Lo asfixiante judío y la afirmación posible

Primera tesis: En el judaísmo centroeuropeo clásico (el posterior a la Emancipación pero anterior al exterminio nazi), el del rural shtetl o el del barrio judío urbano, el judío nacía adentro de una judería y del judaísmo; en el judaísmo contemporáneo, en cambio, a menos que uno nazca en una comunidad ortodoxa, los judíos nacemos ‘afuera’ de una judería y del judaísmo (en gran parte, por el hecho material de que no existen más juderías, salvo que podamos llamar así al Estado de Israel, que para los judíos no tiene límite, pues ha declarado cuasi-ciudadanos suyos a todos los judíos del mundo). Esto no significa que el judaísmo no nos marque de alguna manera, ni significa que tal o cual judío no vivan gran parte de sus vidas en escuelas e instituciones judías o hebreas, sino, simplemente, que la topología adentro-afuera, si es que sigue siendo válida, está muy desdibujada, y que por lo tanto no hay judío, sencillamente, que pueda nacer y formarse adentro.

No hay judío hoy que no tenga múltiples pertenencias –a tal punto, que eso de “doble pertenencia” se quedaría corto: “De hecho, los judíos de la modernidad son miembros de numerosas comunidades –residenciales, vocacionales, culturales, profesionales, políticas, recreativas…– que no son necesariamente colindantes”, dice P. Mendes-Flohr en “Identidades judías postradicionales”. En nuestros tiempos, no hay judío ni ser humano que no viva en múltiples mundos y que pase de uno a otro sin mayor coherencia pero también sin mayor dificultad. Queda así expandida la primera tesis.

De tal forma, el judío contemporáneo puede –o parece que puede– elegir cómo se conecta con lo judío, como atestiguan todas las conversaciones con judíos (“voy al templo, pero solo para tales ocasiones”, “como kasher pero solamente en casa”, “defiendo a Israel pero cuestiono su política”, y toda una profusa variedad de matices individuales que personalizan el judaísmo y lo hacen un, como reza el eslogan de Yok, judaísmo a tu manera). Esta singularización individual está también presente, según las investigaciones de D. Setton, en las comunidades ortodoxas contemporáneas. El hecho de que la relación con lo judío se presente, para cada judío, como una elección, más o menos instrumental, más o menos personalizable, demuestra que no nacemos adentro del judaísmo, que podemos estar más o menos marcados y sentirnos más o menos atraídos por él mas no imbuidos de él. La relación no es de liga (mucho menos, de encadenamiento) con el judaísmo. Diríamos que la relación por la marca es una relación de algo que ver. En ese algo que ver no está dicho cuánto qué ni cómo será lo que tiene que ver cada judío con el judaísmo, y cada una de esas cosas son parte de los ‘algos’ que ver en el decurso de su vida. Queda así expandida la segunda tesis, que brevemente es: dado que no nace adentro, cada judío debe ver su relación con lo judío (y “ver su relación” significa aquí ver si se relaciona y cómo se relaciona), y por lo general tiene que hacerlo individualmente[1].

Pasemos, pues, a la tercera tesis. El judío tradicional, como anoté hace un tiempo, luego de leer las novelas de Sholem Aleijem Tevie el lechero y Menájem-Mendl, vivía en un mundo asfixiante. Para Menájem-Mendl y las hijas de Tevie, arquetipos de jóvenes judíos centroeuropeos que hacían su inicio en la vida adulta a fines del siglo XIX y principios del XX, el afuera del judaísmo se presentaba como la libertad y el adentro del judaísmo y la judería se presentaba como aplastante. Esa salida podía hacerse individualmente (vía migración y/o conversión y/o empresa, como lo hicieron Bashevis Singer, el David Golder de I. Nemirovsky o el mismo Menájem-Mendl, entre tantos otros entre los que se cuentan casi todos nuestros abuelos) o colectivamente (vía migración y/o política y/o asimilación, como los sionistas, los bundistas o los colonos de la JCA, o como tantos otros entre los que se cuentan casi todos nuestros abuelos). En uno u otro caso se daba la mezcla con los no-judíos, pero también la asociación entre judíos salientes. Si el gesto del judaísmo moderno era la salida del gueto, esto se debía, por el lado negativo, a la necesidad de liberarse de una doble asfixia –tanto la que producía el exterior de la judería como la que producía el interior de la judería. Por el lado positivo, se debió a la voluntad judía de igualación con los humanos no judíos, y a la existencia de movimientos que suponían y enarbolaban el Progreso y la Humanidad, y por lo tanto una Igualdad trascendente de todas las diferencias y las asfixias.

