¿Cristina desayunó un Blumberg?
El “operativo Centinela” y las palabras de CFK son un giro importante en la postura k frente a la inseguridad. Esta vez es el gobierno el que tiene sensación de inseguridad, el que reclama políticas de seguridad que actúen sobre lo inmediato y no sobre el largo plazo, sobre las manifestaciones del problema más que sobre el problema.
Si la “sensación de inseguridad” es eso que le ocurre a la subjetividad de tiempos fluidos cuando ve amenazada su tranquilidad cotidiana (aunque sería más adecuado decir “cuando ve amenazado el automático desenvolvimiento de su vorágine cotidiana”), si el reclamo de seguridad es el reclamo de restitución de las bases de una vida previsible socavadas por la fluidez, estamos viendo el punto en que ese reclamo se apodera tanto del “ciudadano de a pie” como del gobierno nacional. Para un gobierno que hace unos años siente que cualquier movida seria de oposición es destituyente, es comprensible que cualquier fosforito que se acerce al polvorín social o cualquier chispa allí le resulten una amenaza a su seguridad.
Cristina, al lanzar el plan, en el acto en Ciudad Evita, delante de los gendarmes, por Cadena Nacional, criticó a los jueces por lentos para sentenciar y rápidos para soltar a los delincuentes y cuestionó el garantismo extremo e invocó el sentido común “criterioso y lógico”. Si bien Néstor lo había hecho alguna vez (y si bien él mismo había estado pergeñando el operativo Centinela semanas antes de morir), se trata de un giro importante en la postura k frente a la inseguridad. De hecho, fue la “primera vez en su gestión, que Cristina Kirchner encabezó un acto exclusivamente vinculado con la inseguridad” (“Críticas de la Presidenta a los jueces por la inseguridad”, La Nación, 21/12). Habrá que pensar que en este caso es el gobierno el que tiene sensación de inseguridad, que es el gobierno el que reclama políticas de seguridad que actúen sobre lo inmediato y no sobre el largo plazo, sobre las manifestaciones del problema más que sobre el problema. Concretamente: más sobre el descontrol de las tomas de espacios urbanos que sobre el déficit habitacional (ya que este es el diagnóstico K, porque yo diría que el déficit de vivienda es también un síntoma y que el problema sobre el que deberíamos actuar es la expulsiva expansión sojera). Busca más evitar el desmadre, ese caos destituyente que Duhalde y/o Macri pueden “apadrinar” (como dijo CFK el 14), que evitar el caldo de cultivo donde pueden prosperar tanto el desmadre como el apadrinamiento, el clima destituyente y la destitución misma. Los gendarmes “trabajarán tanto en controles de asentamientos por saturación como en acciones sorpresivas” (ibíd., subrayado mío). También, con gran sentido común clasemediero, se preguntó, para todos los argentinos, “¿Cómo puede ser que las cámaras de los canales muestren personas que agreden o tiran piedras contra la gendarmería y la Policía y sin embargo no tengamos detenidos ni ordenes de captura sobre ninguno de ellos?” (Cristina lanzó gendarmes a patrullar el Conurbano, Urgente24.com, 20/12; CFK. Lanzamiento del Operativo Centinela, Soy Donde No Pienso, 20/12).
Estamos asistiendo a un proceso de ‘securitización’ de la comprensión ya no solo de la cosa social sino también de la cosa político-institucional. Esta securitización no es dispositivo de seguridad foucaultiano (del Foucault de Seguridad, territorio, población) en el sentido de que no es un dispositivo que estudie curvas estadísticas para regularlas según su propia tendencia inmanente sino que son procedimientos de reacción impulsiva, de “gestión de la coyuntura”, como dijo Garré (Antes de las reformas, Garré apuntará al control de la calle, La Nación, 21/12). Esta securitización parece ese juego de feria en que uno junta puntos pegándole un mazazo a cada una de varias ardillas de plástico que, de a una y al azar, sin orden ni concierto, asoman de su madriguera y vuelven velozmente a esconderse; en ese juego, uno actúa sobre el síntoma y no sobre el problema. Actúa por reacción alarmada, espasmódica, después de ver el síntoma manifestado y no habiéndolo previsto según una regularidad estadística o algo similar.
Tanto este “modelo” argentino posnacional como el que construye Foucault son formas de una gubernamentalidad inmanente, y en este sentido, posdisciplinaria, posnacional. Sin embargo, mientras el dispositivo de seguridad foucaultiano se mete e intenta influir en la inmanencia de las curvas que conducen a los estallidos sintomáticos (que metaforizo con el aleatorio asomarse-esconderse de las ardillas de ese juego), el proceder kirchnerista actúa en la inmanencia de los síntomas y no en el de las curvas. Como dice un amigo kirchnerista: «el kirchnerato no es mas que institucionalizar la anarquía de la demanda incesante y democrática»; aunque yo prefiero decir: «el kirchnerato no es mas que gestionar ad hoc las coyunturas creadas por la anarquía de la demanda incesante y democrática». No es una crítica; es la descripción de un modo de funcionamiento absolutamente exitoso.
