Ver es un acto. René Magritte.
A veces distinguimos entre ver y mirar diciendo que mirar es ver atentamente. Aquí propongo que distingamos entre ver como atención (mucha o poca, tanto da) y ver como acción.
I.
Vivimos bajo la égida de la imagen. Mejor dicho: vivimos en la égida de la imagen. No solamente porque nos la pasamos viendo imágenes. No solo porque nos la pasamos emitiéndolas. Ni solo porque las imágenes captan nuestra atención. También, y sobre todo, porque los sujetos contemporáneos sentimos que cada uno y los demás y todas las cosas existimos a través de las imágenes y de su predominio (la «égida de la imagen», la «imaginalización»). El cogito contemporáneo bien podría ser «si es imagen, luego existe» o «si soy imagen, luego existo».
Y esto, la imaginalización lo logra porque vemos a su modo: solos, sin mediaciones, espontaneamente, sin problematizar el ver, como si ver fuera transparente. Como si ver fuera un efecto inevitable de lo que la retina encuentra enfrente. Como si ver fuera el modo obvio de ver algo obvio. La «égida de la imagen» es flujo de obviedad. ¿Cuál es el mecanismo de esta obviedad? Es algo que se nos aclara cuando una práctica subjetiva logra que ver sea acto. La crítica de la imagen nos dice que las imágenes vienen manipuladas, sea porque se las retoca digitalmente, sea porque no muestran lo que no conviene, sea porque llaman la atención sobre lo que conviene, etc. Pero eso es caer en una visión conspiranoica de la imagen, muy crítica ella, pero prácticamente imaginal. No alcanza con tematizar el mostrar; necesitamos problematizar el ver; necesitamos practicar otro ver. La buena nueva es que otros veres ya se están practicando. Declarémoslo.
II.
Estuve mirando el blog holaquieroseryo de Celina Capello (y su más actualizada página de facebook). Es una buena pintora, alumna de Guillermo Roux. Entré primero porque me llamó la atención esa declaración tan abiertamente ¿egoica? Ahora tomo esta nota porque encontré algo interesante. Lo interesante lo encontré en el blog, cuya frase cabecera es:
“Cuando no hay razón, pero sí hay sentido, importa poco ser amateur y resisten las ganas de hacer/ser. Claramente no soy diseñadora web, sólo quiero mostrarles lo que veo.
“Pasando del pienso luego existo, al veo luego existo.
“Cada uno con lo suyo. Les presento algo de lo mío.”
Lo interesante es que ejerce una mirada activa (pinturas propias, fotos ‘de autor’).
Para comenzar, ese “ser yo” no pasa por la exhibición de sí misma. Para “ser yo”, Celina Capello no se muestra a sí misma, sino que muestra lo que ve. No solo muestra lo que ve. Muestra cómo lo ve. Así nos permite ver su mirar, nos hace ver su actividad de ver. Por ejemplo, en “Retrato a Lucía (mirando a Pollock), pastel tiza 70x100cms”, no solo ve sino que también dice que su mirar o su pintar (en este caso mirar es pintar y pintar es mirar y ambos son mostrar tanto un objeto como el procedimiento que lo construye o semiotiza) es con el ‘método’ Pollock. Por mensaje me lo explicó así: “Uff… Una genia, Lucía. Armamos el modelo pensando en cómo Pollock pintaba. En el cómo de la acción justamente, no del producto.” Me dejó muy claro que mirar no es reproducir el modelo sino armarlo. Mirar es una acción: “La dificultad estaba en cómo pensar figura desde alguien [Pollock] que no pinta figurativo.”
Si la imagen imaginal dispone que lo que existe es lo que vemos, Capello propone que construyamos lo que vemos mirándolo metódicamente, o según un procedimiento. “Veo luego existo”, sí, pero a condición de seguir “el cómo” de una “acción”. Ver, entonces, es un hacer llamado pintar (pero lo mismo vale para sus fotos). Construir una imagen deja de ser reflejar un ente (deja de ser reflejar lo visible) y pasa a ser una “acción” –acción pintadora, acción fotografiadora o la que sea… acción constructora en todo caso. Ver deja de ser pasivo y reactivo (e incluso hiperactivo) y se hace activo. Ver es actuar; actuar es existir.