Bien; pasemos al cuarto paso. ¿Cuál es hoy la dificultad si alguno quiere conectarse con lo judío? No se puede hoy establecer una conexión con lo judío que no incluya Israel. La conexión con lo judío es elegible, personalizable, pero da la sensación de que el elemento estatal es ineludible, y se ubica tanto en el centro como en la atmósfera del judaísmo contemporáneo, sea como sea que te lo configurés a tu manera (así como a la página de Yahoo le podés cambiar los colores, la contraseña, el remitente, el criterio de ordenamiento de los mails pero no su organización en columnas ni el protocolo tcp/ip), que no puede estar siquiera como elemento accesorio. Cuarta tesis: aquí se presenta la asfixia del judaísmo contemporáneo: aceptar el Estado israelí como elemento ineludible de mi conexión con lo judío es aceptar una disyuntiva israelí (léase una formulación israelí) como elemento ineludible, y pesado como una loza, de mi conexión judía: o me pliego a un Estado cruelmente criminal[2] o soy cómplice de las amenazas antisemitas que acechan por doquier (la islámica, la europea, la nazi pasada y la nazi futura, incluidas también ¡la chavista, la zurda y, si te descuidas, la peronista y hasta la de los judíos que «se autoodian»!)[3]. De tal modo, en la práctica, un judío que se precie (uno que quiera ser reconocido como tal), debe oscilar a dos bandas: por un lado, el anti-antisemitismo; por otro, el nacionalismo panjudío más o menos chauvinista. O, lo que es lo mismo, entre, por un lado, la posición de víctima y, por otro, la de victimario; o entre, por un lado, el miedo primitivo y primigenio y la agresividad bravucona, también primitiva; o entre la vergüenza y el orgullo, o entre la decepción y la ilusión. Una banda conduce a la otra y esta de nuevo a la primera, tanto en las representaciones como en las prácticas, pasando por las voluntades y las intuiciones, como así también por las sensaciones más elementales y por las elucubraciones más sofisticadas.

Escribí la disyuntiva en negro sobre blanco.[4] Se puede (y, en el mainstream judío, también se debe) matizar y difuminar tanto como se quiera. Más aún: ni Facebook permite semejante personalización de sus páginas. Puede lavársela con eufemismos, relativizaciones, datos poco conocidos, propuestas transaccionales, complejizaciones eruditas, indiferencia, realismo, lirismo, crudezas, películas, humor, etc., etc.: ponerle grises hasta que parezca desaparecida (ni MySpace ni Motoblur ni FaceBook ni ningún otro se animan a que sus páginas no parezcan suyas). Pero, si uno se conecta con lo judío, no puede eludirla. No puede eludir su eficacia práctica: que bañe como un éter general todos los demás elementos judíos y les asigne su función y su rango. Así nomás, sin vueltas, no hay tu tía.

La salida de estas asfixias, si atendemos a cómo salieron los judíos a fines del siglo XIX y principios del XX, pasa por una afirmación que hace pie en el afuera. O, como decía Marechal, del laberinto se sale por arriba, o sea, con un cambio de posición subjetiva o con una invención. Hoy, sin embargo, no se ve claramente cuál pueda ser la afirmación de la asfixia que se nos plantea. Pero sí se puede decir que hay poco interés en hacerlo porque el ser humano contemporáneo ya vive dentro de muchos mundos a la vez y ninguno por sí solo, por asfixiante que sea, puede dejarlo sin aire por la sencilla razón de que evitarlo o entrar a otro es lo más natural y fácil de nuestros días. En otras palabras, hoy evitar una asfixia no requiere pensar, no requiere inventar ni afirmar. De tal modo, la forma de salida de la asfixia contemporánea más extendida no requiere afirmar: la constituyen la elusión y la elección, acompañadas de información y opinión.

