, sin exámenes. Nosotros intentamos, con escritos, otras cosas y un libro que nunca se publicó, ser fieles a esa toma, a ese funcionamiento singular de la Facultad de Filosofía y Letras que llamamos “universidad del pensamiento” para diferenciarla de la normal “universidad del saber”, que es la que conocemos. Si quieren, en otro momento les cuento más.
Para concluir, por hoy nomás. Nuestro acceso a lo absolutamente otro está absolutamente perdido. Con lo que los humanos sí nos encontramos es con lo radicalmente otro, eso que aquí, hoy, podríamos llamar sagrado y que tiene activa potencias humanas que “nuestro infierno cotidiano” mantiene inactivas. Lo radicalmente otro se presenta en los actos de los hombres, en los acontecimientos de las situaciones en que los hombres estamos.
Siempre hay un acontecimiento al que serle fiel. No hace falta esperar que venga un acontecimiento o una cadena de fidelidad interrumpida. Ese acontecimiento, ese acto, al que serle fiel puede haber sido hace cinco minutos o hace cinco mil años. Lo diré con palabras de Badiou: [13]
“Mas si todo depende de un acontecimiento, ¿hay que esperar? Ciertamente no. Muchos acontecimientos, incluso muy lejanos, exigen ahora que se les sea fieles. El pensamiento no espera, y jamás ha agotado su reserva de fuerza, excepto para quien sucumbe a la conformidad, que es la vía de la muerte.
“Además, de nada sirve esperar, porque está en la esencia del acontecimiento no estar precedido por ningún signo, y sorprendernos con su gracia.”
* Este texto es la desgrabación de la disertación pronunciada con este título en el Ciclo “La vivencia de lo sagrado”, organizado porEspacio y… lugar cultural . Me han preguntado ¿qué hace un ateo hablando sobre lo sagrado? Me pareció que el espacio en ese ciclo era una buena ocasión para pensarlo. ¿Qué es sagrado desde un punto de vista terrenal? ¿Y qué hacemos los terrestres con eso?
Este texto está disponible en www.pablohupert.com.ar . Quien desee leerlo impreso puede conseguir una copia por una suma mínima en la institución.
[1] Correo electrónico de marzo de 2006.
[2] Calvino, Ítalo, en Las ciudades invisibles , varias ediciones .
[3] Kierkegaard, Sören, Temor y temblor , varias ediciones.
[4] Íd., p. 61.
[5] Badiou, San Pablo. La fundación del universalismo , Anthropos, Madrid, 1999.
[6] En “La muralla y los libros”, en Otras inquisiciones , ediciones varias .
[7] Manuel Belgrano, Autobiografía del General Manuel Belgrano , de 1814, Biblioteca de Mayo, t. 2, p. 968.
[8] Plan Revolucionario de Operaciones , de 1810.
[9] Gazeta de Buenos Ayres , 13 de noviembre de 1810, edición extraordinaria.
[10] La revolución es un sueño eterno , Alfaguara, Buenos Aires, 2000, p. 145-6.
[11] Facundo, ediciones varias, capítulo II de la Tercera Parte.
[12] Por ejemplo, en La ética. Ensayo sobre la conciencia del mal , en Acontecimiento n° 8, 1994.
[13] En San Pablo… , p. 121.
Volver a www.pablohupert.com.ar
también en San Pablo, la ética consiste en propagar los efectos de la singularidad que se presentó. Pablo, en vez de replegarse en una mística por haber visto esa luz enceguecedora, que era Cristo resucitado, lo difunde.
Participante: Él organiza lo universal
Pablo Hupert: El universaliza algo singular y reorganiza la situación en ese momento. Después el Imperio romano va a declarar la religión cristiana como religión oficial, pero eso ya no tiene que ver con Pablo.
Participante: A ver si entendí bien: él sale de la ley romana, del saber griego, y también de la ley judía.
