«Nos prometen una escalera pero nos dan una rueda de hámster.» Christian Ferrer
«En lo laboral… me gustaría ser pájaro, de esos que hacen nido en muchos lados.» Leo Masliah
¿Falta trabajo o sobra? Pedimos que nos exploten como en el siglo XX, pero nos autoexplotamos.
El profe Roberto Langella ha dejado el Bachillerato Popular Sol del Sur (un bachi reconocido por el Ministerio para otorgar títulos pero desconocido para recibir salarios docentes u otra forma de financiamiento). Explica este compa en su mail de despedida: “El motivo de mi alejamiento del Bachi es económico, laboral, pero también es de tiempo. Por suerte, trabajo no me falta, pero cada vez me demanda más tiempo, tiempo que antes dedicaba no sólo a dar clases, también a corregir, buscar material, diseñar clases y actividades, participar lo más que pudiera en actividades extracurriculares, reuniones de profes, etc. Incluso, estoy trabajando los sábados hasta el mediodía… Estoy llegando muy cansado por las noches, desde hace unos cuantos meses, pero también estoy con muchísima actividad, lo que a mi edad no es poca cosa.” (Roberto tiene cincuenta y pico.)
Otro compa que busca depto. para alquilar me cuenta que no le toman el recibo de sueldo como garantía. No se lo toman a pesar de ser un sueldo relativamente bueno para alguien sin hijos, y no se lo toman porque, al ser monotributo y no contrato salarial, puede resultar despedido en cualquier momento. Una directora de jardín decidió no entrevistarse para un cuarto trabajo porque está muy estresada. Varios y varias sesentones y setentones siguen trabajando después –mucho después– de jubilarse.
Compas: Pongamos que en este presente tan difícil estamos jugando a las escondidas; pongamos que estamos escondiéndonos y queremos gritar “piedra libre para todos los compas”, y que quien ha contado y nos busca y descubre es el neoliberalismo. Sugiero que estamos ayudándolo a guardar la piedra, a no liberarla, ayudándolo a que no nos deje escondernos de él; sugiero que dejemos de custodiarle la piedra al neoliberalismo. Digo: si seguimos diciendo “falta trabajo”, olvidamos –y dejamos que se olvide– que el trabajo vitalicio (estable), ese que con 8 horas al día alcanzaba para vivir y pagar el alquiler, ese que se encontraba porque había pleno empleo, ese no existe más, salvo excepciones cada vez más escasas (o sea que, cuando existe, tampoco es aquél, pues –ni se tiene hasta la jubilación, -ni se da en un mercado con pleno empleo).
En las actuales condiciones, las del capitalismo contemporáneo, esas condiciones que son independientes de cualquier gobierno, esas a las cuales los diferentes gobiernos deben adaptarse y aprovechar de una u otra manera (pongamos, a la manera neokeynesiana o a la manera neo) ya no es posible el pleno empleo formal; hay empleos, muchos y muy diferentes, pero ni lo hay para todos los laburantes ni lo hay para toda la vida de cada laburante ni reporta un ingreso para todos los gastos del laburante. Si no empezamos por enunciar este hecho (estoy diciendo enunciar y no denunciar, eh!), si no empezamos por laburar con este hecho como premisa, como dato básico, entonces dejamos que el capitalismo contemporáneo se esconda tras el reclamo de “trabajo genuino” o el de “trabajo de calidad” – y lo ayudamos a esconderse.
Entre los dos o tres puñados de casos que conozco con problemas laborales, el que perdió un empleo o perdió poder adquisitivo, se las rebusca con otro empleo o con más horas de trabajo en un empleo complementario que ya tenía, o pergeña algún emprendimiento, o monetiza una actividad que hasta el momento hacía por hobbie (elaborar cerveza artesanal, por ejemplo)… Ojo: también veo familias en la calle, y cada vez más; veo también que al comedor de al lado del Bachi tanto como el de Almagro cerca de mi casa va cada vez más gente; ¡no estoy diciendo que no ocurra eso!
