Una idea luego de leer las páginas 16 y 17 de Voluntad e ironía en Italo Calvino, de Elizabeth Sánchez Garay. El pesimismo de Italo Calvino puede ser visto como renuncia a los modelos en general. Esa renuncia proviene de una fidelidad a los hechos. Pero mejor es ver ese pesimismo como una ética que es fiel a la existencia, y el supuesto es que renuncia a los modelos de existencia, no a los modelos en general. Es muy activa esta idea de diferenciar fidelidad a los hechos de fidelidad a la existencia. Mejor habría que llamarla responsabilidad por la existencia.
Dice Sánchez Garay en la página 17: “Para Calvino, la renuncia a una pauta definitiva de existencia va acompañada por un compromiso ético de responsabilidad hacia la existencia, porque la ausencia de certezas absolutas no exime al individuo de su obligación por cada uno de sus actos, ni es una disculpa proferida para diluir el compromiso de la decisión en la tranquilidad del magma de lo indiferenciado (…). Ni necesidad ni indiferencia”.
Calvino dijo en 1959: “Yo me cuento entre los escritores que dieron sus primeros pasos en la literatura de la Resistencia ; pero a lo que no he querido renunciar es a la carga épica y de aventura, de energía física y moral. Y puesto que las imágenes de la vida contemporánea no podían satisfacer mi deseo en ese sentido, me ha parecido natural transferir esa carga en aventuras fantásticas fuera de nuestro tiempo, fuera de la realidad” (Sanchez Garay, ob. cit., página 19).
Resulta que escribir aventuras fantásticas, lejanas, incluso imaginarias, es una forma de fidelidad hacia la existencia. En este caso, la existencia debe renunciar a las pautas definitivas pero no debe renunciar a la experiencia de la Resistencia (aunque sí a su modelización moral). Esa experiencia épica debe prolongarse de algún modo en la propia existencia, con alguna práctica. La práctica de Calvino consistía en escribir relatos épicos, lejanos, fantásticos.