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Buenas tardes a todes. Soy historiador, soy docente, escribo. Pero soy historiador no como los historiadores que dicen “esto ya pasó” o “esto se está repitiendo”, estoy más en la línea del que fue mi maestro, Ignacio Lewkowicz: La historia no piensa el pasado, la historia piensa los cambios. Y me fui abocando a los cambios en las instituciones y en el Estado.
Entonces la idea hoy es hablar un poco sobre las instituciones contemporáneas, y hablar también del Estado, mostrando cómo el Estado le va dando un marco a las instituciones, que hace que tengan que funcionar de diferente manera si el funcionamiento del Estado cambia.
Si vamos a uno de los fundadores de la sociología llamado Durkheim, encontramos que dice que las instituciones son algo “completamente instituido”, completamente establecido, que “se nos impone”. Hoy, en cambio, las instituciones son algo más maleable, que va cambiando, que trata de ir adaptándose a las situaciones. En ese marco general, de lo completamente instituido a lo más maleable, voy a ubicar toda mi charla y voy a contarles algunos ejemplos.
Pero empiezo por algo un poco más abstracto que es la forma del Estado para después pasar a la forma de las instituciones.
Siglos XIX-XX | 1990-2001 | Principios del siglo XXI |
Estado-nación | Estado técnico-administrativo | Estado posnacional |
“inconsciente” | “ausente” | “presente” |
Suelo articulador Suelo fijador | Desregulador Desarticulador | Conectador Financiador |
Solidez | Fluidez 1 | Fluidez 2 |
Institución | “Galpón” o destitución | Astitución |
Vamos a hablar de tres tipos de Estado: el Estado-nación, que se da en el siglo XX; lo que Ignacio Lewkowicz llamó Estado técnico-administrativo, que serían los ’90 del siglo pasado y lo que llamo, ya para este siglo, Estado posnacional. Siempre se siguió llamando a sí mismo “Estado nacional” pero la verdad es que fue funcionando de diferentes maneras. Vamos a empezar por el posnacional, al que le dicen “Estado presente”, ¿no? Siempre hay algo para reclamarle, nunca está lo suficientemente presente, siempre tiene algo más para hacer o para gestionar.
Pero también va variando, según el gobierno, a qué se llama “presente”; a mí me parece que durante el gobierno de Macri el “presente” era más estar presente en el tema de la seguridad, en la lucha contra el narcotráfico; en los gobiernos llamados progresistas, por ahí la idea era estar más presente en las cuestiones sociales y algunas cuestiones económicas de desarrollo del mercado interno. Pero, en general, en un Estado presente, el Estado da capacitaciones o programas para incluirse en el mundo, en la sociedad, en el mercado. Al de los ’90 se lo llama, por contraste retroactivo, Estado ausente, un Estado que se retiró de la regulación de lo social y de la intervención económica, que trataba de limitarse a impartir justicia y a dar educación y salud, con bajo presupuesto. Y el tercero, el Estado-nación, del que se dice ahora que era un Estado presente pero, vamos a ver, no era solamente un Estado presente y visible; yo le digo Estado inconsciente porque hay un institucionalista francés que tiene un libro que se llama El Estado y el inconsciente y decía, en la década del ’70, “el inconsciente es el Estado”. Así que era un Estado inconsciente no porque no sabía lo que hacía sino porque era…
-Inmanente.
Inmanente, sí, está buena esa palabra. Estaba en el inconsciente de la población, o en el inconsciente de las instituciones también. Este Estado era un Estado que articulaba las diferentes instituciones, les daba un marco para articularse. Por ejemplo, la familia apoya a la o el docente de la escuela; no como hoy que la familia le reclama al docente que sea entretenido, o le dice que si el alumno fue bochado fue por su culpa; eso sería un ejemplo de articulación entre dos instituciones, la familia y la escuela. Pero la articulación también se daba por ejemplo entre la fábrica y el hospital. Ahora, el supuesto de esas articulaciones del Estado no era algo explícito; en la ley de educación de 1884, la primera ley de educación pública, gratuita y obligatoria, dice “los chicos deberán ir a la escuela”, pero no dice “las familias deberán apoyar a las maestras”; eso se daba. En este sentido digo que era inconsciente: el Estado estaba presente como un suelo que no se veía ni se publicitaba (mientras que el posnacional se publicita a sí mismo todo el tiempo) y que le daba el marco a las instituciones para articularse entre sí. Ignacio Lewkowicz dice que el Estado-nación era una “paninstitución” y una “metainstitución”, pues funcionaba como el suelo de las instituciones (incluyendo como instituciones tanto el cuartel como la madre, etc.). Me han contado, por ejemplo, que este CeSAC hace alguna articulación con otro CeSAC o alguna articulación con algún jardín de infantes, o alguna escuela. Por su parte, la universidad donde trabajo, en José C. Paz, hace articulaciones con otras universidades del conurbano o del exterior, con alguna empresa… en fin: estas articulaciones que surgen de cada institución es algo muy propio de este siglo. En el siglo XX, las articulaciones interinstitucionales estaban dadas de antemano, sostenidas desde el centro estatal, podría decirse que de una vez y para siempre (pues así se representaban a sí mismas); en los ’90, las articulaciones se perdían; y, en el siglo XXI, las articulaciones las hace cada institución. Las articulaciones eran fijas en el siglo XX, entre el sindicato y la fábrica, o entre el sindicato y el Ministerio de Trabajo; así, ese Estado no era solo un Estado que articulaba, era un Estado que fijaba. El problema en ese tiempo con ese Estado-nación era la repetición de las rutinas, era que era difícil cambiar las cosas; era un Estado que disciplinaba, disciplinaba al chico que se quedaba sentado mirando hacia adelante a las maestras, disciplinaba al trabajador que obedecía al jefe y al paciente que obedecía al médico, que a su vez obedecía al jefe y a los libros, etc.