Estoy diciendo que el trabajo, el que hay, ha mutado, y con él, el laburante. Algunos no tienen trabajo; otros tienen ¡tres! ¿Cuántos hay que tengan uno solo y de tiempo acotado?, ¿cuántos hay que pudieron retirarse a la edad de jubilarse? Ahora el laburante es muchos a la vez, o es un gerente de sus varios empleos y de su escasez de tiempo. Un verdadero emprendedor. Es decir, uno que no obtiene su ingreso en un trabajo previamente dado sino que debe creárselo, y allí probablemente no sea empleado sino ‘cuentapropista’.
En Piletones, por ejemplo, una señora vende tortas que hace con harina que consigue por trueque: entrega ropa usada y consigue harina y azúcar. Otra hace tortillas y bolas de fraile y las vende a los autos que pasan al lado de la parrillita que pone sobre Av. Cruz para venderlas calentitas. En Palermo, un empleado de un comercio arregló con su patrón vender la mercadería por su cuenta en paralelo, sobre todo a través de Mercado Libre, a cambio de una comisión. Otro vende otras cosas; el patrón aceptó, a la vez que labura un par de horas extras luego del cierre atendiendo los pedidos que recibe por Mercado Libre, Olx y demás. Otro dijo, en una obscura metáfora “instalo wifi”. Cuatro empleados estatales que recibieron un 12% de aumento escalonado y que están pagando sus créditos hipotecarios complementan su ingreso atendiendo pacientes –eran psi, pero no ejercían o lo hacían muy parcialmente. Dos jubilados siguen trabajando y están atentos a qué más puede surgir… Un tercer jubilado había comprado lebac’s con el pago de la “reparación” histórica para complementar la jubilación, pero esa inversión se le licuó en la larga devaluación en curso. En fin, un mercado radicalizado, flexible, imprevisible, presenta muchas oportunidades que un emprendedor avispado puede aprovechar, tanto en Palermo como en Piletones.
En otras palabras, el trabajo y el trabajador han cambiado su fisonomía. El trabajo no es garantía de nada (y el estar avispado tampoco): encontrás el hueco, ves la oportunidad, laburás, y quizás tampoco alcanza. Entonces tenés que agregar otro trabajo, o agregar horas de trabajo al mismo, o agregar días (sábados, domingos, feriados, vacaciones, incluso, si las tenés en un empleo relativamente formal), o agregar años… o todas esas cosas. En fin: a muchos, a casi todos los que no estamos en la calle, no nos falta trabajo; nos sobra. Pedimos que haya trabajo de calidad, pero conseguimos ingresos volátiles, precarios. Muchas clavas en el aire: gerentes-malabaristas. Pedimos que nos exploten como en el siglo XX, pero nos autoexplotamos. Es el siglo XXI, compa.
¡¡¡Piedra libre para el capitalismo, que se esconde detrás de nuestra ilusiooón!!!
«La cuestión del trabajo es más complicada y rica hoy de lo que era el siglo pasado y, por tanto, es más complicada y rica para el movimiento obrero. La actividad laboral hoy es cada vez más cognitiva. En el trabajo industrial, la alienación se producía en las horas de trabajo: implicaba una separación, lo que se hacía con el cuerpo y la actividad mental, suspendida, en aquel espacio. Hoy en día la alienación tiene un carácter muy diferente, la actividad mental no puede elegir, está continuamente explotada.
«La palabra alienación se revaloriza.
«Tenemos que redefinirla, pero el fenómeno de la alienación se presenta seguro como una hiperexplotación y una expropiación de lo que es más humano entre los humanos: su emocionalidad. La relación entre precariedad y trabajo cognitivo produce un efecto: angustia.
«¿Cómo es ese tipo de trabajo cognitivo?
«Precario. El trabajo cognitivo se da esencialmente en condiciones precarias. Ah, la precariedad no sólo es la indefinición jurídica entre trabajador y patrón, también entra en la subjetividad de la gente.»
(Bifo en https://www.eldiario.es/…/Franco_Berardi_-Bifo-amistad-mane…)