Pablo Hupert: Sí, él era un judío que perseguía a los judíos cristianos. En este sentido tiene una marcada diferencia con Pedro, el otro gran apóstol, al que llaman el primer Papa, porque Pedro consideraba que la verdad de Cristo era sólo para los judíos, que había que hablarles de Cristo sólo a los judíos, porque Cristo era judío. Para Pablo, Cristo ya no es el mesías de los judíos sino que es la verdad de que no hay muerte —y mortales somos todos, no solamente los judíos.
Participante: Está bueno eso; ésa es su singularidad.
Pablo Hupert: Está buenísimo. Insisto con una idea: un camino posible, cuando se presenta algo sagrado, algo radicalmente otro, que tiene algo que ver con el ser en sí, es el repliegue místico/estético en la incomunicabilidad de ese algo que se presenta. Borges define qué es la experiencia estética: la experiencia estética es la “inminencia de una revelación que nunca se produce”.[5] Ése sería el camino estético: quedarnos ahí, a ver si se produce, y quedarnos en el goce sublime de que se está por producir, quedarnos alelados en esa inminencia. No sé si alguna vez lo sintieron, es algo que nos pasa ante una obra de arte, una película, etc. Es una sensación realmente muy linda, pero es algo que no se produce, que se queda ahí donde está. El camino místico sería el camino en que la revelación ya no sólo es inminente, sino que se produjo. Pero no la comunico porque no hay forma de comunicar sin que se deteriore al comunicarla. Esto les habrá pasado, vivir algo muy fuerte, muy tenso, que no pueden comunicarlo, porque, al comunicarlo, se pierde. Como un chiste que no se puede contar porque no causa gracia en otra situación más que en la que se produjo.
Vemos que los humanos podemos tomar diferentes caminos frente a lo radicalmente otro: el estético, el místico, y el ético. El ético es el de universalizar, el de buscar modos de vivir según el hecho de que existe algo distinto a este infierno cotidiano, darle espacio para que se expanda y persista: darle espacio y hacerlo durar, como dice Calvino.
Antes de pasar a la Revolución de Mayo, diré que historias como la de Abraham y la de Jesús sirven para pensar nuestra vida: La utilidad de estas historias y de estas reflexiones no depende creer que estas historias son verídicas.
Quería tratar de pensar con estos elementos la historia de la Revolución de Mayo. La Revolución de Mayo se puede entender como un acto de fe. Belgrano dice en su autobiografía: “Me había persuadido de que los americanos, al sólo oír ‘libertad’, aspirarían a conseguirla”. O sea, al sólo oír la palabra “libertad”, se revelarían. Esto pasó concretamente: el 25 de mayo de 1811, al cumplirse un año de la Revolución de Mayo, Castelli, en calidad de comisionado político del Ejército del Norte, hace una ceremonia muy solemne en las ruinas de Tiahuanaco frente a los indígenas que había por ahí, y los declara iguales a todos los hombres, según los ideales de la Revolución Francesa: da por abolida la mita (la mita era un servicio semi-esclavo que debían prestar los indígenas a algunos blancos.). Castelli es derrotado en Huaqui un mes después, y uno o dos meses más tarde lo destituyen del cargo, es juzgado y muere de un cáncer de lengua, en 1812. Pero subrayo qué acto de fe más cándido que declarar la abolición de la mita en las ruinas de Tiahuanaco. Tiahuanaco ya era ruinas (Castelli tampoco estaba en el Cerro de Potosí). Como se vio luego de su declaración, tampoco tenía las herramientas concretas para abolir efectivamente la mita.
Participante: Esto es un acto de ética.
Pablo Hupert: Es un acto de fe. Estoy con el acto de fe, después voy a hablar de la prolongación de esto como acto de ética revolucionaria.