-Sí, por ahí esta cosa de los valores, la moral y los valores, como que estaban más enfocados en el deber ser del ciudadano.
-Sí, era como que había reglas muy claras para todo que te antecedían, entonces en las articulaciones ya sabías por dónde ir, por esta cosa fija que vos decías.
Claro. Voy a hacer un esquema de esto: a todo el siglo XX, lo llamamos “solidez”, Ignacio Lewkowicz al momento de los ’90 (la segunda columna en nuestro cuadro) lo llamó “fluidez” y este tiempo (el siglo XXI, la tercera columna del cuadro), que también es fluido, yo le digo “segunda fluidez”. Lo que pasa en el siglo XXI es que las instituciones tienen que moverse sin tener el suelo que tenían en el siglo XX.
-A ver, se me ocurre un ejemplo. Me acuerdo de una situación con un odontólogo, digo, podría ser cualquier disciplina pero me acuerdo de ese caso en particular. A partir de las transformaciones que se vienen produciendo en la administración pública de la Ciudad, de pronto, nuestros compañeros no sabían con quién tenían que hablar para solicitar los insumos o los controles, o las cuestiones que necesitaban para poder hacer su tarea de manera sanitariamente correcta. Ese podría ser un ejemplo de lo que estás diciendo, como no tener con quién hablar, no saber quién está regulando, de dónde vienen las reglas o a quién le puedo reclamar.
Claro, eso, y además que, cuando encontrás con quién hablar, puede pasar que un día esa persona deje de trabajar o se tome licencia y de vuelta tenés que averiguar con quién tenés que hablar; no es que viene un reemplazo -como si no hablaras con un cargo, con un rol instituido, sino con una persona puesta ad hoc. Dicho en pocas palabras, las conexiones entre instituciones se descalabran, a la vez que se gestionan cada vez (la gestión ad hoc es un rasgo saliente del Estado posnacional). Ahora más resumen todavía…en el siglo XX hay capitalismo industrial y en el siglo XXI hay capitalismo financiero. Lo que importa es que el capitalismo industrial era un capitalismo que generaba lazos y las fábricas duraban más tiempo abiertas; en el capitalismo financiero los capitales entran y se retiran según cómo estén los ciclos económicos; los ciclos económicos se suceden más rápidamente que en el capitalismo industrial y cuando se retiran los capitales se rompen las relaciones laborales y se rompe la capacidad del trabajo de armar sociedad, de armar vínculo social.
-Y se desterritorializa también.
Sí, se desterritorializa. El capital se desterritorializa porque puede ir de un país a otro según como convenga pero también nos desterritorializamos nosotres que andamos de un trabajo para otro; antes uno tenía su trabajo, ahora uno tiene varios trabajos, ¿cuál es su trabajo? ¿Cuál es el lugar que te constituye subjetivamente, que te arma la vida? Por ahí es la dispersión del trabajo lo que te constituye en la vida. Justamente, como es una dispersión, no te la arma mucho, no tanto como en el siglo XX, digamos. Que la vida te la arme una fijación o que te la arme una dispersión es un mundo de distancia.
Ahora resumamos conceptualmente los tres momentos. En la solidez había un Estado que funcionaba como metainstitución, una subjetividad disciplinada que llamamos ciudadano y una institución completamente establecida que se le imponía. En la primera fluidez había un Estado que dejó de ser metainstitución (y ninguna otra instancia funcionaba como tal) y la subjetividad que aparece es la del consumidor. En la segunda fluidez (al menos hasta la llegada de Milei; deberemos ver qué se configura a partir de ahora) viene habiendo un Estado que es más una red que un suelo metainstitucional, la subjetividad sigue siendo la del consumidor (con cambios en los que no entraré hoy) y las instituciones se fluidifican.
Bien. Después veremos si hace falta agregar algo más; ahora vamos a hablar de algunas instituciones.
Voy a empezar dando ejemplos de instituciones fluidas, a las que llamo “astituciones”. Una la voy a llamar “la feria judía” (yo soy judío y hubo un tiempo en que me dediqué a estudiar estas cosas). De 2007-2008 en adelante, se empezaron a hacer las festividades judías en plazas, en Palermo; no hacía falta ser judío para ir. Había un stand donde comprabas remeras, otro stand donde comprabas comida judía, otro stand donde podías charlar con un rabino, otro stand donde había un cómico, etc. Uno paseaba por ahí. Esta forma de festejar es una ¿institución? que se da a cielo abierto, no bajo techo y entre cuatro paredes como se hubiera dado en el siglo XX. Además, cuando uno entraba a una institución del siglo XX, los recorridos estaban reglados, normados, uno sabía por dónde tenía que ir según el grupo al que perteneciera dentro de la institución (por ejemplo, alumno o socio o comisión directiva, etc.). En cambio, en la feria, los recorridos son los recorridos del consumidor que va de un stand a otro, no grupal sino individualmente, según sus gustos. (Escribí sobre esto en Una interfaz judía). Yo no sé, esto lo verán ustedes, pero estaría bueno que pensemos o que traten de pensar si los recorridos que se dan dentro del CeSAC son como los recorridos que se daban en un hospital clásico…
-No, bajás del auto y ya atendés en la vereda, no sería lo más convencional. O, si no hay lugar adentro, atendés afuera o en la plaza…
-No hay recorridos establecidos acá.
-Claro, porque ni siquiera hay lugares fijos de atención por disciplina, entonces es como que todo circula.
-No hay servicios como en los hospitales. Ningún centro de salud tiene servicios. A diferencia de los hospitales que tienen servicios separados…
¿Ediliciamente separados?
-Claro, no hay servicios. Pero para una mamá que viene con su hijo enfermo, pide un turno, lo atendemos, pide la medicación y se va a su casa, es un recorrido fijo. Quizás en alguna otra disciplina no es fijo pero en muchas sí.
-A lo mejor antes había algo más homogéneo de funcionamientos como de los hospitales o incluso de los centros de salud, bastante cortados por la misma tijera.
