Apuntes del taller «La subjetividad fluida» en Estudio de PH – Tercer encuentro

Apuntes de la reunión del 4/12/15

Presentes: Adri, Andy, Ale, Flor, Gastón, Oscar y PH

 

o   En esta reunión intentamos retomar los conceptos de la anterior, y entrar en ellos viéndolos encarnados. De lo que se trataba era de asir un poco mejor la noción de práctica u operación productora de subjetividad.

o   Así, entramos primero en una sucinta exposición de la idea de bienestar en la cultura.

  •   La tesis central de Freud en El malestar en la cultura se puede resumir así: “La cultura es una especie de trueque en donde sacrificamos gran parte de nuestra libertad individual a cambio de seguridad y protección frente a los peligros: de la naturaleza, del propio cuerpo y de las demás personas. El malestar proviene de las restricciones que la cultura impone a la libertad individual en pos de la vida en sociedad” (Elina Aguirre).
  • Ese libro fue publicado alrededor de 1930. Más de ochenta años después, la relación del individuo con la cultura ha mutado. La cultura cada vez menos le pone límites y cada vez más lo ilimita: Publicidad de Claro «Mundo ilimitado».

o   Resulta clave, para dar con una lectura activa de la producción contemporánea de subjetividad, no entender la idea de bienestar en la cultura como un contenido mental, o una creencia que los malos han metido en nuestras cabezas. Si lo tomamos como creencia (“falsa conciencia”, hubiéramos dicho en tiempos marxistas), entonces no nos habilitamos un espacio donde laburar y desactivar lo que los dispositivos de bienestar en la cultura nos hacen hacer.

  • En ese sentido, el bienestar en la cultura debemos verlo no solo como palabrerío publicitario, sino más bien como un conjunto de operaciones que construyen una subjetividad cuyas prácticas “creen” en el bienestar en la cultura. Aquí “creen” significa “asumen de hecho, aun si no lo dicen ni mientan explícitamente”.
  • Esta subjetividad es aquella a la que apela el chamuyo publicitario de promoción del goce y la ilimitación. Este chamuyo es expresión de esa existencia práctica que llamamos subjetividad del bienestar en la cultura (por eso logra interpelarla, movilizarla afectivamente, no simplemente porque cuente con tanto poder comunicacional). El chamuyo no es anterior a las prácticas de esta subjetividad.
  • Incluso podríamos decir que esta subjetividad es la que, en los ‘60 y los ’70 (con el rock, el hippismo, el feminismo, la antipsiquiatría, el psicoanálisis, el Mayo francés, los movimientos del Tercer Mundo, etc.) logró exceder los dispositivos disciplinarios o de encierro, y que este chamuyo es una respuesta que logra capturar ese exceso y determinarlo mercantilmente. El bienestar en la cultura no es algo que nos imponen sino algo que queríamos cuando sufríamos el malestar, algo efectuado ahora como un dispositivo a cielo abierto; el bienestar en la cultura es nuestro propio problema tomando forma (mercantil).
  •  Ejemplos de prácticas de bienestar en la cultura:
  1. El coche como operación que te pone a salvo de la incertidumbre ambiental y social: Publicidad de Citroën C4. Esa manera de proceder con lo social también estaba en la frase de unos auriculares Sony: “Alejá el ruido. Atraé las miradas.” (aquí se explicita, además, la búsqueda de relacionamiento con los demás vía admiración como parte de esa manera). (ver foto adjunta)
  2. Un psicoanalista que trabajaba en una salita de un barrio marginal de Rosario y lidiaba con casos de violencia familiar y desnutrición contaba que al volver a su casa a la noche necesitaba ver Tinelli. Su personalidad y su formación no eran frívolas, pero, dada la dinámica de sus días, a la noche se veía llevado al espectáculo y el entretenimiento.
  3. Un bahiense cuenta que al volver del trabajo se compra un chocolate Block, y que ese pequeño placer le salva el día. Su bienestar en la cultura no depende de poder comprar un auto, sino de participar del universo de los placeres individuales.
  4. Un santiagueño, cuenta Oscar, luego de laburar toda la jornada tenía un emprendimiento personal. Trabajaba 15-20 horas por día, y a la hora de la cena hacía callar a toda la familia así él podía ver Tinelli. Entre otras cosas, no sabía en qué grado estaban sus hijas (“de eso se encarga mi mujer”). Ya había podido comprar lcd, aire acondicionado, auto… Él había llegado a CABA escapando de la pobreza de su provincia.