Zafar de esta heteronomía en la disposición y configuración de las opciones, zafar de esta disyuntiva asfixiante es imposible sin una mancomunión que posibilite otro mundo judío. A la vez, una judeidad afirmativa es imposible sin una reformulación del problema (de la eficacia práctica del problema).

Una de las tareas afirmativas posibles es intentar reformular los términos del problema de modo tal que dejen de presentarse como una encerrona, como una disyuntiva sin salida. Esto es algo que se puede acometer bastante solo (aunque la soledad total es no existe), pero es algo que no incluye invención de otra judeidad posible, invención que sería una construcción de un universo de sentido que sí requiere de colectivos. Serían prácticas colectivas inventadas-inventoras las que pueden, con sus efectos retroactivos sobre los términos de la disyuntiva, las únicas que podrían reconfigurar el mundo judío como no asfixiante.

Quinta tesis, pues. El asunto es que no parece que sea tan ‘fácil’ una mancomunión inventiva de judíos en tiempos en que los judíos no vivimos segregados en juderías, y por esto es que me está pareciendo muchas veces que lo mejor es dejar el problema ahí y ocuparse de otras afirmaciones, de otros mundos posibilitados por humanos de todos los colores.

pablohupert@yahoo.com.ar

www.pablohupert.com.ar


[1] Y esto significa, o bien, sueltamente, instrumentalmente, prosumidoramente, a la carte, prêt-a-porter, a piacere, antojadizamente, consumidoramente, etc., o bien, sujetada y obedientemente; en general, se da una mezcla de ambas: ‘tomo lo que quiero/me gusta/me sirve/me cabe/me pinta de las cosas que se asume que son el judaísmo (Religión, Periódicos, Estado, Templo, Country, Rikudim, Chistes, páginas de FaceBook, etc.) y tomo cuanto quiero/me gusta/me sirve/me cabe/me pinta de cada una’.

[2] Criminal no significa genocida. El genocidio es solo uno de los tipos de crímenes que cometen los Estados, y consiste en la matanza masiva, sistemática y planificada de un grupo social y/o la obstaculización de su reproducción como grupo. El carácter criminal del Estado de Israel no es exclusivo sino general de todo Estado. Los latinoamericanos, por ej., lo hemos sufrido en carne propia. También es propia del Estado la crueldad de sus crímenes, pero cada Estado la despliega con sus especificidades.

[3] Que “acechan por doquier” y todo el resto de la frase están dichos irónicamente, imitando cariñosamente a los grandes que disfrutan asustando a los niños con el cuco.

[4] Esta formulación es una esquematización que derivo de un rico diálogo con Alejandro Kaufman; calificarla de asfixiante y apostar por una afirmación que la desborde también salen de mi pluma.

Share

Comments

18 comentarios sobre “Lo asfixiante judío y la afirmación posible

  1. Pablo, me gusta el texto. Me quedo pensando que esos mundos de los que podemos entrar y salir tan fácilmente hoy en día, en rigor no son mundos (con toda la densidad y riqueza que un mundo implica) sino más bien superficies aplanadas dominadas por el consumo, esos supuestos mundos son diversidad de mampostería, que, como dice un grupo de franceses que escribió un librito muy recomendable, «LLamamiento», se parecen más a un desierto.

  2. Realmente, me parece una serie de pensamientos irreales, no veo ningún problema para nadie, aparte, los mismos se resuelven, si no, no son problemas. No me gusta la mención de Israel como estado cruelmente criminal, la comparación con sitios de Internet no la entiendo, me gusta ver las cosas claras, negro sobre blanco, lo demás me parece pura cháchara, escrita para gente no como yo, sino de esos que cuando uno les pregunta qué hora es, empiezan a contar que en la prehistoria ya se vio la necesidad de calcular el tiempo, hablan dos horas y no contestan tu pregunta!

