Ayer di una charla en una diplomatura sobre género. Me preguntaron cómo pensar las violencias hacia las diversidades de género con las nociones de lo imaginal.
Lo primero que tenía para decir era “no sé”. Pero sí encontré unas puntas para arrimar a la caja de herramientas. Vayan aquí.
Lo imaginal es más duro y más blando que lo representacional.
Por un lado, es más duro porque nos ahorra la presencia física del otre. Si al otre lo puedo ver rápidamente, puedo no reconocerle como otre. Cuento algo que le pasó a un amigo en el grupo de whatsapp de padres del jardín de su hijo. Es un chico de un año y medio que un día amaneció con moquitos. Mi amigo y la pareja avisaron al jardín y éste suspendió las actividades para ese grupo, a la espera de que se definiera si el hijo de mi amigo tenía covid o no. Sin embargo, en el lugar de hisopados, no hacían hisopados a niñes con un solo síntoma (dos era el mínimo). Así las cosas, las actividades de la guardería debían suspenderse solamente por si acaso, sin tener una definición vía test de si se trataba de covid o no. Eso hacía prever varios días de suspensión de actividades. Algunes padres expresaron su enojo con mi amigo a través del grupo de whatsapp: que había un acuerdo previo de no avisar hasta tener confirmado si es covid, que les estaban haciendo perder plata porque así no podían ir a trabajar, y así por el estilo.
Hay tres cosas violentas ahí. Una es el desinterés por la sanidad del colectivo, y las otras dos de ellas son con mi amigo y su pareja. La primera es pretender que un recién llegado al grupo (tal el caso de mi amigo) conociera los acuerdos previos entre les padres; la segunda es un desinterés por la salud del propio hijo.
Creo que estas violencias son más fáciles de ejercer porque en esa situación le otre no es un cuerpo presente. Difícilmente alguien que te está viendo cara a cara te responda “me hacés perder plata” cuando le decís “mi hijo está enfermo”.
La velocidad imaginal es práctica, es resolutiva, pues permite por ejemplo suspender las clases en unos minutos sin necesidad de que les padres deban llegar al jardín para enterarse. Al mismo tiempo, sin embargo, la velocidad imaginal es poco práctica, porque, al permitir la acción a distancia, esquiva el cuidado hacia el otro, dificulta el proceso de representarse al otro como alguien sensible. Todos los problemas de empatía de que se habla hoy en día tienen que ver, creo, con esta forma de relacionamiento imaginal. Es rápida, pero es dura, pues no llega a crear un lugar simbólico para le otre.
Por otra parte, decía, la dinámica imaginal es más blanda. Y lo es porque permite dar imagen a cualquier cosa, incluidas las diversidades de género. La representación era más lenta para simbolizar al otro. Además, lo simbolizaba emplazándolo en un lugar predefinido. Las diversidades de género no tenían ese lugar predefinido (solamente había lugar para hombre y para mujer, quizás también para gay y lesbiana, pero no más).