Encontramos la kierkegaardiana paradoja de la fe en un escrito de Moreno: “Yo titubeé en medio de las mayores dificultades, temiendo el empezar y ansiando el acabar, excitado por mi adhesión a la patria, contenido por los escrúpulos y agitado entre la esperanza del éxito y el temor del malogro”. Me parece lo más parecido que podemos encontrar en un relato no bíblico a Temor y temblor, ese momento de levantar el cuchillo frente al hijo, “contenido por los escrúpulos y agitado por la esperanza del éxito”. Bien; volviendo a Mayo, Moreno escribe, también en 1810:
“Los vínculos que unen el pueblo al rey son distintos de los que unen a los hombres entre sí mismos. Un pueblo es pueblo antes de darse a un rey, y de aquí es que, aunque las relaciones sociales entre los pueblos y el rey quedasen disueltas por el cautiverio de nuestro monarca [recordarán que el rey Fernando VII estaba encarcelado por Napoleón], los vínculos que unen un hombre a otro en sociedad quedarán subsistentes, porque no dependen de los vínculos con el rey”
Decir esto, no sé si es ponerse, como el Abraham de Kierkegaard, en una relación absoluta con lo absoluto, pero sí es ponerse en un nivel regio con lo regio en tiempos de absolutismo monárquico. Porque, mientras la teoría absolutista establecía que el rey es la fuente de toda legitimidad, Moreno afirma que el pueblo es la fuente de toda legitimidad, y que el rey es una derivación del pueblo, y no al revés. Acto de fe, acto paradójico: por esto es acto.
Y otra paradoja conocida: el 25 de mayo la Primera Junta de Gobierno jura fidelidad a Fernando VII. Es una paradoja muy difícil de entender, creo que inentendible —al menos hasta ahora los historiadores no pudimos entender por qué la Revolución se considera a sí misma revolucionaria, y por qué al mismo tiempo jura por rey Fernando VII. Por qué los realistas reaccionan frente a esa revolución, por ejemplo en Córdoba o en el Alto Perú, a pesar de que la Junta se había constituido jurando fidelidad al monarca. Hasta qué punto iba en serio lo de la fidelidad al monarca, que la independencia no se declara hasta 1816, que cuando Belgrano crea una bandera nacional el Triunvirato la desconoce (no sé si sabían eso). En breve: 25 de mayo, acto paradójico.
Ahora bien, ¿qué fue la Revolución de Mayo? Un a vez echados a andar, ¿qué tengo que hacer para que la llama de la revolución no se apague? ¿para que la potencia productiva de la revolución, o la potencia transformadora se despliegue y no aborte? Miren lo que Andrés Rivera, en su La revolución es un sueño eterno, le hace decir a Castelli, ya convaleciente, en 1812:
¿Qué juramos el 25 de mayo de 1810 arrodillados en el piso de ladrillos del Cabildo? ¿Qué juramos en el piso de ladrillos de la sala capitular del Cabildo, las cabezas gachas, la mano de uno sobre el hombro de otro? ¿Qué juré yo, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la mano sobre el hombro de Saavedra, y la mano de Saavedra sobre los evangelios, y los evangelios sobre un sitial cubierto por un mantel blanco y espeso? ¿Qué juré yo, en ese día oscuro y ventoso, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la chaqueta abrochada y la cabeza gacha, y bajo la chaqueta abrochada dos pistolas cargadas? ¿Qué juré yo, de rodillas sobre los ladrillos de la sala capitular del Cabildo a la luz de velones y candiles, la mano sobre el hombro de Saavedra, la chaqueta abrochada, las pistolas cargadas bajo la chaqueta abrochada, la mano de Belgrano sobre mi hombro? ¿Qué juramos allí en el Cabildo ese día oscuro y otoñal de mayo? ¿Qué juró Saavedra, qué Belgrano mi primo? ¿Y qué el doctor Moreno, que me dijo “Rezo a Dios para que a usted, Castelli, y a mí, la muerte nos sorprenda jóvenes”?
Es decir, el acto fue cometido, fue perpetrado, y se echó a andar. ¿Qué fue lo que hice ese día, en qué consistió ese acto, y cómo serle fiel a eso? Pablo tardó tres días en decir “lo que pasó fue la imagen de Cristo resucitado”. En estas tierras se va a a tardar mucho tiempo en llegar a una visión compartida sobre qué se juró el 25 de mayo de 1810, hasta 1880, o 1853 como lo más temprano. En el interregno, qué fue lo que se juró (entendámonos: qué se actuó) ese día es la discusión entre facciones que todo el tiempo vamos a estar viendo, sobre todo en las décadas de 1810 y 1820.