Eso es importante. “Fijo” también incluía la idea de homogeneidad que dice Daniela.
-Igual pensaba esto que decía Belén; suponete que viene una mamá con un niño para atender por una cuestión aguda, por ejemplo, que está con fiebre, pero en la consulta comenta algo más (suponete que comenta una situación de violencia de género o no sé). Tal vez en el consultorio externo del hospital te dicen “bueno, venga a hablar con Servicios sociales”, “va a tener que sacar turno”. Acá, lo que pasa es que, si Belén escucha eso en la consulta, por ahí probablemente le preguntás algo más a la señora, vas a la cocina y hablás con Vero, etc.: digo, se arma como un dispositivo.
-Claro, se arma ahí sobre la marcha como…
Hay una gestión ad hoc del tratamiento, pero es una gestión colectiva, no febril y automática.
-Tal vez en otro lado, no digo que no se arma, digo que tal vez es más complicado que se arme. En el hospital no es tan seguro. Por ahí el médico no va a buscar a la trabajadora social, no lo hace.
-Depende dónde. En algunos hospitales sí, en otros no, pero es más difícil ir de un lugar a otro, acompañar eso…
Por lo que vengo escuchando en otros lados, hay una práctica de buscar la derivación: tampoco está tan preestablecido a dónde voy a mandar al paciente. Tengo que buscar a un profesional o buscar un servicio en otro hospital, “hacer red”, como se dice, para lograr la derivación. Entonces, el hospital también se fluidifica; no solo se fluidifica el nivel de atención primaria. Ocurre que tampoco el hospital tiene el suelo estatal-nacional del siglo XX. Para seguir funcionando, todas las instituciones deben encontrar la manera de devenir astituciones. Quizás lo que cuentan ustedes (esto de ir a la cocina a charlar con alguien más cómo atender una situación) le da una vuelta de tuerca a la derivación, porque no es un desentenderse sino un armar equipo para atender esa situación; van más allá de la típicamente astitucional atención de la demanda.
Tenemos entonces un primer conjunto de ejemplos donde los recorridos no están prestablecidos como dentro y entre las instituciones sólidas. Paso a otra institución. Yo doy clases de psicología institucional en UNPAZ, en José C. Paz; ahí, como segundo parcial las chicas (suelen ser chicas) tienen que hacer un informe sobre una institución y de ahí que trajeron un caso de un Centro de Atención Primaria de Salud (CAPS) cercano. El CAPS tenía varios profesionales. Había una enfermera, una trabajadora social, un médico clínico (que a la vez era el director del CAPS), un pediatra, una especialista de estimulación temprana, una obstetra-ginecóloga, una odontóloga… Eran 7 u 8 especialidades, pero con algunas características: el médico solamente atendía dos veces por semana y era el director, pero no había un momento donde trabajara de director. Ocupaba formalmente ese cargo, pero su único horario en el CAPS era dos veces por semana atendiendo pacientes. Cuando había que plantear problemas o dificultades, no se sabía bien a quién reclamar; la trabajadora social trataba de gestionar alguna cosa, de elevarlo al municipio sin pasar por el director de su Centro… Además, esos dos días que el clínico atendía no alcanzaban para atender a todos los pacientes, que debían ir a las 05:00 AM a pedir turno; el tipo tenía el consultorio privado al lado del CAPS y les daba el celular a los pacientes para que le pidieran turno privado. Como una confusión entre lo público y lo privado, una mezcla ahí medio turbia.
También pasaba que la pediatra y la ginecóloga habían dejado de recibir sus salarios, y entonces dejaron de atender; esas especialidades ya no estaban funcionando. Pero no hubo un movimiento institucional para decir “páguenles a nuestras compañeras” o, si no las consideran compañeras, “páguenles a las dos especialistas que el Centro necesita funcionar y dar todos los servicios”. A la odontóloga se le había roto el equipamiento y tampoco podía atender y no había un momento en que hablar con el director para que hiciera el reclamo al municipio; la odontóloga, hasta el momento, iba pero no atendía. Lo que les estoy intentando contar, más allá de cosas que parecen de negligencia o abandono o lucro, es que no hay un espacio común fuera de la atención de cada profesional, no había un espacio que fuera un espacio de tiempo propio de la institución. Esto se puede contrastar con lo que pasaba en los actos escolares hace muchas décadas, en tiempos sólidos: iban todos los padres de todos los grados al acto el día feriado; cuando yo era chico ya no era el día feriado pero sí eran los siete grados, los siete años. En cambio, ya cuando mis hijes iban a la escuela, en el tercer lustro de este siglo, iba solamente el grado que actuaba.
-Los otros padres no quieren ver a tu hijo actuar… (risas)
Claro, la institución empieza a comprender que cada uno tiene su trabajo, sus ocupaciones, y los padres dejan de pensar que tienen que ir al acto patrio. En otras palabras, la institución no puede ya moldear las conductas y las expectativas de su población. Por otra parte, cuando a los actos patrios iba todo el colegio, ahí toda la comunidad escolar se veía a sí misma reunida y tomaba cuerpo como comunidad escolar. Había ahí un espacio de tiempo que es de la institución y no de cada maestra o cada grado. Además, esa comunidad escolar así reunida era la representación de toda la Nación, que no está toda junta cotidianamente en la escuela pero ese día sí funciona como símbolo, como representación de ella.
-¿La fluidez tiene que ver, pregunto, con algo de esta fragmentación de los procesos?
La fluidez se asocia muchas veces más bien con la flexibilidad, pero lo que quiero señalar hoy es esto que dice ella: que se descompone o se fragmenta lo común. La entrevista que me hicieron, que mencionó Cecilia al presentarme, se llama “Satisfacer demandas no produce común”. Lo que digo allí es que las instituciones fluidas van corriendo detrás de satisfacer las demandas individuales o familiares al tiempo que los miembros de la institución van corriendo detrás de cumplir la tarea de su metro cuadrado, y lo común no se produce. Así que, lo que pasa acá en este CeSAC, este momento que tienen todes juntes una vez por semana, y otros momentos que me cuentan que tienen, no es tan común en la generalidad de los casos. Así que, ustedes están haciendo más allá de lo que hay -después vamos a hablar de los más-allás.
