[este es el planteo general del taller de historia argentina «Las crisis argentinas y sus sujetos»]
¿Cómo ser argentinos? ¿Cómo constituirnos a partir de la experiencia de Argentina? ¿Y cómo hacer una experiencia de Argentina?
Una opción es irse lejos y extrañarla: llevar una foto de Pocho y de Carlitos (y unos videos de Maradona, por supuesto). Otra opción, sin irse tan lejos, es escuchar mucho tango, escuchar a Los Arroyeños, y así hacer algo así como una reducción folklórica, o una literaria, de lo argentino, y nostalgiar con eso.
Pero en algún momento uno llega a hacer la experiencia de que esa nostalgia no lo constituye sino que a lo sumo lo confirma. La nostalgia no nos produce como sujetos; a lo sumo nos reproduce; es decir, nos deja sujetos a esa morriña tan propia del nostalgiar. Podemos gozar de esa dulce melancolía, es cierto, pero se sabe: la nostalgia es nostalgia del pasado, y nuestra pregunta es por el presente de la experiencia argentina.
Hacer la experiencia de algo es elaborarlo. Piaget decía que la operaciones de juego se internalizan como operaciones mentales. Luego, elaborar algo es elaborarse. Ahora bien, para hacer experiencia de algo (del país, por ejemplo), para elaborarlo, para elaborarse a partir de esa elaboración, ese algo debe mostrar fisuras. Sin esas fisuras yo no puedo alojarme, no puedo constituirme a partir de ese algo que en algún punto me constituye. Las crisis argentinas son estas fisuras por las que podremos inmiscuirnos.
En cada crisis, por lo menos en las últimas, la Argentina se nos aparece como imposible. 2001 nos muestra que es en la imposibilidad de la Argentina que podemos ser argentinos. Es ante la imposibilidad objetiva de la Argentina que se presentan producciones subjetivas argentinas. La idea es la siguiente. En la sociología clásica, las crisis son el punto que revelan las condiciones de posibilidad de una sociedad, muestran su funcionamiento normal en el punto en que ese funcionamiento se torna ruidoso, o directamente imposible. Aquí la idea es que las crisis hacen además algo mucho más interesante: las crisis constituyen la condición misma de una subjetivación. Abren la posibilidad de producción de sujeto allí donde el objeto se fractura.
De ninguna manera debemos entender que las crisis sean algo exclusivo de la Argentina ni que el hacerse fuerte en una situación de impasse sea privativo de los argentinos. Sí debemos entender que eso es lo que podemos pensar al pensar las crisis argentinas: por ejemplo, que la Revolución de Mayo se afirmó con la crisis del imperio español, que la clase obrera argentina se afirmó con la crisis del ’45, que el sujeto piquetero se afirmó con la crisis de 2001, el sujeto asambleario lo mismo, y así.
Toda esta idea de hacer la experiencia de la Argentina se resume en: que argentino no se es, sino que se hace, y que se hace haciendo la experiencia de Argentina, y que se hace la experiencia de la Argentina en las crisis argentinas.
Pablo Hupert
[este texto continúa en el Addendum]