Les cuento ahora algunas cosas de algunos revolucionarios distinguidos de Mayo, como para ver cómo responden a esta pregunta que se hace Castelli, cómo son fieles a esa Revolución de Mayo, a ese acto.
Uno es Monteagudo. Además de tener algunas calles por ahí, Monteagudo fue el escriba de la mayoría de los documentos de San Martín en Chile, de la constitución del Per??, de la constitución que se le propone a la Asamblea del año XIII, escribió buena parte del órgano oficial de la revolución que era La Gaceta, fue fundador de la Sociedad Patriótica a fines de 1811 y quien escribía sus textos. La Sociedad Patriótica es una sociedad que se funda para lograr que el gobierno revolucionario declare la independencia, y para ser fiel a Moreno (que había muerto a principios de 1811) —o, mejor dicho, para ser fiel al modo en que Moreno fue fiel a Mayo. Un acto de fidelidad de Monteagudo es entonces crear la Sociedad Patriótica. Monteagudo nace en 1789, pocos meses después de la Revolución Francesa, y muere en 1825, pocos meses después de la batalla Ayacucho, que es, además de una calle, la batalla en la que se borra la presencia militar realista en América. Así que Monteagudo tiene unas fechas de nacimiento y de muerte bastante significativas: Revolución Francesa y fin de la presencia española en América. En 1809, en fidelidad a la Revolución Francesa, Monteagudo participa en el levantamiento de Chuquisaca y La Paz, que fue un levantamiento similar al del 25 de Mayo de 1810, pero fallido.
A Monteagudo se lo puede seguir a través de distintos actos revolucionarios por la emancipación de América y la construcción de un organismo político, de unos países según los republicanos principios de la Revolución Francesa. En algún momento, sin embargo, se encuentra con que “no podemos tener división de poderes. Como estamos en guerra necesitamos un gobierno dictatorial, nada de Triunvirato, nada de Junta Grande: gobierno dictatorial unipersonal.” (la cita es una síntesis aproximada y no es literal). Les cuento esto para graficar lo que es la fidelidad. Cada acto de fidelidad no se deduce del anterior, sino que es un nuevo acto. Una cadena de fidelidad es una cadena de actos, y no una sucesión de pasos lógicos. Hay que pensar, hay que inventar de nuevo, cómo se es fiel al significado del primer acto. Si los actos fieles se dedujeran del acto inaugural, no estaríamos en un camino ético, sino que estaríamos obedeciendo y por lo tanto estaríamos en un camino moral. ¿Está claro esto?
Vayamos ahora tras los actos de San Martín. San Martín es un militar exitoso en España, condecorado, que vuelve de España con Carlos María de Alvear en 1812 a hacer triunfar la Revolución de Mayo que está militar y políticamente amenazada porque en ese momento el realismo toma fuerza nuevamente, dado que es liberado Fernando VII. San Martín es el prócer por antonomasia, el de conducta intachable, el de ninguna vacilación ni engolosinamientos con el poder, el de ningún uso de sus resortes militares para volcar la situación a su favor, y sobre todo el prócer absolutamente consecuente con sus principios y obediente de los designios de la Patria. Sin embargo, en un momento, junto con Alvear da un golpe de Estado. Derriba al primer Triunvirato e impone el segundo Triunvirato. En otro momento decide que no tiene que participar del gobierno, se va de Buenos Aires con sus granaderos a Cuyo, porque el Triunvirato lo manda a organizar el Ejército del Norte. En Cuyo se desliga de las órdenes que le da el Triunvirato (aunque él opinaba que tenía que haber un gobierno central fuerte, le parece que lo mejor es desentenderse de las órdenes cuando son contrarias a los objetivos de la campaña del Norte), y como gobernador de Cuyo organiza el ejército (esto de las mujeres cosiendo las banderas y demás epopéyicos esfuerzos). Esto no lo hace con los recursos del gobierno central sino con los recursos del gobierno de Cuyo, con el apoyo de particulares, etc. Hay más. En otro momento, San Martín ve que el choque frontal con los realistas del Alto Perú es imposible. Ahí el acto fiel es pensar que la liberación tiene que venir liberando a Chile y a Perú. Pone a Güemes a defender el Norte y se va para otro lado. ¿Qué quiero señalar con estos actos de fidelidad? Que no se puede decir que estos revolucionarios tuvieran una línea de conducta, aunque se habla de línea de conducta, porque no son lineales sus conductas: luego del acto del 25 de Mayo, realizan un acto que juzgan necesario, y luego de ese es necesario otro, que no sigue necesariamente en la misma línea que el anterior. Este tercer acto no se deduce del segundo, no es su continuación previsible, así como el segundo tampoco lo es del primero. Es una línea quebrada. La fidelidad es, justamente, esta cadena de actos inventivos, no deducibles de los actos precedentes.
