Este 24 de marzo: una marcha que no se limita al pasado
Una marcha no-k por el 24 de marzo
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Continua leyendo "Este 24 de marzo: una marcha que no se limita al pasado"Aníbal Fernández dice que la juventud es un «poder real». Con “poder real” no habla, como suele hacerse, de las multinacionales o algo por el estilo, sino de ese movimiento real y potencialmente autónomo que por lo mismo no es conveniente dejar de advertir.
Continua leyendo "Poderes reales bajo las baldosas"Lo dicho: el kirchnerismo no es un movimiento de liberación sino un apuntalamiento de la dominación. “Convocar a la política” significa ‘invitar’ a entrar en el campo de lo gobernable. El kirchnerato es la tarea de hacer gobernable una sociedad que le estaba tomando el gustito a no ser gobernable.
Continua leyendo "Un régimen posmo que invita a la política: el kirchnerato"el proceso de construcción de un estado posnacional aun no encuentra (si es que esto es posible) ni inventa aun la interfaz adecuada para lograr «consensos sociales amplios», o, más rimbombantemente, para lograr «»darle racionalidad, institucionalidad y legalidad a la puja distributiva, y encauzarla en el marco de las leyes y la Constitución», como dijo por aquel entonces la Presidenta», o, más sencillamente, para lograr que el diálogo tripartito sea entre tres y no más.
Continua leyendo "Fragmentación representativa: más diálogo pero menos acuerdo"La identidad nacional no solo se desfonda por desfondamiento del Estado nacional, sino también por revaluación de sus parcialidades. Se ve así emerger, por ejemplo, la Patagonia.
Las marcas distintivas de cada zona no permanecen atadas a la zona si puede ser negocio desembarcar en zonas distintas. La globalización del capital financiero no sólo permite atravesar fronteras nacionales sino, como vemos, fronteras regionales y zonales.
La micro-política es un deber moral para evitar que cualquier devenir de la macro-política nos joda la vida.
De la polarización se puede decir que “abre pero cierra”. Que retoma binarizando todo aquello que durante la crisis funcionó según el par destitución/apertura. Del antagonismo se puede decir que subsiste como una dinámica de desborde. De allí que el impasse no sea enunciado desde la impotencia sino desde la inquietud.
La hipótesis que propongo es doble: por un lado (a) que, incluso contra toda apariencia, las actuales innovaciones macro-políticas del continente sudamericano encuentran su orientación ética (de modo muy evidente desde hace algo más de dos décadas) en el conjunto de micropolíticas que opera como fondo, base y a veces como causa directa de dichos procesos y que; (b) los gobiernos llamados progresistas (que constituyen un avance notable en muchos sentidos) no asumen con facilidad la productividad irreductiblemente “micro” de estos fenómenos que sin embargo los atraviesan; que tienden a identificar contenido democrático con un mayor presencia del estado en el juego político de intereses constituidos; y que suelen caer en el error de considerar ciertos rasgos autónomos de la infra-política como una rémora de la resistencias pasadas contra el neo-liberalismo antes que como una dimensión esencial del procesos que vivimos.
¿Cristina desayunó un Blumberg? Si la “sensación de inseguridad” es eso que le ocurre a la subjetividad de tiempos fluidos cuando ve amenazada su tranquilidad cotidiana, si el reclamo de seguridad es el reclamo de restitución de las bases de una vida previsible socavadas por la fluidez, estamos viendo el punto en que ese reclamo se apodera tanto del “ciudadano de a pie” como del gobierno nacional. Para un gobierno que hace unos años siente que cualquier movida seria de oposición es destituyente, es comprensible que cualquier fosforito que se acerce al polvorín social o cualquier chispa allí le resulten una amenaza a su seguridad.
Estamos asistiendo a un proceso de ‘securitización’ ya no solo del tratamiento de la cosa social sino también de la cosa político-institucional.
Vemos lo complejo que es gestionar ad hoc cada conflicto, la creatividad, la capacidad de gestión y la febril proactividad que supone. Incluso para lograr algo aparentemente tan sencillo como reprimir, no alcanza con una fuerza de seguridad (ni con tres –Federal, Metropolitana, Gendarmería–) y un poder judicial. Una interfaz para cada caso, porque cuando no hay suelo sólido, cuando no hay Estado-nación, todo los casos son únicos, heterogéneos. –ni siquiera la toma del Club Albariños, “prima-hermana” de la del Parque, admite la misma gestión que aquella; por lo demás, ningún funcionario ni okupa quiso explicar cómo lograron correr a los ocupantes de la zona operativa del ferrocarril San Martín hacia la calle 14 de Retiro el sábado 18/12. Pero lo vienen repitiendo Cristina y Nilda todo el tiempo: la solución a los conflictos “no debe ser policial sino política” (Clarín, 18/12). Es decir: no un simple garrote sino una compleja gestión multifacética.
Continua leyendo "Soldati, o la represión ad hoc"Con la reinvención de la gobernabilidad k, se disolvió (que no resolvió) el problema, al menos en su versión “Indoamericano”. CFK puede dar un discurso más o menos así: “Comm-pañeros: Feliz Navidad, el Parque está en orden –aunque no el Club Albariño, pero algo ya se nos va a ocurrir”.
Continua leyendo "Tomas: conflicto disuelto mas no resuelto"