La verdad es que pienso que la coyuntura y toda la tensión que mueve la coyuntura, todo el atractivo que rodea a la coyuntura es una trampa que nos tienden los que no quieren pensar para que no pensemos. O los que quieren hacer todo como siempre para que no hagamos las cosas diferente.
Un brasilero que conocí (Bruno Cava) decía que hay que buscar lo incoyuntural. Y que el acontecimiento es incoyuntural. El se refería a las movilizaciones que hubo en junio de 2013 en Brasil por el pase libre, o boleto gratis, pero también podría ser 2001 algo incoyuntural.
Bueno, eso sobre la coyuntura. Creo que un trabajo de afectar los modos de vida es incoyuntural. Creo que juega en un plano que no se sabe bien dónde está. A veces parece que es insignificante. Nos aplasta a los que intentamos habitar esos planos; nos aplasta la evidencia de todo lo demás: del mercado, del Estado, de la coyuntura, de los problemas laborales, etc., etc., etc. Y no sabemos lo incoyuntural cómo va a desarrollarse.
Pero creo que el movimiento de DDHH ha llegado a contagiar y a hacerse transversal y a jugar finalmente como importante en algunas coyunturas. Así como más recientemente el feminismo. Empezó en un plano que no se sabía bien dónde jugaba. Y hoy es un elemento importante de la coyuntura. Y Macri intentó usarlo en 2018, cosa que no le salió muy bien, me parece. Pero bueno, hay una perspectiva para que se hagan transversales ciertas prácticas; en un largo plazo y de una manera que no podemos planificar. Ningún general las puede planificar.
Mientras cuidamos lo incoyuntural, mientras lo regamos pacientemente, debemos atender en parte la coyuntura: por ej., votar que no haya un gobierno neofascista (como Macri), o vigilar que un gobierno en general no fascista tenga desplantes represivos (como la represión de Kicillof a la toma de Guernica) o arranques regresivos (como hizo Alberto F. al suspender las paritarias o el ingreso familiar de emergencia).