Otro ejemplo de astitución puede ser un Centro de Formación Profesional. Los CFP son escuelas de oficios para adultos que dan cursos cuatrimestrales. Los amigos del CFP 24 dicen que los CFP se convierten generalmente en “cursaderos”. ¿Cuál sería la imagen de un cursadero? Va cada persona que quiere aprender un oficio, hace los cuatro meses de plomería o de lo que sea y se va, intenta insertarse en el mercado por sí misme, pero en el camino no tiene ningún contacto con la institución en tanto institución. Les profes también: van a dar los cursos que dan y se van a otras escuelas a trabajar para completar un ingreso.
-Yo te iba a dar ese ejemplo justamente, no solo lo docentes de formación profesional; en las escuelas secundarias también ocurre que los profesores se llaman “profesor taxi” y van a un montón de instituciones y no tiene permanencia institucional ni diálogo con el proyecto escolar; se ve mucho en la escuela secundaria.
Se ve mucho la no permanencia institucional, y, si hay permanencia, se ve la no pertenencia institucional. También en las cátedras universitarias suele pasar algo así, donde cada profesor elige qué textos dar en su comisión. Pasa que hablan entre les integrantes “¿A vos qué te gusta dar? Bueno, está bien vos da eso…”. Quiero subrayar una cosa. En el mundo fluido, siempre hay un caso diferente, no es como en el siglo XX que por ahí una escuela funcionaba igual o muy parecido en Jujuy y en la Capital o en La Pampa.
-Al menos respondía a los mismos estándares. Mismo programa, mismo manual…
Mismo programa, no era que cada docente armaba su proyecto pedagógico.
-Ni te digo en los equipos de los estudiantes que dicen “bueno, vos hacés tal parte, yo hago tal parte, y juntamos todo” y hacen un Frankenstein.
Ah sí, en estos trabajos que me presentaron las alumnas, como lo hacen en el Google Drive, se ve que no funciona bien lo de la leída final…(risas). No funciona muy bien lo de armar una versión común del equipo o grupo.
-Se ve que hablaron sobre fragmentación fragmentando el trabajo.
Exactamente. Así que, el trabajo, que se supone que es algo común, era más bien un patchwork. Así, en ese trabajo estaba dicho como cuatro veces que el médico iba dos veces por semana.
-Era para que te quede claro. (risas)
Sí, me quedó clarísimo (risas). Quiero decir que en el siglo XX también habían CFPs, pero la gran diferencia es que había un mundo del trabajo con el cual el CFP tenía un nexo, nexo dado por el marco estatal-nacional, y no un nexo como hoy, tendido a tientas por cada cursante.
Entonces el rasgo más saliente de la astitución, de la institución fluida, es que no crea común o que lo desarticula. Otros dos rasgos salientes son su precariedad y la fiebre restitutiva. Con precariedad me refiero tanto al caso de que una articulación interinstitucional o una derivación sanitaria pueden no durar más que una o dos veces como a que la institución fluida misma puede no durar (casos del Plan FinES y del Programa Conectar Igualdad), como así también a que sus trabajadores sean contratades por un tiempo limitado y no de manera vitalicia, entre otras precariedades posibles, entre las que no es la menos relevante la precariedad de los logros alcanzados (un centro de salud o un servicio hospitalario logran armar un equipo, pero no se sabe por cuánto tiempo, o un centro cultural que trabaja con talleres para adolescentes de sectores vulnerables logra que uno de ellos vaya a la escuela pero ese adolescente no tiene garantizadas las condiciones necesarias para sostener la escolaridad, se trate de buena alimentación o de acompañamiento familiar). La precariedad (de los logros tanto como de los recursos humanos y presupuestarios) instala otro rasgo saliente de las astituciones, que es la fiebre restitutiva. El trabajador astitucional intenta todo el tiempo restituir la estabilidad de los viejos establecimientos, las instituciones sólidas. Todo logro puede desvanecerse y debe ser restituido todo el tiempo. Así, el trabajador astitucional funciona un poco como la subjetividad heroica de la que hablan Ignacio Lewkowicz y Elena de la Aldea. Les leo:
“Desde su omnipotencia, el héroe cree que no hay dificultad que no se pueda enfrentar con buena voluntad y esfuerzo. Todo problema debe ser resuelto. Para la subjetividad heroica, los problemas podrían no existir; entonces es claro qué hay que hacer frente a un problema: eliminarlo. Todo lo que no se puede entender lo explica en términos de falta, de carencia, de limitación: falta capacitación, o falta formación, o faltan conocimientos, o falta tiempo, o dinero, o recursos, o presupuesto, o etc. Y habitualmente todo junto. Y el problema se soluciona eliminando la falta con más trabajo, más recursos, más conocimientos, más… Si hay un problema es porque hay algo diferente a lo que debería haber. Si hay un elemento en la situación que no debería estar, hay que eliminarlo. Si debiera haber algo que no hay, si falta algo para que las cosas sean como deben ser, hay que añadirlo y eliminar la falta […]
“La subjetividad heroica no necesita pensar qué hay que hacer… ya sabe. Y si el tiempo apremia, no hay tiempo para pensar: se necesita un héroe […] El héroe mismo no puede negarse a nada porque él mismo es un objeto: “un objeto de servicio” […] También el héroe pierde su potencia como sujeto.”[2]
Si tomamos estos tres rasgos de la astitución (la descomposición de lo común, la precariedad y la fiebre restitutiva), queda claro que se trata de un dispositivo de captura de nuestra potencia, un inhibidor de una subjetivación, un obstáculo a la invención de posibles y a la composición de común. Me dirán que las antiguas instituciones sólidas también eran todo eso, y no lo puedo negar, pero lo eran de otra manera. Las sólidas lo hacían por fijación y repetición; las fluidas lo hacen por movimiento y repentización. Así las cosas, surge la pregunta por cómo zafar de su captura, y vengo viendo que se puede ir más allá de esas prácticas descomponedoras con prácticas que practican ideas heterogéneas a las ideas practicadas por las prácticas astitucionales. Les voy a contar algunas de ellas, algunas prácticas que van más allá de la captura astitucional.