  3. Realmente, me parece una serie de pensamientos irreales, no veo ningún problema para nadie, aparte, los mismos se resuelven, si no, no son problemas. No me gusta la mención de Israel como estado cruelmente criminal, la comparación con sitios de Internet no la entiendo, me gusta ver las cosas claras, negro sobre blanco, lo demás me parece pura cháchara, escrita para gente no como yo, sino de esos que cuando uno les pregunta qué hora es, empiezan a contar que en la prehistoria ya se vio la necesidad de calcular el tiempo, hablan dos horas y no contestan tu pregunta!

  4. Hay una apreciable diferencia entre nuestro modo de pensar o ver las cosas, somos personas muy diferentes, yo nací en 1925 en Varsovia, simpatizante de Jabotinski, aficionado al tiro, practiqué Judo y Defensa Personal más de 50 años, con grado de profesor en ambos, llamo a los árabes, árabes, no palestinos, he visto carteles hace 75 años: Judíos a Palestina y ahora los veo: Judíos fuera de Palestina! Visité Polonia sólo para ver los campos de exterminio, me ofrecieron trabajo en YAD VASHEM, sin conocimiento del idioma! Tengo muchísimos lbros sobre el tema en polaco, por eso tengo acceso a otras fuentes.
    La página se la regalé a la Fundación Memoria del Holocausto, por ahora, no funciona

    1. Existen tonos de grises, su curriculum «admirable»… Hay otras personas, otros judíos sin su soberbio conocimiento sobre el tema, que no merecemos ser descalificadas.

  5. Me gusto mucho el articulo, principalmente porque pone en palabras algo que siento de siempre y no se explicar. Oh paradoja, soy nieta y abuela de judios, pero no soy (?) judia. Sin embargo, la judeidad me toca como pura sensación, encierro y destierro. ¿De donde? ¿Hasta donde? ¿Fue eso lo que le paso al abuelo y por eso quiso escapar? ¿Fue asi como quedo encerrado en su taller de inventor gringo que hablaba en guaraní y castellano y aleman y etc? ¿De que escapó, a que precio? Preguntas que no encuentran palabras para responderse, pero si una tormenta de emociones. Gracias. Ada

    1. Un par de apuntes, Pablo:

      1- No entiendo en qué pensás cuando hablás de «lo judío». Es como si añorases una identidad sin ponerle contenido. No parece ser lo religioso. No parece ser lo nacional (lo de «estado criminal» merece un párrafo aparte). No parece ser lo cultural (si hubiera que elegir un idioma para tu texto probablemente sería el francés, no el hebreo ni el idish, verdad?).

      2- Si se trata de identificación con un colectivo humano, es inevitable que vengan elementos en paquete. Es cierto que cada individuo pertenece a varios cículos a la vez, y que modela y elige (hasta cierto punto) la forma de pertenecer y ligarse con cada uno. Pero esa elección se da dentro de ciertos límites: no podés ser argentino pero ser ajeno al default, aunque no tengas nada que ver con la deuda; aunque te sientas europeo (culturalmente, en tus valores, etc.), no podés optar por tener la ciudadanía de la CEE. No todo se puede elegir…

      3- Hasta cierto punto, se puede elegir individualmente cómo componer una ideología, una cosmología, un sistema de valores y/o creencias. Lo judío, me temo, definitivamente no es así: ser judío no es un acto individual sino colectivo. Lo judío es flexible y muy amplio, pero tiene algunos núcleos duros: uno de ellos es, justamente, la condición de identidad colectiva, no individual.

      4- No me queda claro cuál es tu situación respecto a Israel.

      a- ¿Pensás que está bien que exista un Estado judío pero creés que éste, así como está, es «cruelmente criminal»?
      b- ¿Creés que la sola idea de un estado judío es «cruelmente criminal»?
      c- ¿Creés que lo judío no tiene que expresarse en una vida colectiva con algún grado de soberanía?

