La pregunta por cómo hacer la experiencia es la pregunta por cómo hacer que lo que ocurrió nos haya ocurrido. Es la pregunta por cómo hacer que lo que ocurrió haya tenido lugar. O directamente cómo hacer que lo que ocurrió tenga un lugar ahora. O la pregunta por cómo hacer que lo que pasó nos afecte o cómo hacer que lo que pasó se inscriba en nuestra subjetividad. Es una pregunta reflexiva, en el sentido de que pregunta por la subjetividad que quiere hacer la experiencia, en el sentido de que pregunta qué de mi modo de representarme la realidad debo cambiar para hacerle lugar a lo que ocurrió.
Hacer la experiencia de algo no es recordar una anécdota. La anécdota cuenta lo que ocurrió pero no le hace lugar a lo que ocurrió. Digamos: da cuenta pero no se da cuenta; da cuenta de lo que ocurrió pero no se da cuenta de que hay un desacople entre lo que ocurrió y sus representaciones. Hacer la experiencia es determinar lo que ocurrió de una manera distinta a cómo lo habría ‘determinado’ la mera anécdota, la mera crónica. En este sentido hacer una experiencia de algo es modificar ese algo tanto como modificar al que la hace.
Tenemos entonces dos caras de la moneda llamada ‘hacer la experiencia’. Por un lado, hacer la experiencia de algo es modificarlo en su objetividad, modificar sus determinaciones objetivas. Por otro lado, es modificar la subjetividad que quiso inscribir en ella lo que le ocurrió. Hay una consustancialidad entre la modificación objetiva y la subjetiva, puesto que si se trata de que eso que ocurrió le ocurra al sujeto, el sujeto debe ‘representar’ el objeto de tal manera que a él le represente algo. Digo: debe afectar al objeto de tal manera que su subjetividad quede afectada por ese objeto.
Hacer la experiencia entonces es ese procedimiento en el cual y por el cual un sujeto se hace afectar por un objeto afectándolo. Por esto es que uno no se puede hacer argentino si no hace a la Argentina en sus crisis, si no determina a la Argentina en las crisis argentinas. Uno no puede hacer la experiencia de Argentina si no experimenta con ella; Argentina te marca si la marcás. “Uno no es de donde nace ni de donde muere sino de donde lucha”, le dijo un colombiano a Pescetti en México. Uno se hace argentino haciendo la Argentina, así como el sujeto se hace haciendo algo objetivo. (Creo que aquí está la idea de Engels de que el mono devino hombre trabajando, o la idea de Piaget de que el niño internaliza las operaciones manuales como operaciones mentales.) Sin esa elaboración no hay apropiación, sin esa apropiación no hay subjetivación, y los pretendidos sujetos quedan como una región más de la objetividad pura y dada.
Lenin decía “llamo materia a todo aquello que es ajeno a mi voluntad, incluida mi voluntad.” Podemos tomar como sinónimos, para esta ocasión, subjetivación y voluntad, y materia y objetividad, y jugar con las equivalencias. Por ejemplo, para empezar, llamo ‘objetividad’ a todo lo que es ajeno al sujeto. O leer la equivalencia en sentido inverso, ‘se llama subjetivación a aquello que va más allá de lo objetivo, aquello que lo afecta, pues lo objetivo, puro y dado, le es ajeno’.
Habrá que decir entonces que el argentino llama ‘Argentina’ a todo lo que es ajeno a su voluntad, incluida su argentinidad. ¿Habrá que decir entonces –llegando a las ganas de hacer alguna experiencia de Argentina– que es sujeto argentino aquello que, porque la afecta, excede la Argentina?
La idea implícita en todo esto último es una idea que no estaba en el universo de Lenin, que es que lo ajeno a la voluntad tiene una dimensión determinada y una indeterminada: Hay materia-real y hay materia-realidad; la realidad es materia ya ordenada, lo real es pura materia desnuda sin determinaciones discursivas. Traducido: hay Argentina cuando lo argentino ha sido determinado por un discurso. Entonces diremos que la subjetivación hace algo con lo real cuando entra en crisis la realidad, es decir, cuando entra en crisis el discurso que ha moldeado lo real y lo ha convertido en realidad, y concluiremos que el argentino es el que hace algo con lo argentino cuando la Argentina ha entrado en crisis.
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Viene de «Hacer la experiencia de Argentina»