Comienzo por la Escuela n°4 de Chubut, es una escuela primaria en Rawson, Chubut. Había una nena, Frida, que no iba; cuando fueron a ver qué pasaba que no iba Frida (esto está contado en un libro que escribió la directora de la escuela, Teresa Punta), vieron que Frida vivía en una isla y cuando subía la marea no podía ir a la escuela. El punto era qué hacer acá. Una opción, la opción astitucional, fluida, hubiera sido pedir un bote y adaptar las cosas para que ella pueda estar incluida en la escuela. La escuela hizo otra cosa.
Instituciones sólidas | Institución fluida o astitución | Más-allás |
Club judío | Feria judía | ? |
Cátedra | Comisiones conectadas | ? |
Exclusión de Frida | Bote para Frida (reclamo restitutivo-inclusivo) | Escuela heterogénea |
Hospital público | CAPS JCP policonsultorio | CESAC Salud comunitaria |
Escuela | CFP “cursadero” | CFP 24 |
Consorcio en vivienda social “reclamadero” | Común-consorcio | |
Alimenta una abstracción Crea un común ligado a esa abstracción | Atiende demandas[3] | Crea comunes ligados a problema-tarea |
En el siglo XX, probablemente, esta nena Frida, si hubiera vivido en una isla, hubiera quedado excluida de la escuela porque había una escuela homogénea. Esto de la escuela adaptada para cada chico también está en la maestra integradora; no se manda ahora a un chico con alguna discapacidad a una escuela especial; se lo pone con maestra integradora en una escuela común. No estoy diciendo cosas que estén mal que pasen; estoy señalando cómo la institución homogénea, sólida del siglo XX, se va fluidificando. La idea de que había un solo docente por aula ha cambiado y de que el alumnado era homogéneo, también. La forma de personalizarle la escuela a Frida por ahí hubiera sido ponerle un bote pero lo que ellas, directora y maestras de la escuela n°4, hicieron fue decirle “bueno, vení cuando baje la marea”. Era una nena que tenía que hacer primer grado y, cuenta la directora, «Frida hace escuela con las mareas», y cuando puede está con su grado, cuando está con la persona que limpia por ahí la persona que limpia le enseña algo o en otros momentos está con la bibliotecaria y la bibliotecaria le enseña algo, en otros momentos está con la secretaria… según la hora a la que pueda venir. Pero no desarmaron el grado para armárselo a Frida. Entonces, lo que arman es una escuela en la heterogeneidad. Hay una invención interesante, que es que la heterogeneidad no desarma la escuela sino que la arma; la escuela se compone en y con la diversidad de situaciones que se le presentan. Por eso este es un más-allá de la institución fluida o astitución.
En el caso del CFP de Flores, que es el CFP 24, este empezó a hacer milongas una vez por mes, cine- debate, a hacer que los emprendedores que hay en los cursos puedan vender lo que producen no individualmente sino en una feria que organiza la escuela y que organizan los mismos cursantes cortando la calle un fin de semana por mes. La escuela sale al barrio, y sale como escuela. Así, empieza a armar común con el barrio y empieza a armar común entre les cursantes. Se convierte en un más-allá del cursadero. Les cursantes, además, se convierten en cursantes “crónicos”, pues quieren seguir en la escuela, y se anotan en el curso donde haya vacantes con tal de seguir en la escuela porque se generó un clima muy lindo, de mucha pertenencia, gracias al cual no les importa anotarse en un curso distinto al que habían planeado, pues quieren seguir vinculados.
No sé cuál puede ser el más allá de la feria judía o de la cátedra fragmentada, pero me gustaría después sugerir que este CeSAC propone un más allá de ese CAPS de José C. Paz.
El CFP 24 y varios centros de formación profesional eran centros que se abrieron en la década del ’40 del siglo XX, donde se trataba de formar en oficios para que hubiera obreros que pudieran estar capacitados para las fábricas que se abrían. Eran una respuesta a la falta de mano de obra calificada. El CFP 24 dice “hoy ya no existe ese mundo del trabajo, ya no existe esa fábrica”; entonces empiezan a hacer proyectos cooperativos, organizan esa feria una vez por mes en la puerta de la escuela, en la calle, empiezan a amalgamarse los talleres o los cursos que se dan dentro del CFP, etc. Así, empieza a haber una nueva relación entre el trabajo y la escuela.
-¿Sabés que a nosotros el CFP 24 nos donó máscaras? ¿Se acuerdan? Cuando empezó la pandemia. Ellos tenían una impresora 3D entonces empezaron a hacer las máscaras.
Sí, el CFP hace muchas cosas por el estilo. En un momento diseñó unos carritos plegables para los cartoneros… Está bueno porque es un caso donde tejer red también hace algo, ¿no?, tiene efectos. En otro momento fueron a una escuela de Misiones a construirle un baño y un tanque de agua; le servía por supuesto a la escuela y le servía a la gente que hizo plomería en el CFP para ver cómo se construía un baño en la práctica, pero además quedaba una red.
-Bueno, a nosotros el proyecto de ampliación del CeSAC nos lo dibujaron los chicos de la Universidad de Avellaneda, y lo hicieron como trabajo de graduación, quiero decir, nos servía a nosotros y les servía a ellos también.
Pero también se tejieron conexiones; se compuso un común que puede ser incubadora de otras cosas.
