Digo: Pensar una sociedad es pensar sus prácticas de dominación. Práctica dominante es la que establece el criterio de existencia del resto de los elementos sociales[1]. Aquí compilo unos escritos que vienen preguntando cómo hace cada quién (individuo, grupo, organización) para existir. Pregunto: ¿cómo domina la dominación contemporánea? Domina diciéndote “hacé lo que quieras”. ¿Cómo puede ser que queriendo lo que se nos antoja nos hagamos reos del capital? (Resuena la sabiduría spinoziana: los hombres marchan hacia su propia esclavitud como si se tratara de su libertad). Es una dominación distinta a la de tiempos sólidos, industriales, estatal-nacionales, disciplinarios: una que no fija, que no moldea, que no aprisiona, sino que suelta, que celulariza, que recombina. El problema general es este: cómo se constituye lo social fluido –y no ya cómo se diluye lo sólido[2]. Caracterizar una fluidez que genera fluidez (y no una que, como en los ’90, licúa la solidez), una dinámica social que no desguaza las relaciones sociales sino que las compone precariamente: tal la estrategia que ensayo en estos ensayos. Una doble tesis general[3] subtiende el trabajo con estas preguntas. Primera mitad: el sujeto contemporáneo no es socializado en instituciones sino que se constituye por “autosocialización”, recombinándose como los trabajos, las personas, el capital, los entretenimientos, las viejas instituciones y demás le vayan, histéricamente, requiriendo. La segunda mitad de la tesis es el reverso de la primera: no hay superestructura sino hiperestructura. O, más precisamente: las funciones superestructurales no forman una instancia sino que se despliegan como nube de dispositivos discontinuos, diseminados y no coordinados (sin metaestructura estatal).
Semejante cosa (una hiperestructura) nos lleva a reformular y repensar algunas cuestiones básicas para la concepción de lo social, de lo subjetivo, de la experiencia:
- La forma de relación actual individuo-cultura (que es de bienestar y no de malestar: tiempos de hacé lo que quieras y no de hacé lo que debés).
- El medio de obtención de consenso y configuración de realidad sucedáneo de ideología (la imaginalización: tiempos de información y no de saber, de imagen y no de representación).
- El sujeto, que no es el yo cartesiano ni el freudiano sino un sucedáneo de yo (yo-sombra -o avatar: tiempos de superfluidad por inclusión).
- El tiempo (de instantes y no de momentos: tiempo disperso).
- La actividad productora de social, que no produce instituidos sino una actividad sucedánea (la astitución: tiempos de composiciones precarias ).
- El trabajo (proyecto personal[4] supuestamente autocentrado: tiempos posindustriales/recombinantes).
- La comunidad fluida.[5]
- El Estado (que no es nacional y precedente sino posnacional y procedente).[6]
- Otras, como el espacio,[7] y otras que aun no se nos han planteado.[8]
Esta selección de escritos ensaya sobre los primeras cinco cuestiones. Es visible el énfasis en lo superestructural y lo subjetivo. ¿A qué se debe? A que lo superestructural, que es el campo de producción de subjetividad/es, es lo que organiza la experiencia. A que, cuando hablamos de cambiar la vida, hablamos de cambiar nuestra experiencia.
Hay, por supuesto, entonces, otra pregunta presente en el recorrido que aquí se compila, y es esta: ¿cómo ir más allá de esta dominación? Algunos artículos se arriman a algunas pistas, y es muy posible que ella (la pregunta) sea la que lo impulsa (al recorrido). Ignacio Lewkowicz tenía una tesis muy fuerte: la crítica de la economía política de Marx (El capital, los Grundrisse, etc.) no buscaba conocer la realidad para posteriormente transformarla sino pensar el obstáculo que al sujeto proletario se le presentaba en su acción transformadora, que era “anterior” y no “posterior” a la crítica. Tal vez este recorrido piensa los obstáculos que se le presentan a nosotros (uno de cuyos nombres fue 2001) para producir lo común, para subjetivar lo transindividual.
[1] Ignacio Lewkowicz y Marcelo Campagno, La historia sin objeto, Tinta Limón, Buenos Aires.
[2] Esta era la pregunta del gran Ignacio Lewkowicz, que habilitó así la pregunta que guía estos escritos.
[3] Emanada del fecundo diálogo del taller Pensar en/la fluidez que coordiné con Agustin Valle (integrado por Rodolfo García Silva, Catalina Millán, Alejandra Grego, Ignacio López Lemus).
[4] “El proyecto personal, ¿una subjetivación que me sujeta?”, en Ensayos en vivo. Antología, Buenos Aires, 2009, o en www.pablohupert.com.ar.
[5] Judaísmo líquido. Rumbo al amarre (inédito).
[6] El Estado posnacional. Más allá de kirchnerismo y antikirchnerismo, Pie de los Hechos, Buenos Aires, 2011.
[7] La infinidad de opciones del mercado o la ciberespacialidad”, en revista Campo Grupal 81, agosto de 2006.
[8] pues estas reflexiones no se desarrollan según el programa constructivo de una teoría orgánica sino a medida que se presentan nuevos obstáculos que pensar. El esquema que esta introducción ensaya, bueno es recordarlo, es un ordenamiento (y una selección) posterior y no una exigencia previa a la producción de los escritos que prologa.
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