Argentina unida por CTI. ¿Qué Argentina es ésa?

Una publicidad muy linda y entrañable que venimos viendo en estos días (fines de 2004, principios de 2005) en las colas de los cines, en la tele y en los afiches callejeros postula: “Argentina unida por CTI”. De hecho, CTI no sólo une diversos clientes finales sino que también es proporciona la infraestructura de las comunicaciones de larga distancia del resto de las compañías de telefonía móvil. Podría, pues, darse un crédito casi absoluto a tan grandilocuente y fanfarrona afirmación de que CTI une a la Argentina.

Ahora bien: que un país esté unido por una compañía telefónica llama a la risa y llama a que nos preguntemos qué clase de país es ése. No hace reír porque nos haga decir que este país es de cuarta, pues el ranking de países es puramente cuantitativo, sino porque nos hacer ver la diferencia cualitativa entre un país nacional y un país globalizado o posindustrial. Que nos haga reír el hecho de que un país esté unido por una red de telefonía nos llama a la risa por el argumento de que un país es cementado no sólo por tecnologías sino también por ideologías y por un discurso nacional que se vive como sentimiento de comunidad nacional. Después de todo, la propaganda resulta entrañable y hasta emotiva porque muestra el país y le canta tiernamente.

Después de todo, también el país que la generación de 1880 unió y engrandeció, estaba unido por los ferrocarriles, vale decir, por una tecnología: sin esa tecnología, la ideología nacionalista argentina, que llevaba unas siete décadas de militancia, nunca había encontrado las vías de su efectuación. «Argentina unida por CTI» llama a la risa porque lo que la tecnología une del país no son elementos nacionales sino elementos mercantiles. El ferrocarril argentino unía regiones (vale decir: economías y sociedades regionales) entre sí y especialmente con el puerto de Buenos Aires y a través del puerto con el mundo; las regiones extrapampeanas probablemente se hubieran integrado a Chile más que a Argentina si el tren no les hubiera permitido a la economía de Río Negro exportar manzanas, a la de Tucumán azúcar, a la de Cuyo vino, si no hubiera alentado a sus oligarquías a participar en los aparatos de gobierno capitalinos y si no se hubieran topado con un ejército central con un alcance de desplazamiento y represión ahora nacional.

En cambio, la tecnología telefónica celular une entre sí elementos empresariales o consumidores. A fines del siglo XIX y principios del XX, y todavía durante unas décadas más en el siglo XX, que Buenos Aires consumiera vino mendocino era un elemento de identificación nacional, de integración social nacional. En cambio, que un mendocino hable con un entrerriano por celular, se mande fotos o mensajes de texto promueve la sensación de ubicuidad consumidora, o de que lo consumible es ubicuo. (Ahora aparece la pregunta: ¿qué subjetividad se constituye alrededor de lo consumible ubicuo, de lo consumible efímero, etc.? Así como el porteño tomando vino mendocino o consumiendo azúcar tucumana se constituía como ciudadano, ¿cómo se constituye el chubutense que marca un 0800 y está hablando con atención al cliente de CTI en Córdoba, y mandándole una fotito vía mms desde La Quiaca a sus amigos patagónicos y simultáneamente a sus parientes húngaros?)

pablohupert@yahoo.com.ar

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