-Estaba pensando en algunos dispositivos también, en esto de ir más allá, como en la movida de los martes que después termina siendo que hay gente que se queda a la huerta, como que empieza a haber algo de eso ahí. En dispositivos que se hacen acá al lado en el predio, actividad física y con otras cosas también. Y generó una muy buena asistencia. (…) y que de ahí surgió después una señora que fue a buscar la tierra para la huerta y otras cosas también.
¿Hay una huerta en este momento?
-Casi. Está en proceso.
Quiero dar un ejemplo más de astitución y su más-allá. Hay una asociación civil que trabaja con consorcios de viviendas sociales. Se trata de viviendas que los municipios hacen y a donde relocalizan a gente que vive en barrios carenciados informales (“villas”). En Argentina hay una ley que dice que en la propiedad horizontal tenés que formar un consorcio. Esta asociación civil ayuda a los vecinos y vecinas a armar un consorcio. Cuando me leyeron en Esto no es una institución, lo del “cursadero” les resultó muy ilustrativo de la captura astitucional, y entonces dijeron “que el consorcio no se convierta en un administradero” (porque un consorcio podría ser simplemente pagar las expensas y armar un excel para administrarlas), ni tampoco en un “reclamadero” (porque generalmente la vivienda social tiene vicios de construcción lamentablemente y entonces les vecinos se limitan a usar el consorcio como espacio donde quejarse a la municipalidad).
Esta asociación civil crea, con les vecines, un común en el consorcio. Si ustedes conocen un poquito de consorcios, saben que las asambleas se reúnen en primera convocatoria y en segunda convocatoria. La segunda convocatoria no hace falta que tenga quórum. Como nunca van todos los vecinos y van cinco o seis, siempre las asambleas consorciales se reúnen en segunda convocatoria. Media hora después del primer llamado, la asamblea puede empezar a sesionar sin quórum. Estas chicas de la asociación civil no hacen segunda convocatoria; si no hay quórum la asamblea se suspende y se convoca para otro día. Se trata de que los vecinos y vecinas puedan atender sus problemas comunes en común. Además de reclamos empezaron a surgir ideas como, por ejemplo, embellecer los espacios comunes. Los espacios comunes que muchas veces se convierten en depósitos donde se arrumban el carrito del cartonero, basura, trastos viejos, etc. Un grupo de vecines dijo “queremos parquizar este espacio”. Lo que pasa es que no ocurre lo que prejuzgamos, que parquizar es algo aristocrático, que embellecer el jardín es algo aristocrático. Pues no: la gente de una vivienda social o de una villa también quiere tener bellos los espacios comunes. Hicieron contacto con la cátedra de paisajismo de la UBA y encararon el embellecimiento de su espacio común, experiencia que luego tomaron otros consorcios de vivienda social. En estas experiencias -y otras como estas- empieza a haber una relación social, el vecino deja de ser alguien hostil, alguien del que desconfiar, y empieza a haber más una atmósfera de confianza; no es que todos se hagan amigos pero se da esa atmósfera de confianza y una tendencia a un hacer conjunto, a un hacer común.
Y ahora viene cuál puede ser el más allá del policonsultorio que vimos en ese CAPS; es un CeSAC que ustedes conocen (risas). CeSAC significa “centro de salud y acción comunitaria”. Hace un tiempo, el Gobierno de la Ciudad cambió “acción comunitaria” por “atención comunitaria”. Pero este CeSAC del barrio de La Boca hace acción comunitaria y sale del edificio y hace atención de salud extramuros, pero no tanto para atender individualmente a tal o cual paciente como para abordar la complejidad y diversidad social de la enfermedad y considerar las condiciones habitualmente no consideradas por la medicina hegemónica, como las habitacionales o las familiares y las biográficas, además de trabajar con organizaciones, esto es con colectivos del barrio (un club, un jardín de infantes, un comedor, una agrupación política), y no solo con pacientes individuales. Se trata entonces de un cambio en el paradigma biomédico, en el que ya se sabe qué enfermedades hay, se sabe qué demandas van a traer les pacientes, qué tratamientos se les va dar a esas enfermedades, tanto en el sentido de los medicamentos que se van a necesitar como en el sentido del dispositivo que montar para efectivizar el tratamiento (en el paradigma biomédico, el dispositivo ya está montado, en general es el hospital, pero puede ser otro efector, incluido un CeSAC que no hace todo este trabajo de pensar colectivamente qué dispositivo montar cuando un actor colectivo del barrio plantea una problemática colectiva de salud). Este CeSAC que ustedes conocen va, charla, se reúne con organizaciones de La Boca (organizaciones territoriales, organizaciones religiosas, organizaciones políticas, clubes, escuelas, agrupaciones de inquilinos). A veces es un problema que tiene que ver con la vivienda. Hace poco fueron problemas que tenían que ver con la sexualidad de les adolescentes, una problemática planteada por un club del barrio; entonces diseñaron un dispositivo para trabajar eso en el club. Les adolescentes no van al CeSAC, sino que el CeSAC sale a buscarlos a ese club del barrio que le planteó la problemática, pero que se la planteó porque el CeSAC piensa en términos de salud comunitaria y territorial. Esto es, sale a enterarse qué problemáticas hay en su barrio y no espera que lleguen por sí mismas y previamente configuradas a su sala de espera; esto es, sale a configurar esas problemáticas en términos de salud comunitaria y territorial, pues no vienen tipificadas. Al mismo tiempo, se entera de esas problemáticas que no llegan a la sala de espera ni se configuran previamente porque teje redes con organizaciones, es decir, teje territorio.