Entre las bases socavadas de su vorágine cotidiana, debemos incluir, por supuesto, la ausencia de Néstor, que era algo así como el Maradona de la actuación sobre los síntomas, un hombre de una increíble habilidad para manejar contingentemente la contingencia (o informalmente la informalidad o anárquicamente la anarquía o como se lo prefiera decir).
creo que no hay que perder de vista que tiene que ver con el año de elecciones. Creo que el traumático 2008 le dejó al kircherismo una lección sobre la capacidad de los medios para construir coyunturales articulaciones de la oposición (bloque A + mesa de enlace + medios + PRO). Después de eso, han desplegado un intenso «copamiento» mediático, (afortunadamente), que tuvo la virtud de quebrar la retroalimentación monolítica de la «opinión» y por lo menos la polarizó, logrando que la plataforma mediática provea de al menos dos enfoques, inconciliables y contrapuestos, de la «información»… La inseguridad es el ítem central de la agenda de la oposición de cara a las elecciones, y mostraron la hilacha demasiado pronto, quisieron montar un diciembre, pero no contaban con la astucia K… hay una carrera en marcha por apoderarse del tema inseguridad… de paso se despliega un dispositivo a conveniencia, pero la movida es, una vez más, la de «copar» la agenda de la oposición… ya que los medios «hege» no permiten generar la agenda (ignorando olímpicamente las «acciones de gobierno positivas», que ahora son propagadas por la facción oficialista de los medios), hay que coparles la agenda que ellos traen, y para eso hay que tomar la delantera, una vez solucionados los desbarajustes ocasionados por la articulación oposición-medios hege, hay que avanzar y apoderarse de la agenda de la inseguridad, llevarla más lejos, y así bloquear una de las «bocas» de discurso de la opo: no dirán que no nos hemos ocupado de la inseguridad, y gracias por servirnos en bandeja nuestro propio punto débil. La desesperación que viene desplegando la opo desde el 2010 es comprensible, ni con mayoría en las cámaras revierten esa capacidad de dar la vuelta a la tortilla que es en mi opinión el nucleo de toda la efectividad de un gobierno que no deja de desplegar los recursos para incrementarla, sobre todo desde que comprendió que la batalla se da en las imagenes
Bravo, Lindem. Eso es lucidez: no tomar la exhibición mediática del gobierno como su ‘programa’ o sus ‘ideales’. Agregaría un par de cosas:
-Así como ciertamente hay una batalla por la apropiación de las primeras planas mediáticas y por la determinación de los debates y los clichés dela opinión pública, también hay medidas no solo mediáticas que tienen alguna eficacia práctica (seguramente, admito, distinta tanto a la que publicita el gobierno como a la que pintan los medios hege) que hay que leer.
-Deberemos pensar las prácticas ‘extra-mediáticas’ del gobierno. Digo: los gendarmes andan sueltos… ¿Eso, su conexión de hecho con otros elementos, no construye un tipo de dominación? ¿Cuál?
Saludos!
de una, a mi también me inquieta ese dispositivo real desplegado, sobre todo algo que empiezo a pensar: muy lindo hacer crecer el estado, los medios públicos etc, pero, ¿y si se pierden las elecciones y a ese monstruo lo agarran «los otros»?
Tal vez no éstas, pero las próximas… ay mamita!
Tengo una idea reconfortante, tal vez ingenua, que se aplicaba al crecimiento de los medios oficialistas: tienen algo de un idealismo, algo de un estar así por la camiseta, que haría que el dispositivo en realidad es casi autónomo… diría que ante un eventual triunfo de la oposición (si las elecciones se vuelven electrónicas cocinan un fraude como el de Bush y chau picho) el entramado voluntarista que sostiene una especie de discurso coherente entre varios operadores no necesariamente aparateados se vendría abajo…
Pero el miedo a ese Estado hipertrófico en malas manos, no es muy distinto al miedo que decía «ahora esta yegua se agarró la plata de las jubilaciones, pero con muy malas intenciones» esa siniestra posibilidad de reversión de todo lo bueno que nos acosa.
¿qué tiene gendarmería de bueno y puro que no lo tiene la Federal o el ejercito? Al fin y al cabo son tropas entrenadas militarmente, armadas hasta los dientes que responden a una estructura piramidal… ¿sólo depende de quién las opera? ¿hay un contenido ideológico específico en un gendarme que lo pone en la vereda de enfrente de lo que llamábamos un «milico»?
es muy raro, pero lo que creo es que es un despliegue temporal, o hay un emparentamiento entre este despliegue y reconceptualizaciones de la militarización operadas por Caracas y Brasilia… Creo que estos nuevos Estados sudamericanos se han planteado seriamente «copar» los medios que el neoliberalismo abandonó relativamente en su exceso de confianza en la lógica automultiplicatoria del sistema (económico-consumista-financiero) mismo… (esas cantinelas tipo, ya no nos matan con ejercitos, nos matan con marcas, la bolsa, etc…)
Sí, habría que seguir esa pista (la del emparentamiento entre las militarizaciones latinoamericanas), pero en mi estado de conocimientos, no poido 🙂
Sí puedo decir lo siguiente: la diferencia entre la gendarmería y la cana es su inserción territorial. Mientras la cana está entongada y aliada con todo tipo de negocios limpios o mafiosos, la gendarmería es ‘nueva en el pago’. Por supuesto, tal vez sea solo cuestión de tiempo…
Me anoto otra de tus ideas: 2008 como ‘trauma’ para el kirchnerismo. Un amigo kirchnerista de la primera hora dice que lo que llamamos hoy kirchnerismo se configuró a partir de la crisis del campo. Sin duda hay un punto de inflexión ahí, y por lo tanto una pregunta: ¿qué diferencia hay entre el kirchnerismo pre y pos 2008?
Una posdata:
es comprensible que cuando un gobierno no puede asegurarse previsibilidad por estructuración como en tiempos nacionales ni por regulación ambiental (tipo dispositivo de seguridad foucaultiano), digo, previsión estadística, se sienta inseguro y solo pueda actuar ipso pucho.