Otro es Sarmiento. Voy a ser breve con Sarmiento: alguien que es fiel con la llamada Generación del ’37, que es un grupo de ilustrados, la mayoría de los cuales es echada por Rosas y emigra a Montevideo. En la década de 1840, los franceses bloquean el puerto de Buenos Aires. Después de muchas deliberaciones los exiliados en Montevideo deciden, por fidelidad a la Revolución de Mayo, apoyar el bloqueo francés a la Confederación rosista. Es una decisión temeraria y no es nada deducible de los actos previos de la Revolución de Mayo. Quería señalar, nuevamente, el carácter quebrado e imprevisible de toda cadena de fidelidad.
Para redondear, digo: frente a lo radicalmente otro, que se presenta a veces, hay tres caminos: un camino moral, que lo desconoce, un camino estético-místico, que no lo propaga, y un camino ético, que consiste en declarar que algo ocurrió y en declarárselo a todos los habitantes de la situación en que eso ocurrió. Cualquiera de los tres, requiere una organización determinada, una forma de organizarse en función de eso. Si vamos a centrarnos en el camino moral, es la organización social, o la organización institucional de, por ejemplo, la Iglesia, que convierte el acontecimiento “resurrección” en la pieza clave de un aparato moral.
Participante: La Iglesia hace moral lo que Pablo hizo ético.
Pablo Hupert: Sí. Ahí es cuando la cadena de fidelidad se agota.
Participante: Cuando se institucionaliza.
Pablo Hupert: Sí. Debo hacer una aclaración. Aunque yo hablé de individuos, el camino ético requiere una organización colectiva, no hay ética en soledad. Salvo por Abraham, pero Abraham es sobrenatural —no es nuestro caso. El cristianismo paulino hacía sus asambleas y tenía su organización colectiva (las Cartas que envía a las diferentes comunidades así lo muestran). Nosotros estamos acostumbrados a la organización de partidos políticos, las revoluciones que conocemos del siglo XX fueron llevadas a cabo por partidos políticos. No es el caso de la Revolución de Mayo, ni el de la Revolución Francesa, pero sí hubo organizaciones, facciones se llamaron a veces, ejércitos, Junta Grande, Primera Junta, Sociedad Patriótica, como fuera.
Bueno. Hoy la cadena se corta en este punto. Un próximo punto sería pensar cómo es esto hoy, si permite pensar la subjetivación en la época de la globalización, pero eso queda para otra vez.
[Aplausos]
Pablo Hupert: Me encantaría oír preguntas, pareceres, cuestionamientos.
Participante: Badiou plantea también el amor como otra forma de contacto con lo otro. Es una comunidad de dos, ¿o también queda envuelto dentro de lo social-general?
Pablo Hupert: Yo creería que es un colectivo de dos, y tal vez ni siquiera de dos: son dos cuerpos. Se habla de la pareja como un solo sujeto de amor. Pero en todo caso lo importante es que son más de uno. En el arte hay movimientos artísticos, en la ciencia hay comunidad científica…
Participante: Es delicado. Porque Si lo radicalmente otro es lo absoluto, aquello a lo que le damos carácter de verdadero, es lo otro, lo absoluto. Entonces está en lo que evaluemos como es verdadero. ¿Mis juicios son los verdaderos?