      La identificación con Israel puede ser problemática (toda vez que uno no participa en el proceso democrático de esa sociedad y por tanto no incide en sus decisiones). Lo de «Estado cruelmente criminal» es, en mi opinión, falso y por tanto plantea un problema abstracto, no concreto. Claro que algún día podría ser cierto y tu tesis valdría, o bien podrás responder que vos opinás que es cierto y de ahí la asfixia.

      Como primer ejercicio, te propondría que -aunque no podés incidir en lo que hace o deja de hacer Israel porque no sos ciudadano del país-, imaginaras qué es lo que debería hacer (en lugar de lo que hace), suponiendo, claro está, que quiere seguir existiendo.

      Si encontrás cuál es la conducta que debería tener Israel para no ser lo que llamás un «Estado cruelmente criminal», tenés muchas formas de influir, incluida la de convertirte en ciudadano (el país te lo permite) y votar :=).

      Me temo que el conflicto con Israel es más fruto del choque entre pertenencias a distintos círculos de identidad (p.ej., intelectualidad universitaria argentina) que un problema de conciencia individual.

      PD:
      Israel no es un estado cruelmente criminal. ¿Cómo calificarías a:

      – La Argentina que conquistó el desierto.
      – Los EEUU que des-aborigenizaron el país.
      – La Francia colonialista de Argelia
      – La España conquistadora de América, la post-guerra civil, la expulsora de inmigrantes norafricanos o la amuralladora de Ceuta y Melilla
      – El Egipto de Mubarak
      – El Irak de Saddam
      – El Irán de los Ayatollas
      – La Siria de Assad
      – El Sudán de Darfour

      podés completar la lista a gusto.

      Asumir la responsabilidad política por la propia vida es complicado: implica que uno se va a ver obligado a actuar, y eso necesariamente plantea disyuntivas éticas.

      Un abrazo! Espero respuesta!

      1. Aún calificando a todos los países que nombrás (en una extraña ensalada) como criminales, Israel no deja de ser un estado genocida, porque somete al mismo pueblo que expulsó a un encierro degradante y opresivo y además se queja de que le respondan agresivamente, justamente un Estado cuyo capacidad bélica es grandiosa.
        Además el trato a los palestinos implica una burla de la Shoá, significa desconocer lo padecido por nuestros padres al infringir al vecino lo mismo que ellos padecieron. No es casual que la población de Israel sea cada vez más fascista!

        1. Espero que no lo tomés a mal, pero las palabras son pesadas. El término genocida es decididamente inaplicable en este caso; apostaría a que duros críticos como el popio Pablo Hupert, o especialistas en el tema muy críticos de Israel como Ricardo Feierstein acordarán en la inaplicabilidad del término.

          La «ensalada de países» es intencional: responde a que Pablo dice que todos los Estados son, intrínsecamente, criminales y crueles. Acuerdo con vos en que se trata de una mezcla que aporta poco.

          El trato a los palestinos SIN DUDA debe ser juzgado por la propia Israel con parámetros altos siendo el judío un pueblo que padeció y mucho. La comparación con la Shoá tiene sentido si se trata de apelar a esa sensibilidad, pero por lo demás se trata de fenómenos absolutamente incomparables. Hay que ser cuidadoso antes de decir que Israel «infringe a los los palestinos lo mismo que padecieron nuestros padres». ¿TIene sentido marcar las diferencias? Creo que no y hasta me da vergüenza ajena tener que hacerlo, pero si querés:

          – No veo el plan de exterminio. Vos sí?
          – No veo la negación judía a la existencia de Alemania. Vos sí?
          – No veo la matanza de un tercio de la población palestina. Vos sí?
          – No veo a los muertos de inanición en el guetto. Vos sí?
          – No veo la propuesta de construir un Estado Judío dentro de la «Gran Alemania». Vos sí?
          – No veo la alianza de los israelíes con propuestas de exterminio árabe (como las de la dirigencia palestina de los años 40 con Hitler). Vos sí?
          – No veo los misiles judíos sobre ciudades alemanas. Vos sí?
          – No veo la volanteada alemana invitando a los judíos a evitar las zonas de enfrentamiento armado. Vos sí?
          – No veo los ministros judíos en el gobierno nazi. Vos sí?
          – No veo la negativa judía a recibir ayuda material en los guettos si no se entrega directamente, como ocurrió en Gaza. Vos sí?

