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10 comentarios sobre “Actividades en el Estudio de PH

  1. Buenas. Recién vengo de la presentación del libro en la casona. Estuvo muy linda. Me llamó particularmente la atención la buena predisposición de los participantes a participar en ella, a implicarse en la propuesta. Quienes transitamos espacios académicos (por sólo citar sólo un ejemplo) -al menos en dos de sus múltiples variantes: como estudiantes y como docentes- sabemos lo difícil es lograr, ante públicos tan amplios y heterogéneos, se descomponga, justamente, aquello propio del público y, quienes lo componen, se apropien del espacio e intervengan como si se tratara de un diálogo vis a vis con un amigo o un taxista que, muchas veces, es también amigo, así más no sea de forma circunstancial (lo cual me hace pensar que la amistad es ella misma una circunstancia). Aun así, hubiera querido hacer algún comentario que no se atrevió a ser. Luego de leer el libro, una frase del mismo me quedó resonando: la imaginalización es capaz de poner imágenes a casi cualquier cosa. Pensaba no tanto en la frase en sí sino en el casi, en la fisura que el mismo traza, en ese faltante que, sutilmente, insinúa. ¿Cómo pensar lo irrepresentable? ¿Cómo imaginar lo inimaginalizable? ¿Qué hay allí donde no hay ni representación ni imagen? Una imagen (otra más) que me vino a la cabeza fue, nuevamente, la autoconvocatoria (vaya aporía) a la plaza tras la muerte de Kirchner. En la av. de Mayo se veían, a pocas horas de haberse dado a concer la muerte, afiches con la cara de Néstor haciendo alusión a su pérdida irreparable. Sin mediar tramitación alguna ya estaban allí, ocupando los bordes de la imposible simbolización de su muerte. Algo similar ocurrió meses después con el asesinato de Mariano Ferreyra. No me extiendo más. Sólo lo comparto y lo sigo pensando y pensando en cómo componer experiencia incapaz de ser capturada por la imagen. Saludos

    1. Gran pregunta, Sebastián. Solo puedo decir que habrá que explorarlo.
      Te comparto algo que twiteé en facebook: «No hay dispositivo contra-imaginal posible. No salimos de la égida de la imagen con un dispositivo contra-imaginal sino en la acción del vínculo del nosotros.»
      Si se te ocurre algo más, mandalo, porfa.
      Ah! Gracias por las apreciaciones sobre la presentación. Nos dan una imagen sobre lo que actuó ahí 🙂 Abrazo

  2. Hola Pablo. Poco acostumbrado a las normas comunicativas de los foros, pienso tal vez una respuesta después de diez días pierda un tanto su condición de respuesta. Y no es que haya sido cultivado por los intercambios epistolares y los tiempos que le son propios, en caso de preferirlos no sería más que la nostalgia de algo no vivido. A decir verdad, lo que motivó a escribir nuevamente, más que la respuesta fue el breve diálogo que tuvimos el sábado. No sé si se me ocurre algo más a lo que planteás. En caso de que sí, se trataría de un nuevo interrogante que me surge. Pensaba en la emergencia de lo impersonal ante experiencias que implican un fuerte compromiso emocional, sensible. Volviendo a la muerte de Néstor, las imágenes que allí se nos imponían, dispuestas casi antes de su propia muerte, tal vez incluso anunciándola o, cuanto menos, superponiéndose a ella, creo resultaban estériles frente a algo que aquel día acontecía en la plaza. Y no se trataba, creo yo, de la composición de un nosotros, sino de otra cosa. ¿Cuál sería pues el lugar esa otra cosa, a la que -a modo de ensayo (y error)- aquí llamaría sensibilidad impersonal, en la composición de un nosotros? ¿Cuál es el vínculo que se teje entre lo impersonal -que creo también fuga de la égida de la imagen- y el nosotros que componemos? No sé, tal vez, como diría mi viejo, esté meando fuera del tarro. Prometo luego lo limpio. Abrazos

    1. Me parece lo siguiente, Sebastián: la sensibilidad impersonal es un resto no imaginalizado inmediatamente. Al menos, no tan inmediatamente como la muerte de Néstor. En este sentido, mientras no tuvo imagen, fue exceso innominado. Pronto (menos de una semana, creo recordar) pasó a ser recubierto por la imagen «militancia», que a su vez deja afuera un exceso innominado, una sensibilidad impersonal y sin imagen.
      Creo que no está dicho a priori cómo lo sin imagen desborda lo imaginal y se convierte en acción nuestra. Creo que es la acción nuestra la que se agencia con los excesos «en disponibilidad» y les asigna su lugar. A ver si puedo aprovechar tus palabras: lo impersonal sensible no deviene «persona» o agente (ni individuo ni masa ni nosotros) si la imagen no lo recubre (en cuyo caso deviene o masa o individuo) o si una acción colectiva lo toma como insumo vincular (en cuyo caso deviene nosotros).
      Abz

  3. Qué interesante. Sería algo así como un nosotros impersonal. Me hace acordar a una conocida canción de La Polla: «quieres identificarnos, tienes un problema / no somos nada». Abrazo grande
    Seba

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