Ya dije lo mismo de distintas maneras varias veces. La cuestión que quiero resaltar es que, si en el mundo de hoy, el de la movilización global, el de la obviedad, el de la imagen imaginal, existe eso o ese que logra visibilidad, en el blog de Capello existe ese que mira activamente y que da visibilidad a su mirar.
En el arrollador silogismo de la dinámica imaginal, el cogito dice “me ven, luego existo” y también “lo veo, luego existe” y a la vez “lo que no se ve no existe”. Esta pintora, en cambio, dice “veo luego existo” y también, “existe (Lucía, o los trabajos, por ejemplo) luego lo miro” y a la vez “si no lo miro no existo”. O sea que, aunque diga su cogito en primera persona, no puede llegar a existir por sí sola (quedaría una secuencia con varias hebras corriendo juntas e intrincadas: existe>miramos>existen/existo, o también: existe>lo veo>lo miro/lo construímos>existen/existo/existimos)
En la égida de la imagen, nos hacemos heterónomos (no por la imagen en sí, sino por el dispositivo imaginal, que es un modo automático de ver). Cuando hay pintura arte, experimentamos la autonomía, que es un modo singular de mirar.
La imagen imaginal tergiversa, pero no miente (aunque mienta). Es una tergiversación en favor de los intereses de la movilización global, pero no un ocultamiento de algo (aunque oculta cosas). La imagen imaginal no censura (aunque invisibilice). Alguna vez, cuando aun no había visto este modo singular de mirar, anoté que lo único que el dispositivo imaginal oculta es la posibilidad de otro mundo. Tiqqun dice que los dispositivos “no rigen sobre hombres y cosas sino sobre posibilidades y de condiciones de posibilidad”. Ahora, que he visto este modo singular de mirar, anoto que el regimen del dispositivo imaginal oculta la posibilidad de otro ver, que es a su vez condición de posibilidad de otras subjetivaciones posibles (pues quien practica otro ver luego practica otro existir). El dispositivo imaginal produce condiciones que disminuyen al mínimo la posibilidad de ese ver que nos hace existir. Sus cogitos son: “veo algo/alguien, luego existe” y, concomitantemente, “si no me ven no existo”. En todo caso, la práctica de ver queda, verbigracia, invisibilizada, queda impensable –o “in-singularizable”. Puede ocurrir que se busque captar atención con ruido y color o diseño y sonido, viralización en redes, photoshopeo, etc., pero estas prácticas no piensan la práctica de ver misma sino la de lograr ser visto, la de aparecer. Lo que produce existencia es ser visto como las cosas y las personas que todos ven: la generalidad y no la singularidad. Claro, es más fácil lograr ser visto atrayendo más atención por medio de alguna diferenciación (el último celu, el toque personal en el look, la locurita en la fotito, etc.): la particularidad y no la singularidad. La transparencia de la visibilidad la hace invisible, im-problematizable, de tal modo que solo se problematiza cómo obtenerla. Desde el ver general, el automático, el obvio, mirar singularmente no promete producir existencia.
Y mirar singularmente es mirar con otros: con Lucía, con Pollock, con Roux, con los que inventaron la cámara de fotos y los que la diseñaron los que la fabricaron los que la vendieron o los pinceles y los óleos y bastidores, con los visitantes de una página que dice “holaquieroseryo”, los que inventaron internet, facebook o blogger y toda esa vaina, los que la diseñaron los que la fabricaron los que la vendieron, la mantienen la hacen funcionar… y así sin fin. Mirar singularmente es una red de cooperación infinita y universalizable. Una práctica infinita que la imaginalización reduce a visión finita -inacabable, pero finita.
III.
Ver como atención es atender lo visible. En las condiciones fluidas contemporáneas, es atender lo imaginalmente visible. Ver como acción es producir lo visible. En las condiciones fluidas contemporáneas, es imaginar lo visible, darle imagen.
Esto tiene consecuencias subjetivantes. Existimos si, como Capello, actuamos con otros un ver, no si «los demás» me ven.