          La lista puede seguir, claro.

          Por si querés saberlo, VEO muchos puntos de contacto preocupantes, y los he señalado desde hace no menos de 20 años, comiéndome críticas por alertar sobre el riesgo de repetir conductas que atribuíamos a «los otros». Pero no estoy dispuesto a discutirlos si no se deja sentado que estamos hablando de fenómenos ABSOLUTAMENTE DISTINTOS, y que en tren de encontrar similitudes hay muchas más para encontrar en el propio campo palestino (ni hablar del árabe en general). Si acordamos en dejar de jugar gratuitamente con palabras como genocidio y Shoá, pasamos con gusto a estudiar el deterioro moral que implica la ocupación y dominación de los palestinos.

  6. Pablo me gusto mucho tu artículo.
    A raíz de mi viaje al oeste de ucrania (antes polonia), para ir a buscar mis orígenes pude observar la forma de vida de mis ancestros en el pueblo de Vishnivitz (Yiddish), Wisnioviec (ucraniano).
    Soy de esos judíos de los de «afuera» a pesar de haber sido educado como judío, fuí al colegio a aprender hebreo y costumbres judias, en el barrio de Flores, me olvidé de mis orígenes por más de 30 años.
    Fue en 1985 a raíz de visitar israel, el museo de la diáspora y el muro de los lamentos, cuando me pregunte ¿cuales son mis origenes? ¿donde vivieron mis ancestros y como?.
    En mi autobiografía que estoy escribiendo aparecen muchos de los conceptos que hoy vuelcas en tu artículo: «judío rural shtetl», «judaismo contemporaneo» «doble pertenencia», «identidades judías post tradicionales», etc. Cada judío debe saber donde se incorpora, que piensa, a que grupo pertenece?.
    Cuando visité L’viv, vi una placa donde vivió Sholem Aleijem, sentí una sensación extraña, recordé sus cuentos en Yiddish.
    Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dices; soy judío, apoyo al estado de Israel, pero no estoy de auerdo con muchas de sus formas de actuar.
    Soy «judio de los de afuera», pero vivo el judaismo en mi soledad.
    Gracias por aclararme algunas cosas, que tenía en mi cerebro guardadas.

  7. Pablo: no sabía que había tantos antisemitismos (Chavizta, zurda, peronista, etc), ahora estaré un poco más paranoico. Con respecto a la referencia a Israel como ineludible creo que es el síntoma de la no pertenencia de Israel al ámbito de lo judío sino que a un cuerpo extraño. Qué puede querer significar preciarse de ser reconocido como judío sino mostrarse como tal, es decir, exhibir la diferencia como pertenencia. Los judíos que no se muestran como judíos sólo son vergonzantes.
    Reconfigurar el mundo judío es lo que se hace desde hace un siglo y no tiene salida si no es por arriba como bien decís que dice Marechal. En fin, el único ejemplo de judíos que conozco son los de Meá Shearim, que casualmente ven en los palestinos a hermanos.
    Cuando se propone la desaparición del Estado de Israel no se trata de la desaparición física sino de la política, no se trata de arrojar a los israelíes al mar sino de devolverles la condición de pueblo judío que han perdido.