o   No podemos negar que el bienestar en la cultura tiene espíritu federal y da “¡muerte a los salvajes unitarios!” 😉

o   Volviendo, es clave en estos ejemplos ver el bienestar en la cultura como un conjunto de operaciones, de prácticas que producen subjetividad independientemente de las creencias de cada individuo. Se trata de operaciones con sentido, pues son eficaces para habitar ciertas dinámicas. Producen subjetividad en tanto prácticas, y no en tanto creencias. En tanto disponibles por doquier, en tanto estimuladas y adoptadas por doquier, podemos llamarlas automatismos.

  • Puede verse la subjetividad del bienestar en la cultura, esa que delega las cuestiones del vivir juntos en otros (“de eso se encarga mi mujer”, “alguien tiene que hacerse cargo”, “alejo el ruido”, etc.), puede comprenderse que esta subjetividad vote a gente como Scioli o Massa o Macri –pero sobre todo a Macri, pues lo social se reduce a una gestión eficiente de las contingencias, y por lo tanto puede tercerizarse en empresas o sus gerentes.
  • Cuando esa tercerización no funciona, aparece el linchamiento y sobre todo su celebración en la opinión corriente como operación aceptable de procesamiento de las dificultades de convivencia. Perversidades del destino, el bienestar en la cultura puede ser muy violento.
  • En este sentido, también vimos la operación “engorrarse”: “La misma imagen de llevar la gorra dice por sí sola que esa gorra está a disposición de todos… Ya no hay nadie de por sí dueño de la gorra, nadie tiene a su sola disposición el poder de marcar el orden de la calle, aunque todos quieran, ante el quilombo, crear asimetría y mandar (por más que en el fondo se sepa que ese mando es situacional, volátil…). El engorrarse real, más allá de lo anhelado, entonces, se acopla, según la situación, a poderes como el estatal-policial o gendarme, el transa, el del mercado, el de los valores familiar-cristianos, etc. (…). En otras palabras, ponerse la gorra es cifrar –y ordenar- la información compleja y múltiple que circula en los barrios actuales en términos de inseguridad/seguridad”.[1]

o   Alejandro propuso pensar que el consumidor no solo consume bienes y servicios sino también personas. Contó de su trabajo en una consultora donde las relaciones era de competencia y robo. La gente se enfermaba. Flor propuso llamarlo autoexplotación. Oscar contó del vendedor de café que les decía a los laburantes de Cresta Roja que cortaban Alem, “ahora se les va a acabar la joda, van a tener que ir a laburar”. Propuso ver los “hilos invisibles” que impiden que los laburantes luchen unidos.

  • Así, estamos encontrándonos con que en tiempos fluidos se da una coincidencia entre prácticas de ordenamiento de lo social y de “libertad” individual. Los frutos de la autoexplotación van a parar, digamos, tanto al gran capital como a “yo”. La dominación no te dice lo que debés hacer. Te dice que quieras (una publicidad de Rötring decía: “hacé lo que quieras”, el programa de fidelización de Galicia se llama “Quiero”, tantos otros te dicen “no abandones tus sueños”, etc.). Claro, se trata de “quereres” realizables en el mercado. Así, la subjetividad debe desplegar, para existir, para reconocerse, prácticas mercantiles.
  • Andy planteó que tal vez al llegar a la noche a ver Tinelli o Telenoche, tal vez sí allí funcionen dispositivos del viejo tipo, no por ser de encierro sino por ser de transmisión de creencias, ideológicas. Gastón sugirió que se trata de mostrar/producir formas de vida. Queda la cuestión en pie.

