Hola Javier, ¿qué tal?
Me quedé con una cosa que me dijiste. Me asombró bastante… si entendí bien, hasta el momento nunca habías escuchado que dos pibes acarrearan el laburo de menos que dos, y que siempre habías escuchado que dos era, o dos como mínimo, o mucho más que dos. Que se multiplicaba el laburo por mucho más que dos.
Es raro. Porque yo siempre hasta el momento había escuchado como que cada nuevo pibe da menos laburo.
Sí, está bien. Tres, por ahí es multitud. Pero ¿nunca escuchaste esto de que en el campo diez pibes eran más fáciles de criar que lo que son hoy dos o tres? ¿o más fáciles que uno incluso?
Entonces, se me ocurre que esta sensación de que se multiplica el laburo cuando viene un segundo pibe, se multiplica por mucho más que dos, debe tener que ver con algún tipo de exigencia que impone el medio contemporáneo, no sólo la ciudad. La subjetividad contemporánea hace que uno tenga que ser padre de una manera mucho más autoexigida quizás, por el hecho de que hay menos límites; por el hecho de que la palabra de uno no tiene tanta autoridad… o no sé. Habría que pensarlo.
Pienso en principio esto, son dos cumpleaños, dos jardines, dos grupos de amigos. Muchas veces es el mismo jardín, así que no es el doble de viajes. En principio, debería ser una multiplicación por 1,5; 1,3; 1,8. Según el caso y según el personaje que sea el padre o madre.
Así que ¿por qué la gente viene sintiendo que dos hijos multiplican el laburo por seis, por cien, por mil?
Creo que por la autoexigencia que impone la paternidad contemporánea: cada padre o madre debe ser un buen estimulador cerebral, un buen cuidador, un tierno compañero, una firme autoridad pero permisiva, un apegado con distancia para el juicio, un proveedor de ambiente sin bacterias, un organizador de eventos infantiles y reuniones familiares, etc, etc y un largo etc.
un abrazo,
Pablo,
2/11/18