Otra forma que ha encontrado este CeSAC de ir más allá del policonsultorio es el largo proceso que elles llaman “recuperación del predio”. Se trata de un predio que pertenecía al Ministerio de Deportes de la Ciudad y que, luego de años de lucha (que incluyó el cierre del CeSAC por tres días), el CeSAC y las organizaciones del barrio consiguieron, en 2020, que pasara al Ministerio de Salud y quedara a cargo de la directora del CeSAC. Durante 2020 y 2021, iniciaron un proceso en el que pensaron el uso de ese predio: no se limitaron a decir “hagamos más consultorios y más sala de espera”, no cayeron en ese automatismo (el que responde a la demanda de satisfacer las demandas). Al contrario, durante ese tiempo tejieron red, armando una mesa de trabajo donde se reunían quincenalmente los actores colectivos[4] del barrio, incluido el CeSAC y un grupo de estudiantes de arquitectura de la UNDAV (Universidad Nacional de Avellaneda). En ese espacio, tomaron distancia del automatismo de satisfacer la demanda de cada paciente que llega al lugar y pensaron cómo usar el predio haciéndole lugar al territorio que se produce al interactuar con el barrio. Y pensaron que, además de más consultorios y más sala de espera, más espacio para la farmacia y la administración, también hacían falta espacios de la comunidad. El resultado es un proyecto arquitectónico que tiene un patio donde se pueden hacer festivales o peñas barriales, un salón de usos múltiples donde se pueden hacer actividades colectivas y una terraza acondicionada como huerta a trabajar comunitariamente. Ese proyecto fue declarado de interés por la Legislatura de la Ciudad, y ahora se viene la lucha para que el Gobierno de la Ciudad lo construya. Me detuve en este proyecto y su historia (que por supuesto abrevié muchísimo) para mostrar un más-allá de la astitución que va más allá en más de un sentido: primero, forma común al reclamar que el predio pase al área de salud, luego, forma común (la mesa de trabajo) al pensar qué construir en el predio, un común que se mantiene reclamando que el proyecto arquitectónico se construya, y finalmente propicia espacios comunes en el edificio que el común proyectó. En un más-allá no se sabe si el sujeto son las personas o es, más bien, el encuentro colectivo, el común. El sujeto en este más-allá no es ni la médica ni la paciente, ni el docente ni el cursante, sino el encuentro entre elles, el territorio que se teje entre la institución y el barrio.
Redondeando, estos tres casos de más-allás que les cuento son casos muy singulares pero justamente valen porque son singulares, porque nos sacan de la corriente general. Hay una posibilidad de ir más allá de la “demandificación” de lo social: no es todo atender demandas; es también que lo social mismo encuentre problemas comunes que trabajar comúnmente. Se trata de armar común, pero de armar común alrededor de alguna idea o concepto que poner a trabajar en la situación. No es decir, “ah, como somos todos de La Boca, ya está, somos comunidad”; con eso no alcanza. La Boca es una geografía que no necesariamente hace territorio; las actividades del CeSAC y actividades culturales como murgas o clubes, van creando territorio, hacen territorio en el sentido de hacer relaciones sociales que sí hacen una geografía social, no una geografía objetiva. Bueno, todo eso que hace el CESAC es un proceso de salud comunal, pero ahí hay una idea de salud colectiva, que se va gestando en las prácticas de salud comunitaria, como en el CFP hay una idea de relación entre trabajo y escuela que se va gestando al relacionarlos, como en los consorcios hay una idea de paisaje popular o de consorcio común, de un consorcio que no es solamente administración y reclamo, sino también relación de confianza entre vecines, producción de hospitalidad común.
Bien. Voy a tratar de redondear diciendo qué hace cada tipo de institución. La institución sólida creaba común pero el común era más bien trascendente, porque no estaba adentro de la institución sino que estaba fuera, era la Nación; entonces el común era un común abstracto, y la institución ligaba con ese común. Quiero distinguir ese común del mercado. El mercado nos atraviesa a todos, pero el común nacional es un común simbólico. El mercado y su lógica la compartimos todos pero, en tiempos de solidez, había una representación de lo común. En el mercado no nos representamos que compartimos algo con los demás.
-Es más como una competencia por ahí.
Hay una competencia. También hay una cooperación porque está la cooperación entre quienes potabilizan el agua y los que la usamos, pero no se ve la cooperación, o tenemos una cooperación con los colectiveros y los mecánicos que arreglan los colectivos, pero tampoco hay una representación de esa cooperación.
Pasemos a la institución fluida, a la que le digo astitución. Esta es una palabrita que inventé para acortar y para diferenciar de la institución clásica, para diferenciar de institución sólida y también para decir que no pasa algo que pasaba en los ’90, que era la destitución, ni tampoco lo que se imaginaba en los años kirchneristas, una restitución. No sabía qué prefijo ponerle y le puse la a-; no suena muy bien pero es para decir que no hay destitución ni tampoco restitución. Pero antes de decir algo más sobre la astitución quiero detenerme en esas instituciones destituidas de los ’90 que Ignacio Lewkowicz llamó “galpones”. Les leo:
“La velocidad del mercado amenaza la consistencia ya fragmentada de las instituciones, nacidas para operar en terrenos sólidos. De esta manera -sin función ni capacidad a priori de adaptarse a la nueva dinámica-, se transforman en galpones. Esto es, en un tipo de funcionamiento ciego a la destitución de la lógica estatal y a la instalación de la dinámica de mercado. Vale decir que esta ceguera compone un cuadro de situación donde prosperan suposiciones que no son tales, subjetividades desvinculadas, representaciones e ideales anacrónicos, desregulaciones legitimadas en nombre de la libertad, opiniones varias, etcétera. Se trata, en definitiva, de configuraciones anómicas que resultan de la destitución de las regulaciones nacionales, de reductos hostiles donde la posibilidad de producción vincular deviene, a priori, imposible.” (“Escuela y ciudadanía”, En Pedagogía del aburrido, p. 32-3, subrayados míos)
Las astituciones o instituciones fluidas son las que vienen de esa destitución o directamente nacieron después de ella, ya en tiempos mercantiles, y cuyo funcionamiento ya no es ciego a la dinámica de mercado. No son una destitución ni tampoco una restitución, sino organizaciones fluidas que renuevan sus servicios para satisfacer nuevas demandas, recurren a las redes sociales o piden financiamiento a organismos internacionales y a organizaciones del “tercer sector”. Al mismo tiempo, se adaptan a condiciones cambiantes (fluidas) y a la incertidumbre y a que vuelta a vuelta se les derrumbe lo que trabajosa y febrilmente van armando. Por eso, al mismo tiempo pasa algo en los miembros de las instituciones fluidas que es querer todo el tiempo recomponer lo que todo el tiempo se está desarmando. Entonces, hay una idea de restitución, pero es una zanahoria detrás de la cual corremos; no es una institución como antes ni que va a volver a ser como antes. Entonces, la astitución corre detrás de satisfacer demandas y, justamente por satisfacerlas, justamente por necesitar funcionar en sintonía con la lógica del mercado, no crea común. Ocurriría, por ejemplo, si acá no hubiera huerta y solamente le dieras al paciente el medicamento o el tratamiento para que lo retire y que se vaya: no arma ningún tipo de vinculación del CeSAC con el barrio, ni del barrio con el CeSAC. O satisfacer demandas sería que un CFP sea solamente un cursadero o que un consorcio sea un reclamadero o un festejo étnico sea un paseo de entretenimiento o que un CAPS sea solamente un policonsultorio. En los más-allás, en cambio, se crea un común, pero es un común local, no es el común nacional, es un común abierto a que entre más gente, es un común abierto a articularse con otros comunes.