o   Por lo pronto sugiero que en estas instancias, que funcionan a cielo abierto y                     por lo tanto no son nada clásicas, se ponen a disposición operaciones para,                         como dice la cita de más arriba de JJPP, “cifrar –y ordenar- la información                         compleja y múltiple que circula” en tiempos actuales con códigos binarios                           como seguridad-inseguridad, vagos-laburantes, kirchnerismo-                                                 antikirchnerismo, corrupción-honestidad, etc.

o   Esos códigos se convierten en operaciones prácticas de codificación y                                   decodificación de lo social, es decir, de todo aquello que no le compete al                             consumidor o empresario autoexplotado. En tanto disponibles por                                         doquier, en tanto estimuladas y adoptadas por doquier, podemos                                             llamarlas automatismos.

 

  • La reunión derivó por varias otras cuestiones que sería largo reseñar. Pero lo importante es que pudimos resaltar la importancia de las prácticas como operaciones de producción de subjetividad y dimensionar la capacidad que tienen unos automatismos disponibles para, automáticamente, operar como recursos subjetivos en campos muy diversos.

o   Quizá en futuras reuniones podamos seguir entrándole a la cuestión de                            las operaciones de sujeción y operaciones de subjetivación.

  • Valga aquí resumir sinópticamente una parte de lo que siguió (lo relativo a las operaciones).

 

Operaciones fluidas de sujeción Operaciones de subjetivación
Instante o presente absoluto[2] Presente puro
Espectáculo Encuentro
Individualización Grupo (o no: red “Fuera Monsanto”).
Teatro-espectáculo, recital-espectáculo Teatro espontáneo, comunitario, psicodrama, recital
Consumo del instante Extracción de consecuencias (invención de una temporalidad que es una secuencia subjetiva). Jardín cooperativista.
Aula-curso Entramado entre las aulas
Autoexplotación, aislamiento
Engorrarse
  • Es importante no creer que está todo claro o que estas son todas las operaciones existentes (estos cuadros pueden dar esa impresión…). El cuadro subraya que hay diversidad de operaciones en uno y otro sentidos y que la eficacia de una operación en uno u otro sentido varía situacionalmente. Ninguna operación es por esencia sujetadora ni por esencia emancipadora.

No llegamos a detenernos en la cuestión del tiempo (y las operaciones de temporalidad) y el encuentro, pero leímos esta cita de Tiqqun, como para profundizar en otro momento, pues es un grupo que está a la búsqueda de las operaciones que puedan quitarnos de “la máquina”: “Más acá o más allá de la velocidad y de la lentitud de la comunicación, existe el espacio del encuentro, que permite trazar un límite absoluto a la analogía entre el mundo social y el mundo físico. Es en efecto porque dos partículas nunca se encontrarán que los fenómenos de ruptura no pueden ser deducidos de las observaciones de laboratorio. El encuentro es ese instante duradero en el que se manifiestan intensidades entre las formas-de-vida en presencia de cada cual. Él es, más acá de lo social y la comunicación, el territorio que actualiza las potencias de los cuerpos y que se actualiza en las diferencias de intensidad que ellos desprenden, que ellos son. El encuentro se sitúa más acá del lenguaje, más allá de las palabras, en las tierras vírgenes de lo no-dicho, en el nivel de una puesta en suspenso, de esta potencia del mundo que es también su negación, su “poder-no-ser”. ¿Quién es otro [autrui]? “Otro mundo posible”, responde Deleuze. El otro encarna esa posibilidad que tiene el mundo de no ser, o de ser otro.” (La hipótesis cibernética: tiqqunim.blogspot.com.ar/2013/01/la-hipotesis-cibernetica.html).

  • Gastón sugirió profundizar la cuestión de la individualización y lo grupal. Quizá escriba una propuesta.
  • Por lo pronto, quedamos en leer las operaciones propuestas en la segunda parte de Del fragmento a la situación, pp. 95-108, que envío adjunta.

 

[1] colectivojuguetesperdidos.blogspot.com.ar/2014/04/las-aguas-suben-turbias-entre.html

[2] Ver foto adjunta: “The time is always now”.

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