  8. Me gustó mucho el artículo; dejo dos comentarios.
    1) el final me impactó, sin embargo estoy convencida que cuando no encontramos solución o camino para un problema, es bueno dejarlo ir, dejarlo madurar, seguramente en algún momento se podrá retomar, revisar o no….
    2) la elaboración de todo el artículo me parece que carece de perspectiva histórica milenaria; quiero decir, si hablamos de judíos, también nos referimos a judaismo -con Estado de Israel o sin él- . Pienso que comprender el lugar de «lo judío» en este mundo se facilita si podemos incluirnos en la historia de la humanidad, en que formamos parte de una «civilización»…..ni más ni menos….somos parte de un gran fenómeno …..misterioso!!!!

  9. ¿Qué sentido puede tener el judaísmo fuera de su relación con la Torá o el Tanaj?
    ¿Ser judío acaso es comer varenikes, ir al templo una vez por año y como espectador, mandar los hijos al shule, cortarles el prepucio, etc?
    Reconocernos judíos en tanto «descendientes» es diferente a estar obsesionados toda la vida por el «ser» judío, me parece un rasgo neurótico y Freud es, justamente, el ejemplo paradigmático de conducta frente al judaísmo.

  10. Pablo, gracias por el link. El texto es muy interesante. La idea de las múltiples pertenencias me hace pensar en lo q sostienen muchos antropólogos: no hay identidades sino identificaciones, no existe el ser judío sino que se es judío en relación con otro que no lo es. Asi me parece muy preciso que el foco esté puesto en tu relación con el estado de Israel porque implica problematizar una posición frente a muchos judíos y no judíos.
    Pensando en la asfixia creo que te equivocás cuando decís de una q ese estado es criminal, etc.Pablo, vivís en Argentina! la criminalidad de los estados es cuestión de grado, no de existencia. Quizàs vos sentís que es demasiado criminal? Yo pensaría en un contraejemplo, pensemos en un miembro del estado de Israel que parezca criminal: imaginemos un colono, que además es militante de derecha y funcio municipal, con la ametralladora colgada, arreglando el riego por goteo de una finca en el desierto, cosechando verduras hidropónicas. Quiere a sus vecinos àrabes y es querido por ellos. Si esto parece gracioso, hagamos que funcione con su opueso: imaginemos por otro lado a un artista judío snob antiisraelí de Nueva York, o mejor, socialista, trabaja en temas de cultura en Suecia o canadá, que niega esta asfixia parado frente al aplauso de los no judíos, y q se regodea en su éxito hablando mal de Israel para congraciarse con la burguesía progre no judía y, de paso, se burla de los sefaradíes sin onda. Este dice que ama a la humanidad pero festeja callado el fracaso de sus pares porque piensa q tiene mas chances para otra beca. Me quedo con el que hace huerta.

  11. Hola Pablo: muchas gracias por tu mail. Muy buenos tus artículos; me resultó particularmente interesante “Lo asfixiante…”
    ¿Es que realmente somos TAN especiales los judíos? ¿Acaso somos TAN diferentes a los demás mortales? Me pregunto cuáles serán los conflictos de otros humanos – inmigrantes-emigrantes – que también viven en la diáspora tal como los bolivianos, peruanos, coreanos, chinos, etc. ¿Sufrirán las mismas contradicciones que los judíos de la diáspora, o un poco menos por el hecho de no ser judíos? ¿Se sentirán igualmente responsables por los errores que cometen sus respectivas naciones? ¿Se sentirán obligados a optar entre plegarse a un Estado con sus aciertos y errores, o ser cómplices de los discriminadores?
    Pensemos en la Argentina de los años de plomo.
    Por eso coincido en que “…llo mejor es dejar el problema ahí, y ocuparse de otras afirmaciones, de otros mundos posibilitados por humanos de todos los colores”.
    Recordé la historia de aquel viejito judío que vivía en New York y que quería que alguna organización Sionista lo llevara a Israel porque quería morir en Israel. Tanto jodió que finalmente logró que una organización se hiciera cargo de llevarlo a Israel. Al cabo de unos pocos días en Israel, le pidió a la organización que lo regresara a New York.
    – ¿Pero cómo, no era que Ud. quería morir en Israel?
    – Morir sí, pero vivir, prefiero en New York.

    Prefiero el humor judío, al sufrimiento judío.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *