Comentarios posteriores a la exposición en la XXVI Jornada de la Asociación Argentina de Psicoterapia y Psicoanálisis de Grupo (AAPPG) Psicoanálisis vincular. Entre lo singular y lo múltiple. Buenos Aires, 16/10/2010. Grupo 4: “Instituciones: desafíos, límites y aportes.”
Resignificación y recombinación. Comentó Lila Grandal luego de oírme: “La combinación de elementos es interesante porque así trabaja el sueño. O sea, el proceso primario se caracteriza por eliminar los articuladores y dejar como elementos sueltos. Allí el proceso secundario hace una puesta en sentido a partir de los diques morales. Entonces acá está el tema de la ética.”
Solamente diría que acá el problema es que no se produce sentido: la imagen es más significante que significado. En lo que F. Berardi llama semiocapitalismo, los signos son más digitales que lingüísticos, y cuando son lingüísticos, funcionan más como estímulos o señales que exigen respuesta que como signos que exigen decodificación. Muy cercanamente, Lazzarato habla, siguiendo a Deleuze y Guatari, de “semióticos asignificantes” (*). Mientras que el proceso secundario (re)significa elementos sueltos, el capital los recombina. Recombinación no es simbolización, sino casi lo contrario.
Pero agradezco el símil de Lila porque permite esclarecernos qué es la astitución. Pues la astitución tampoco es una completa ausencia de sentido. En lo que el psicoanálisis llama proceso secundario se establece una liga entre los elementos sueltos del proceso primario. Esa liga produce, o es en sí misma, sentido. En el capitalismo contemporáneo, en cambio, la recombinación conecta los elementos pero no establece ligas. Si las estableciera, estaría poniendo “diques” a sus veloces flujos, atentando contra la maximización de la ganancia. Astituye conexiones, pero no instituye ligaduras. En términos de Berardi, el sentido y la velocidad son antagónicos. A la vez, sin embargo, los flujos del capital contemporáneo requieren de algunos cauces. La astitución es este complejo espacio donde se mueve lo social contemporáneo: ni ligaduras estables ni soltura total, ni diques morales ni desparramo completo, ni “proceso secundario” ni “proceso primario” puro. Este complejo espacio que se abre entre “ni” y “ni” es el que necesitamos pensar más cualitativamente, más desde su positividad –y aquí pensar significa tanto conceptualizar como describir.
Homogeneidad y uniformidad. Luego de la exposición, Ricardo Gaspari me dijo que entendía la astitución como forma de homogeneización de la subjetividad. Entendió eso cuando yo grafiqué la noción de astitución como una pared hecha de ladrillos sin argamasa. Yo quería poner el acento sobre la falta de argamasa y no sobre la uniformidad entre los ladrillos. La astitución es la producción de los elementos a recombinar lo suficientemente consistentes como para recombinar y lo suficientemente sueltos como para recombinar con otros una y otra vez. Sin embargo, la forma como lo entendió Ricardo me puede venir bien para distinguir entre homogeneización y uniformación. Siguiendo con el ejemplo de la pared de ladrillos sin argamasa, los ladrillos perfectamente pueden recombinarse si uno es de barro, otro de cerámica, otro de plástico, otro de otro material, o si uno es colorado, otro barnizado, otro amarillo, otro azul o naranja. El asunto es que todos den con cierto estándar que los haga compatibles entre sí para entrar en el protocolo que la recombinación exija. Así que si entendemos la astitución como proceso de producción de subjetividad recombinable, podemos entenderla como proceso de producción de subjetividad homogénea pero no en el sentido de uniforme, no en el sentido de todos los egos iguales sino en el sentido de todos los elementos (en este caso todos los sujetos) compatibles.
¿Instituciones astituidas? Nos va quedando más o menos claro qué es la astitución de subjetividad o la subjetividad astituida. Faltaría irnos aclarando qué es una institución (no queda otra que seguir llamándola así por el momento) astituida; o qué es la astitución de instituciones. Creo que algunos modos de astitución de una institución, modos que tienen las instituciones para hacerse recombinables son el proyecto, el convenio, el intercambio, el subsidio, la página de Facebook, etc.: todas esas formas, en fin, de crear pequeños destacamentos capaces de externarse de la institución y encarar tareas junto con otras instituciones o grupos fuera de sus cuatro paredes. Un ejemplo. El Equipo Terapéutico para adolescentes y sus padres de la Facultad de psicología de la UBA trabaja con chicos con problemas escolares en las aulas de los colegios de esos chicos, y hace las supervisiones que el equipo necesita en un bar. Un equipo así no es una sección o un área de un organigrama tradicional de una institución sólida sino un elemento producido como disponible –disponible para la recombinación que se requiera. El InCap (Instituto Nacional de Capacitación Política), que depende del Min. del Interior, da (es decir, vende) sus cursos de capacitación a cualquier organización que se los solicite donde esta lo solicite; no se limita a capacitar a funcionarios del Estado dentro de las oficinas del Estado. La autarquía del financiamiento de los organismos gubernamentales y no-gubernamentales parece ser la clave de sus habituales “externaciones” y reconfiguraciones.
Las instituciones o asociaciones astituidas (habría que hacer más relevamiento para poder pensarlas) parecen tener forma reticular y no piramidal; exhiben más la configuración variable de la red que la configuración sólida y estable del organigrama. Una pregunta importante es qué estrategia orienta la recombinación de las asociaciones astituidas. Sabemos que el sujeto recombinable se recombina según las necesidades de aprovechamiento de oportunidades, es decir de obtención de ganancia (sea esta económica, de prestigio, fama, diversión o visibilidad). En cambio, no tenemos tan claro según qué estrategia intentan recombinarse las instituciones.
¿Contra-astitución? Graciela Ventrici intervino sugiriendo para contrarrestar los efectos disolventes de la astitución no debemos buscar restaurar la institución sino pensar una ‘contra-astitución’, y que los relatos que oímos en la reunión mostraban formas de contra-astitución. Aquí, agrego, se trata justamente, no de diseñar planes ‘contra-astituyentes’ sino de pensar las prácticas de cohesión efectivas de colectivos, como las testimoniadas en esos relatos, que operan en las condiciones actuales sin cristalizar como instituciones pero produciendo temporalidades, espacialidades, criterios de existencia y producción, etc. que no refieren a la imagen mercantil sino al lazo colectivo.
(*) Lazzarato, Mauricio, “Capitalismo y producción de subjetividad”, conferencia pronunciada en la Facultad de Psicología de la UBA, 24/11/2010.