Pablo Hupert: Exactamente esa es la cuestión. Por eso no se puede hacer solo, porque si lo hacés solo sos un delirante, estás afuera de la moral, afuera del universo simbólico instituido.
Participante: Estás afuera del tiempo. Porque ha habido visionarios que se han adelantados a su tiempo. No hay ninguna vanguardia no hay ninguna vanguardia que se dé al compás del tiempo. Si es vanguardia está fuera del tiempo.
Pablo Hupert: Tal vez si no está situada en su tiempo, si la vanguardia es anacrónica, será vanguardia pero no está presente en la situación. Habría que pensarlo más. Quizá termina estando presente en otra situación. Sé me ocurre Nietzche como un “loco lindo” de su época, que produce efectos después, en otra situación.
Pero es cierto, es delicado, muy delicado el tema de qué es lo verdadero y cuál es la verdad a la que le somos fieles, porque es una verdad sobre la cual no hay garantías: no hay forma de comprobar de antemano que una verdad es la verdad. Pero al menos podemos distinguir entre lo que nosotros llamamos verdad cotidianamente y lo llamaríamos verdad singular o verdad de la situación. Supongamos que decimos “una tararira es un pescado”; nosotros consideramos que ese enunciado es verdadero. Pero Badiou denomina verídico a ese enunciado, admisible como enunciado del conjunto U, para diferenciarlo de lo verdadero, que no es accesible desde el universo simbólico establecido. Y como no es accesible, no hay forma de comprobarlo: cualquier enunciado sobre lo verdadero es una apuesta.Participante: Ser fiel a lo verdadero es gravísimo cuando esa verdad implica una serie de actos que parten de algo que no estamos seguros de que es verdad. La fidelidad de Castelli implicó por ejemplo fusilar a Liniers.
Pablo Hupert: Si estás en el Cabildo el 25 de Mayo de 1810, no se te ocurre pensar que eso es falso. La potencia de eso es palpable: te toma.
Participante: Ellos sabían muy bien lo que estaban haciendo.PH: ¿Te parece? Monteagudo escribe “nosotros no vamos a saber cuál va a ser la organización definitiva de este país.” Ni siquiera sabía cuáles serían los límites geográficos que tendría el nuevo país.
Participante: No están nada seguros de lo que están haciendo, que es lo que nos pasa siempre.
Pablo Hupert: Esta cadena de fidelidad se llama también “proceso de verdad”. No es una verdad que es verdad de entrada sino una verdad que hay que universalizar. O sea, por medio de un proceso, de una cantidad de actos (hay una cadena infinita de actos) hay que universalizarla, convertirla en algo que nos pasa a todos. Para hacer eso, hay que suponer que el proceso de verdad está terminado, que ya es una verdad. Por eso Pablo dice “si Cristo resucitó, no hay más muerte; si Cristo no murió, no hay más muerte”. Obviamente, la gente se moría por esos días. Pero él asumía que el fin de la muerte era el resultado del proceso de verdad. Sólo faltaba universalizar esa verdad.
Por otro lado está este plante de Sarmiento. Sarmiento dice, en Facundo (página 167), ”el último tiro de la revolución no ha sonado aún”. Veinte páginas después dice “La revolución de la República Argentina ya está terminada”.[Risas.] Parece que Sarmiento era muy divertido, a pesar de esas fotos con cara seria, que era un personaje entrañable. Y agrega “Sólo la existencia del execrable tirano [Rosas] que ella engendró estorba que hoy mismo entre la Argentina en una carrera de progreso que pudieran envidiarle bien pronto los pueblos americanos”. Es decir, el proceso de verdad está terminado, la revolución ya se realizó, ya trajo prosperidad, libertad, igualdad y Constitución al país (salvo por Rosas y que no tenemos Constitución). [Risas] ¿Eso qué quiere decir? Desbrocemosel camino de obstáculos y la verdad se va a realizar en nuestra situación, se va a universalizar.
