Siete años ya. ¿Qué hacer con 2001 en 2008?
Los periodistas dicen que 2001-2002 fue el peor año de la Argentina. Los Kirchner concuerdan, aunque para decir que sus gobiernos fueron los mejores años. Los troscos, los anarcos y los asambleístas retirados dicen que 2001-2002 fueron lo mejor de la vida.
¿Qué hacer con 2001 en 2008?
¿Lamentarlo? ¿Exaltarlo? Probemos pensarlo.
1) «Que se vayan todos» significó«que se vaya el todo» (el Estado nacional).
a) Entre la Dictadura y el menemismo, el Estado ya se había retirado de su función nacional. Ahora, el 19 de diciembre de 2001, quiere intervenir como cuando era un Estado regulador: confiscación de los depósitos y estado de sitio. Al querer intervenir, se encuentra con un cacerolazo furibundo e impolítico que dice que se vayan todos y canta «qué boludo, qué boludo, el estado de sitio se lo meten en el culo». Lo que enojó a los caceroleros era que el Estado pretendiera volver: se organizan en asambleas para asegurarse de que no volviera. El Estado nacional se había retirado; ahora un sujeto popular le dice ni se te ocurra volver.
b) El 19 y 20 termina de convertir la tan mentada crisis de representación en muerte de la representación. En la asamblea legislativa del 20, con de la Rúa ya renunciado, un diputado cuenta, como deschavándose: «todos nos preguntamos qué estamos representando».
c) Unos días después, con Rodríguez Saa ya renunciado, un funcionario bonaerense que luego sería jefe de gabinete de Kirchner, dice: «si no interpretamos el mensaje de la gente, nos van a echar a patadas.»
d) La conclusión, para los políticos, es clara: si no quieren ser echados, deben asumir el condicionamiento de las cacerolas. Atención aquí: asumir una condición no significa representar un mandato, ni mucho menos obedecerlo. Sí significa interpretarlo, es decir, manipularlo.
2) Al asumir la presidencia, Néstor Kirchner asume también el condicionamiento popular y dice en su discurso de asunción:
«El Estado es el que debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los sectores más vulnerables de la sociedad, es decir, los trabajadores, los jubilados, los pensionados, los usuarios y los consumidores.»
Hacen su aparición los usuarios y los consumidores. Este presidente no viene ya a apuntalar la nación de los trabajadores sino a contener las cacerolas de los consumidores.
a) El kirchnerato será un gobierno de contención de los consumidores (capaces de voltear gobiernos). Los subsidios estatales no se orientarán a aumentar la producción sino a asegurar el consumo; cuando falte gas, por ejemplo, no se pedirá ahorro a las casas de familia sino a las fábricas.
b) El sustrato económico neoliberal no cambiará, pero 2001 habrá hecho ineludibles las políticas de contención social.
3) En 2001-2002, «que se vayan todos» ‘que venga nosotros’ (la asamblea, la fábrica recuperada, el piquete, el movimiento de trabajadores desocupados).
a) La inflamada dialéctica de Néstor, la invitación a Fidel, la anulación de las leyes de impunidad y toda una estética progre desactivarán los nosotros autónomos.
4) ¿Y los que integraban esos nosotros? Podrán consumir libre e individualmente, gracias a las políticas nestorianas de contención social y de estímulo del consumo.
5) En 2007-2008, ‘que se vaya el Estado’ ‘que venga cada uno’ (el consumidor).
a) El triunfo de Macri y el «conflicto del campo» mostrarán que, como dice Horowicz, hoy no hay ningún interés superior al propio. Nadie debe supeditarse a lo que necesita la Nación o el pueblo o la clase. Tampoco Cobos debía supeditar su apetito al gobierno y la alianza de los que era parte.
b) En el verano 2007-2008 el gobierno pidió a los encargados de edificios que inspeccionaran los departamentos e informaran cuántos equipos de aire acondicionado tenían, con el fin de racionalizar el consumo de electricidad. La clase media porteña salió a cacerolear: que se vayan todos seguía vigente, pero ya no para abrir paso a la composición colectiva sino al consumo particular, ya no a la asamblea sino al consumo. Los encargados no pasaron del palier, y el gobierno se fue al mazo. Se fueron todos; vino cada uno.
6) Néstor y Cristina han sido el puente entre la efectuación asamblearia de «que se vayan todos» y su efectuación individualista.
7) Los movimientos característicos de diciembre de 2001 parecen hoy atascados. La dispersión mercantil y la desnacionalización del Estado, sin embargo, parecen encontrar respuesta en muchos de ellos o sus herederos: los bachilleratos populares, el mercado solidario de Rosario, los centros culturales barriales del conurbano bonaerense, el MoCaSE, el colectivo de pensamiento en construcción, las asambleas cuyanas que cuestionan la minería a cielo abierto.
a) ¿Significa esto que 2001 sigue vivo?
b) Cuando las consignas hallan el impasse de su actividad, encuentran a la vez el modo reactivo de efectuarse. El anti-neoliberalismo devenido plan Fénix o aparato justicialista, las asambleas devenidas experiencias de pocos, los piqueteros devenidos punteros o trabajadores precarios, los derechos humanos devenidos desaparición de Julio López, las cacerolas devenidas individualismo, el 19 y 20 devenidos días gloriosos que unos veteranos exaltan en una conmemoración aniversaria.
c) ¿Todo ha muerto?
d) De ningún modo: Cenizas quedan. Digo que no sabemos qué invento propondrá el próximo movimiento autónomo. Digo que no sabemos como se determinarán esas cenizas. ¿Como ave?, ¿como jaula?, ¿como otro fuego que hoy no podemos prefigurar y que tal vez ni siquiera use esas cenizas como encendedor?
e) ¿Todo puede perderse? Difícil saberlo. Pero, entonces, ¿qué aprendimos de 2001?
f) Aprendimos que, si no entramos a un espacio colectivo para construirlo, no nos construimos, sino que nos dispersamos en la desolación del consumo o de la marginalidad. Aprendimos que, si no nos producimos, nos consumimos. Que, si no compartimos la vida, nos partimos entre la inclusión calcinante, la exclusión y el riesgo de la exclusión.
g) O nos descomponemos en añicos o nos componemos colectivamente.