Dificultades del pacto social en tiempos posnacionales
El proceso de construcción de un estado posnacional no encuentra ni inventa aun la interfaz adecuada para lograr «consensos sociales amplios».
Leo en La Nación “Miles de intereses dispersos condicionan el diálogo”. Extracto algunas líneas, las más llamativas desde mi punto de vista y desarrollo la idea.
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“La representación sindical y empresarial en la Argentina está fragmentada en un escenario en el que conviven unos 3000 gremios y más de 800 asociaciones y cámaras dirigenciales.”
“Se trata de armar un rompecabezas en el que más de 3800 piezas encajen para formar la figura final: el pacto económico y social.”
“Por el lado empresarial, una investigación del Foro CEO del IAE detectó la existencia de 826 cámaras o asociaciones con superposiciones a nivel sectorial, regional y por producto.”
“El informe del IAE señala que la falta de una ley nacional genera un vacío legal que es el marco ideal para la proliferación de estas entidades que repiten sus objetivos y también sus integrantes.” “El 9% de las empresas pertenece a más de una cámara, en su mayoría se trata de compañías multinacionales que «diluyen sus contribuciones» para no fortalecer a ninguna en particular.”
“El director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, señala que el hecho de que en el sindicalismo haya más unidad de acción que en el empresariado generó un desequilibrio político a favor de los primeros. «Aunque los sindicatos sean más de 3000 y las cámaras más de 800, el sindicalismo tiene más unidad de acción que el empresariado», agrega.” “Más pesimista, el abogado laboralista Gustavo Gallo advierte que se rompió el sistema gremial argentino porque la personería se logra de hecho con un sindicalismo antagonista y menos dialoguista que complica el pacto social. «La apertura del mapa sindical es una novedad de esta época. Desde 2003 a la fecha la tramitación de la personería gremial encontró un camino más fácil en la calle», dice.”
Arriesgo una ocurrencia:
La asociación civil, el sindicato, la cámara empresaria, son tecnologías de representación de tiempos industriales-nacionales. En tiempos posindustriales y recombinantes en lo económico, en tiempos en que aun no se desarrollan tecnologías de representación posnacionales y solo se atina a destrabar la tramitación de asociaciones nacionales, se da una dinámica, creo que inevitable, de proliferación, fragmentación, superposición, solapamiento, despilfarro, dispersión de asociaciones que replica bastante bien la recombinación del capital pero se torna obstaculizante de la gestión posnacional.
Se constata una idea de Bauman: las relaciones ‘reales’ tienden a adoptar la dinámica de las conexiones ‘virtuales’. Digo: la dispersión de asociaciones se parece bastante a la proliferación de perfiles feisbuqueros, pero en feisbuk eso no es problema porque no hace falta gestionarlo o gobernarlo (en este punto, sería provechoso conocer qué hace la CIA con Facebook, pero gobernarlo, eso seguro que no). Por supuesto, sin embargo, no se trata solo de una dinámica feisbuquera sino que también habría que sopesar la dinámica de “la calle” que se filtra por boca de Gallo: el debilitamiento de la burocracia sindical clásica, así como su obsolescencia como tecnología de dominación de unos trabajadores que ya no son siempre los clásicos, así como cierto fermento instilado por 2001 y por la perdurable actividad de los movimientos sociales, tienen que estar haciendo su aporte a la proliferación gremial.
Así, nos encontramos con que el proceso de construcción de un estado posnacional aun no encuentra (si es que esto es posible) ni inventa aun la interfaz adecuada para lograr «consensos sociales amplios», o, más rimbombantemente, para lograr «»darle racionalidad, institucionalidad y legalidad a la puja distributiva, y encauzarla en el marco de las leyes y la Constitución», como dijo por aquel entonces la Presidenta», o, más sencillamente, para lograr que el diálogo tripartito sea entre tres y no más.