Participante: ¿Un acto de fidelidad es un acto singular necesariamente? ¿Cada acto de fidelidad es necesariamente un acto singular respecto de la situación, o con que solamente no se deduzca de los actos anteriores alcanza para que sea acto de fidelidad?
Pablo Hupert: Pasarse al bando realista no se deduce de hacer la revolución o de declarar la libertad de los indios. No se deduce, pero no es fiel a la Revolución de Mayo. La fidelidad está orientada a evitar que se reabsorba la singularidad de ese excluido que se presentó.
Participante: ¿Sería posible que pudieras contextualizar saliendo de la Revolución de Mayo y de Pablo en una situación totalmente cotidiana?
Pablo Hupert: Vamos a intentar dos o tres. Una, el psicoanálisis: el psicoanálisis inventa este dispositivo tan raro, que hoy nos parece natural, pero hace cien años atrás era extrañísimo. Esta cosa tan rara de acostarse tres o cuatro veces por semana y hablar mirando al techo con un tipo que me está mirando, para que no se cierre eso que en algún momento se logró abrir a través del síntoma, a través de la asociación libre, etc. Cuando uno logra atravesar sus corazas y ver algo en uno, uno más o menos rápidamente trata de racionalizarlo, negarlo, lo que sea, para que deje de estorbar. El psicoanálisis trata de ser fiel, trata de mantener abierta esa brecha por la cual se coló esta singularidad, este excluido de la conciencia del paciente. De nuevo, no alcanza con uno, hace falta una organización con más de uno. Badiou dice “un proceso de verdad es un proceso serio. La militancia es algo serio”. Algo comprometido, algo riguroso…
Participante: ¿Y en qué forma estarían dados esos diversos actos, siguiendo con el psicoanálisis? Esa cadena ¿estaría dada dentro del mismo proceso del análisis en los diferentes períodos o formas que van surgiendo sobre el análisis?
Pablo Hupert: Tendría que ser psicoanalista para poder contestarte eso. Yo te puedo hablar sobre estas generalidades nada más. Paso a otro proceso de verdad bien cercano a nosotros. Es un proceso que está interrumpido, en el que yo intenté participar junto a Ignacio Lewkowicz y Andrés Pezzola: en 1999 hubo una cantidad de tomas en las facultades de las universidades nacionales. En la Facultad de Filosofía y Letras la toma duró diez días, y a pesar de que la Facultad estaba tomada, la Facultad funcionó. Pero funcionó sin exámenes, sin alumnos, sin profesores. Se presentó una singularidad. Y cuando la toma se levantó, volvió a haber alumnos, profesores, exámenes, clases… Eso sería largo de contar en detalle, aunque sería muy lindo. Algunos de los que estuvieron en esa toma intentaron distintas formas de fidelidad, por ejemplo se presentaron a elecciones, hicieron ese camino, y resultó fallido, porque terminaron siendo una agrupación más. No pudieron mantener, ya sin toma, la productividad de esa toma, de esa facultad funcionando sin profesores ni alumnos, sin exámenes. Nosotros intentamos, con escritos, otras cosas y un libro que nunca se publicó, ser fieles a esa toma, a ese funcionamiento singular de la Facultad de Filosofía y Letras que llamamos “universidad del pensamiento” para diferenciarla de la normal “universidad del saber”, que es la que conocemos. Si quieren en otro momento les cuento más.
En cualquier caso, Badiou dice: “siempre hay un acontecimiento al que serle fiel”. No hace falta esperar que venga un acontecimiento o una cadena de fidelidad interrumpida. Ese acontecimiento, ese acto, al que serle fiel, puede haber sido hace cinco minutos o hace cinco mil años.
[1] Correo electrónico de marzo de 2006.
[2] Calvino, Ítalo, en Las ciudades invisibles.
[3] Kierkegaard, Sören, Temor y temblor, p. 60.
[4] Íd., p. 61.
[5] En “La muralla y los libros”, en Otras inquisiciones.