Entonces, para resumir, hubo un tiempo de solidez donde en las instituciones se formaban grupos, que eran los tiempos del capital industrial y de Estado-nación, hubo otro tiempo de primera fluidez donde nos desorientamos porque no sabíamos cómo manejarnos en el mercado y las instituciones fueron destituciones, y hubo o viene habiendo un tercer momento donde las instituciones son astituciones o instituciones fluidas, que aprenden a manejarse con recursos mercantiles y manageriales, proactivos. Y justamente porque atienden demandas de manera proactiva no crean común. Este común se crea cuando logramos desarrollar espacios más allá de la astitución, donde la institución fluida o astitución se convierte en una plataforma -porque lo que hace el CFP 24 o lo que hace el CeSAC de La Boca no lo pueden hacer si no existe el CeSAC y el CFP 24-, plataforma para un común, pero este común ya no es como la nación, que estaba por encima de todos nosotros y que era trascendente, que era una mediación externa; es un común que formamos los cuerpos haciendo juntos, haciendo trama consecuente.
Debo decir algo más sobre los “más-allás” de la astitución; son “más-allás” porque lo que hay no es una atención febril de demandas, es un parar la pelota y juntarnos entre otros para ver qué surge. Lo colectivo, si logra evitar el reclamadero, el cursadero y otros “-aderos”, es un espacio de potencia, un espacio donde aparecen posibles imprevistos e imprevisibles en los “-aderos” que disuelven lo común (o directamente -como el policonsultorio- evitan que se forme). La expresión “ver qué surge” parece una forma de decir, pero encierra una apuesta y unos procedimientos: procedimientos de reunión, de reflexión, de acompañamiento en el no-saber, de acompañamiento en el entusiasmo, etc., así como una apuesta a la potencia de lo colectivo. Se van construyendo lazos colectivos que van produciendo ideas, proyectos, iniciativas, acciones comunitarias que producen común, común que a su vez produce ideas, proyectos, iniciativas, acciones comunitarias.
[Ver el intercambio con les asistentes donde se palpa lo potente y saludable de hacer común]
[1] Este texto reúne dos conferencias pronunciadas el 5/12/23 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en un Centro de Salud y Atención Comunitaria (CeSAC) y el 17/5/24 en el Encuentro Marplatense de Configuraciones vinculares y Análisis institucional «Lo vincular como escenario: intervenciones posibles en lo diverso y adverso», Facultad de Psicología, UNMdP.
[2] https://lobosuelto.com/wp-content/uploads/2019/09/la_subjetividad_heroica_escrito_por_elena_de_la_aldea.pdf
[3] Para ver la demandificación como dinámica propia de las astituciones, clic aquí: www.pablohupert.com.ar/index.php/demandificacion-en-el-trabajo-sanitario/.
[4] Esta lista da una idea de la diversidad de actores reunida alrededor de esa mesa: Comisión Unidad Ejecutora PRUA La Boca- CCC, La Boca Resiste y Propone , Red Solidaria de La Boca, Grupo de Vivienda y Hábitat de La Boca, Merendero Madres Sembrando Conciencia, Frente Popular Darío Santillán , Mutual Casa Tasso, Club Bohemios, Centro comunitario Actuarte, Agrupación Peronista Descamisados, Agrupación Vecinos de La Boca, Centro Comunitario Copitos, Frente Social Peronista, Club Social Nápoles, Promotoras de Salud Movimiento Evita, Movimiento Popular Los Pibes, FM Riachuelo, La Campora La Boca, Casa Salesiana San Juan Evangelista , Escuela Popular de Arte Esther Ballestrino, Escuela Popular de Salud Comunitaria, Fundación CasaSan, Centro Cultural Expreso Imaginario , Centro de Jubilados Esther Nieves, Trabajadores y trabajadoras del CeSAC Nº 46, Trabajadores y trabajadoras del CeSAC Nº 9, Asociación Civil CICOPS, Colectiva Migrante Kuña Atype, Frente Patria Grande, Grupo Comunitario Los Niños Primero, Asociación Civil Nuestro Hogar, Asociación Civil san Jorge, Centro Comunitario 4 de Octubre, Comedor Esperanza de La Boca, UTE D.E. Nº 4, Maestros de La Boca , Casa del niño, niña y adolescentes La Boca (tomada de un documento presentado por el CeSAC y estos “adherentes” al Ministerio de Salud de la Ciudad en 2024).